viernes, 10 de abril de 2015

3 x 3

Queriamos mucho a Dennis. Nos inspiraba. All llegar el invierno le poniamos un suéter. Todos estabamos convencidos de que sonreia. O de que había nacido sonriendo. El paso de los años no nos corroboraba nada, ni siquiera algun mohín minimo. A veces nos preguntabamos (todos) qué habria en su cabeza. Cabeza tenia. No era muy grande ni muy pequeña. Pero tenia. Yo miraba a papá y papá no se atrevia ni a temblar, nos comunicabamos sin fruncir el ceño ni expresar grandes pensamientos. Debiamos ser cuidadosos. El viejo era de la vieja escuela: llamaba a las mujeres y jovenes extrañas por el nombre de "Señorita". Se nos quedó en el tiempo, mi pobre papá con sus piernas y brazos flacuchos. Con tacto era mejor. Yo alguna vez le dije: "Son todas putas". Yo ni siquiera había estado con una puta, y todavia no he estado con una puta ni creo haberme perdido de ninguna educación especial, pero la gente hacia muchas putadas. Por ende, la duda, futíl, inmadura, por las que otros me habrian tratado de enfermito. Mi papá, mi "Señor Padre", el ícono sufriente, con su montgomery y las bolitas de naftalina, me miró aquella vez con una tristeza muy grande y con un recato al borde del paroxismo: Mi viejo trataba de hacerle entender a una dependienta muy poco hábil en el respeto de que... ah, ya ni me acuerdo, importa acaso? Mi hermana, otra puta, la Florencia, que habia nacido con cuatro tetas, una boca inimitablemente estúpida y siempre en erupción histerica e inútil  y un cencerro roto por marote, andaba por ahi, cabeceando en los ascensores. Ya lo decia yo, y mi padre tan triste. La cuestion es que ya llega el invierno, me aprietan los calzoncillos en este fresco de abril, no me acostumbro. Ni yo, ni mi papá, ni Dennis, ni Florencia la chica con cuatro tetas podemos o podíamos. Se te pega a los huesos Buenos Aires. Creo que le pasa a todo el mundo, yo puedo contarte que a mi me pasa y que llevo en el lomo un pasado pesado, una cosa como de molusco, como larva gigante, como cosa que se pega y hace dificil respirar. Y se viene el frio, la vieja está vieja, yo fumo como loco y afuera no sopla el viento, o aqui dentro no sopla el viento. Estoy adentro del Polara que tenia papá. Ahora lo tengo yo, pero yo no manejo... pero me gusta meterme adentro con la radio y la maquina de escribir. No me preguntes por que. Desde aquí puedo ver la luna desde la ventana empañada, las estrellas, algunos jirones de nubes púpuras navegando el cielo. Sudamérica es una cuna de ángeles donde todos tenemos uno que nos cuida. Y te lo digo a vos porque vos ya lo sabés, pero te da miedo porque algunos ángeles despues se vuelven malos, en particular si pensás mucho en eso. Escucho la risa de los niños de la cuadra, haciendo tintinear sus cucharas intermitentemente. Es la hora de la cena. No vivimos en lo que se dice un pueblito, tampoco es la ciudad, y el centro de lo que sea está lejos y la intendencia no nos ha iluminado bien nuestro barrio. Nuestro querido yuyerío. Nuestras cabezas están lustrosas pero nuestros pensamientos son pequeños y gélidos. Trabajamos para el enemigo y lo sabemos, pero en realidad el enemigo soy yo conmigo mismo, y él con él, y ella con ella, y vos con vos misma. Somos la periferia de un mal de dimensiones y virulencia moderadas. Los perros ladran a la noche. Todos necesitaríamos una pistola de bajo calibre, por las dudas. Sopas instantáneas, cepillos para lavar las zapatillas con las manos que se ponen tontas de tan rojas, llaves bien guardadas en los bolsillos de los vaqueros limpios, poliester en la remera y poca azucar en la sangre. 
Autocontrol. Mesura. Violencia. Arraigo. Paciencia.

Hay cuatro habitaciones que son vividas de acuerdo a lo que un mago ha trazado con la plomada de algun magio o un masón. Me gustan, no es muy relevante que yo diga que me gusten, las vivo. Hurligham está trazado por un arquitecto loco, sabias? No es que no se sepa donde está enterrado o que no tenga un busto en bronce en algún lugar. Lo que no se sabe es si Hurligham realemnte existe. Lo mismo con mis habitaciones. Las encontré un dia desordenadas y medio como tiradas a la marchanta un día que me tuve que mudar por razones de fuerza mayor a los suburbios mas inconexos con todo. Cosas de estar dolido. Al principio estaban peladas e intactas, no habia razón para ponerse lascivo ni mala cara con las pobres paredes. Creo que algun dia, con mucho esfuerzo, un esfuerzo estertóreo e importante en su estupidéz, lograre que las muy hijas de puta me hablen por mi nombre. No hay manera de tomarlas en serio ni vilipendiarlas por ser poca cosa. Estas cosas planas y verticales, con sus respectivos techos, hacen al cofre que guarda mi esqueleto. Todas tiene una funcion, las cuatro. Convengamos que eran mas lindas antes que ahora, ya llevo un cuarto de siglo fumando y bebiendo y gritando mi canción desesperada dentro de ellas. Cuatro habitaciones blancas, concreto, caños adentro, cantantes, normales, sin presagios ellas, macizas, también sin imprecaciones: solo entre y vea que pasa. Una es para entrar. La otra es para salir. La tercera, si es que se las pude nomenclar y poner en una imaginaria fila india, es para existir. La cuarta es para el pasaje de los extraños a la morada en sí, el bucle, el comodín vital, el bailar de los estetas. Ni se sale ni se entra ni significa, redundantemente un Gran Paso Hacia Lo Que Sea. Por lo general estoy en la habitación de existir, haciéndote esto que te escribo ahora (suena una moto haciendo picada sobre la llovizna persistente y diminuta en lo poco que queda de el pavimento en la calle). Aqui tengo lo que yo llamo " la razón de mover el culo". O sea, ser sedentario de manera mórbida y socialmente patológica, fumar paquete tras paquete de Red Points, maldecir, amargarme, masturbarme. La computadora con el teclado, los restos del mate de ayer a la noche. Yo tomo mate todo el tiempo. Estoy gordo pero el mate me infla la panza y yo me la sobo. No voy a salir nunca en Play Girl. Eso seguro. 
En la habitación de salir está la pequeña biblioteca, remanente de alguna muerta que nada tenia que ver conmigo pero que entró un dia para quedarse contra la pared. Es mas bien un modular con una pequeña coctelera que en algun momento tuvo una luz adentro. Abrias la puertita y adentro tenias el whisky, el anisado, el chumbo, la Esperidina, el licor de huevo, el licor de mis pelotas. yo puse algunos libros y casettes ahi en la estanteria, un par de cintas fonograficas de Virus y de Sumo y un volumen de una Enciclopedia Kapeluz. Chamuyo para niñas ñoñas e incautas que pudieran sentirse intrigadas, y la forma de salamearse con uno mismo y decir que uno ha leido, lo cual no es verdad. El tabaco en el aire es menos intenso: la habitacion de existir es mas ruda y enfermiza porque estoy todo el dia tecleando ahí, sudando y espasmando y tratando de que me funcionen los brazos a la madrugada, es una suerte de mazmorra con las paredes blancas con las superficies poceadas de chinchetas, clavos, palazos, mobiliario corrido y vuelto a tirar; manchas de vaya a saber que miríada de materiales y/o comidas, pegotes de piés apoyados, humedad de las cañerias reventadas, caca de cucarachas, semen, sangre, vino, salsa, polillas aplastadas en años específicos u otras cosas que la mente ya no rescata por la ruptura neuronal casi total, pasta de cintas aisladoras nunca limpiadas que sujetaban paginas de diarios con artículos destacados (Al sacar la pagina del diario pegada a la pared, quedaba un rectángulo blanco ahi donde no se habia podido pegar el smog y el dióxido de carbono de tabaco que habia salido con los años de mis pulmones). Adoro recorrer con la vista la tristeza de esa habitacion. Es mórbido y grueso y se cuece vivo. No es que pueda hacer yo la vista gorda y no nombrarla: yo nací como soy y mientras no mato y no cago a nadie y no violo y me mantengo a un costado sin perjudicar a terceros con la filibustería de mi vida de insecto, creo que estoy OK. 
Pero en la habitación de existir se está mejor, pero hay mas inquietud. Está la puerta de salida de la casa, una ventana al jardín trasero. Cigarras en verano, gatos negros hechos de jade en invierno. He pensado en ladrones muchas veces y solo era la vida que hizo un Dios que me puso a un costado de toda la vida. A mi como que me lloran los ojos cuando pienso en todas las cosas que perdí, porque ya tengo cuarenta y un años casi y he vivido mucho el encierro, pero yo les digo a mis ojos: Cállense!, y se callan.

Entre los nombres que mas me gustan de bandas de rock que ya no existen están algunos como estos: Nairobi, Embajada Boliviana, Cocoliso y sus Pistolas. Fabián Casanova y los Chevy Rockets. Tambien recuerdo que en un viaje a Santa Fe, en un bar muy nebuloso, una mina entró a cagar conmigo al baño y se la chupó el inodoro. Se fué. Por el caño. Era una reptiliana inflable o simplemente estaba hecha de aire. Que me habian dicho que solo le faltaban los colmillos, me lo habían dicho, y a esto, veinte años despues no le puedo encontrar explicación... es cierto. A mi me gustaba la gorda. Estaba rellenita por todos lados, borrachita, maliciosa y cachonda y cinco minutos después estaba ahi tratando de cagar, vi unos pocos pelos, me dijo: No mires. Me di vuelta con recato y respeto, entonces me dijo: Date vuelta y mirá. Ni para ponérmela dura me podia decidir entonces. El pobre Fer solo se ruborizaba. La cervecita, una cosa de algo asi como dos vasos mistongos en mi torrente sanguíneo, me mató. Recuerdo darme vuelta hacia el espejo y después darme vuelta hacia donde ella estaba, los ojos de ella bien marcados por el delineador negro, una cara de tentadora del diablo, una gorda putica: completamente irresistible. Siempre fui un hombre de rollos y tetitas gorditas, lo sigo siendo, aunque he tenido mejor suerte. Pero no me quejo. Todos queremos un poquito de amor, de la forma que sea, y viniendo con la forma predispuesta por nuestra suerte o nuestras exijencias a la vida. La cuestión es que la mina, verdadero salchichón transpiroso, en algun lado debe estar. Nunca me lo pude explicar. Lamentablemente, lo primero que desapareció fue la vision de los pendejos ahi en su pubis mientras largaba un sonoro y caliente chorro de pis. La barriguita se metió para adentro. Eso ya era vistoso de ver, si es que existe tal expresión. Digamos que fue peculiar. Me imaginé que la mina estaba hundiendo la panza y yo la flashié mal. Era no solo una amazona buscona en una noche de viernes en un paraje olvidado de cualquier Diós, también estaba en el baño conmigo. Me imaginé lamiendo ese cuerpo expresivo como de diosa de Abisinia, los ovarios del génesis del Mundo, imaginé su cuerpo erecto contra mi bulto en el jean, temblando yo como una hoja a punto de ser peteado por primera vez, yo, sorbiendo los rollos, lamiendo lentamente sus libidinosos patys marrones, metiendo mano en su reogrdeta y rosada conchita ultrajada por mil vergas del barrio entero. Y entonces la concha se fué. Que triste que me sentí, por Dios! Si a mi nunca me sobró nada, todo el mundo lo sabe. Yo pensé que se inclinaba, pero en realidad los pliegues era porque el inodoro la chupaba. Las tetas en la camisola se inclinaron hacia abajo y el retrete la atrapó completamente por las cachas y la mina ahi ya estaba jugada. Tonta de alcohol y por el manoseo de todo el puto contingente en el bar, probablemente pensó que era la birra o que se resbalaba o que estaba mareada y que era divertido. es así: si no entendés de que se trata, sonreí. Un último mohín despreocupado, la marca de las putas. Un segundo mas tarde y la cara de la mina (aun recuerdo sus ojos azules, hermosísimos, a mi nunca me habia tocado la pija una mina con los ojos azules, ni que decir con colmillos), la cara de la mina era de un consternadísimo terror: tenia las pantorrillas a unos centimetros de su barbilla, las piernas tragadas por la loza furiosa, pies con botas hermosas, las suelas percudidas, los jeans arremangados en los tobillos que ahora se alzaban magnificamente delante de su nariz y frente a mi muda y azorada cara de niño por siempre jamás. Piernas y ligamentos rotos por la succión del elemento de baño. Un retrete manchado de oxido de orines en los bordes, uno de los antiguos, con la talladuría como los de la abuela, casi un hexágono, tapa negra de baquelita. Estilo. Y su pelo rojo en la cabeza brillaba perfumado y casi podria haberse tragado sus gordas tetas de vampiresa como todo epitafio. Entró adentro de la loza del inodoro con un sonoro "FUUMP!" y ahí quedó, inhabilitada de todo, sin habla, solo los ojos celestes entre sus tobillos y los jeans y la bombacha blanca con corazoncitos rojos mas abajo, recuerdo que eran uno de esos jeans nevados, y las botas negras, taco aguja: una verdadera cerdita insaciable. Ahora, cierta parte del corazón donde ella residía con el relajo mas asqueroso, amada por todos y protejida por todos por ser el polvo mas alucinante del siglo (y grátis, las cosas que se hacen por amor a la pija no se cobran), esa parte que ella pensaba era vida y era buena, le estaba haciendo algo malo. MUY malo. Quiso decir algunas palabras, buscar u obtener algunas rápidas explicaciones, porque el tiempo era vital, ella, la matadora del barrio a quien nadie respondía, y yo sentí pena por ella, no se la podia ayudar, se la podía entender y se la podia ver desaparecer en un inodoro, pero no habia mayor cosa que pudiera hacerse por ella. Ni por un segundo pensé en tocarla, o gritar. Por lo que pude ver en sus ojos antes de que solo quedara nada mas que sus pies y su cabeza, ella ya sabia la propuesta de los eventos y de el fin de todos los eventos. Ojos como el hielo lunar, desespero de la unica noche mas quieta: labios escandalosamente emporrotados de un lapiz labial color uva tinta, los contrastes de la piel blanquecina y pálida a la luz perfecta de la mortuoria bombilla electrica. Una belleza con el diablo en el hombro que queria decir mi nombre y nunca pudo. Yo tampoco supe nunca el de ella. Seguro que tenia uno. Ahi estaba, en su boca amoratada de a de veras, en los ojos gélidos que ahora tenian un fulgor especial del cual me sentí plenamente orgulloso: pedían ayuda, pedían una ultima explicación. Que iba a hacer yo si solo tenia veintidos años y me masturbaba con revistas que compraba en la calle Corrientes... Ademas, santafesinos y cordobeses saben que somos gente complicada por no tener ni calle ni campo en las venas o rusticidad en las palmas de las manos. No se me iba a poner a rezongar ahora por estar ahi con ella. Pobrecita, si solo tenia una testa momentánea y los ojos de Paul Newman para mirarme. Debajo de las luces del bar me habia sonreido de esta manera maliciosa y borrachina y yo habia consentido que me manoseara el corazon de oro que tengo. Yo no sabía de esas cosas, para mi, aceptar a una persona en un segundo por el resto de mi vida es una cosa muy seria. Y cinco minutos después ahi estaba con su zonza cabecita colorada y los labios apenas entreabiertos, tratando de que me acerque unos centímetros, que le diera una mano, que tirara de un pie o incluso de los jeans bajados a los tobillos que ahora estaban a la altura de mi pecho y bajaban a las profundidades de las cloacas lentamente, ahi estaba la pobre cosita con esa cara y el arrepentimiento totál y después solo la coronilla, y yo vi sus últimos pelos, del mismo color que la concha, colorados rabiosos, usados, parte de un pasado instantaneo ya, y entonces elevé mi plegaria virgen al techo del baño, imposibilitado de malicia alguna, y el inodoro se la llevó, se la llevó.... con un ultimo suspiro mio y un sonido grueso y hueco desde la loza, mi primer beso en cuatro años y ahi se iba, yo tenia los labios ardiendo y le hubiera comprado una cerveza o el puente de Manhattan si ella hubiera querido, pero nunca me lo pudo decir, o insultarme o reirse un poco mas de mi, conmigo ahi con mi corazon de oro en la mano, porque el inodoro ya se la habia comido, y entonces yo tiré la cadena con mi mano fría, tristemente, tratando de no llorar, porque soy un tipo muy sensible y la gente que sufre, yo la veo sufrir y yo sufro tambien, y antes de salir apagué la luz, cerré la puerta con toda la gentileza posible y meneando la cabeza le dije al pendejo que estaba parado afuera que no entrara ahí de ninguna manera. 
No se si me hizo caso. Pobre pibe.
  

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