sábado, 19 de septiembre de 2015

Gracias a Dios que tenemos a las panaderias abriendo....



La mujer con la cara ennegrecida por un rayo laser alien fue abducida al interior de la montaña donde vive un viejo y anciano brujo que hace transplantes de recuerdos.

No lo intentes con el antiguo anciano del Uritorco viviendo debajo de la mansa y blanca piedra, podria llevarse tu corazón a otro planeta y dejarte pensando con tus músculos, tus piernas y tu entrepierna en una tierra triste, podría dejar tus manos reposando impotentes en un pan agrio y sin cocer, gusanos saliendo de tu nariz, y el mar reclamandote el perdon de los malditos con cada gota hinchandose en tus flacas venas.

Tengo una receta para el transplante de recuerdos, me funciona muy bien en este momento mientras yazgo aqui con mis pantalones manchados y un cigarrillo barato al costado: no duermas esta noche (debe ser demasiado tarde). No perfumes la habitacion, no rocies con alcanfor la almohada como Freud, abrí las ventanas un poco, dejalas que se batan con el viento. Sacá la cabeza por alguna ventana, escuchá la ciudad (son las 3:11 am, es una hora muerta, todo fue y nada será nunca mas). Prendete un tabaco, aspirá lentamente por la nariz. Comete una uña. Las panaderias abren a las 7. Ponete unos auriculares, sintonizá alguna radio alternativa de la izquierda del dial. Escuchá bajito. Hacete un té o un mate. No te duermas. No te olvides que todavia quedan en todo el mundo alrededor de unas 2500 ojivas nucleares. Si tenes un hongo en el pie, rascatelo muy fuerte hasta que sangre y silbá una melodia. Andate y grabalo en un walkman o en el windows media recorder, sacate la remera, ponete en tetas, sacate el pantalon y la bombacha, ponete una toalla alrededor de la cintura y una camisa de hombre, preferentemente de tu padre. Apagá el cigarrillo en el suelo, pisalo con el pié desnudo, aspira el aire de la noche y pensá en el Chaco profundo, en las turbinas sordas de los aviones, en encomiendas y en bares del country-side neocelandés. Levanta la colilla aun prendida del suelo, pitá una vez mas, volvela a apagar con el pié llagado. Toca la ceniza del suelo con la mano y olela, olé tus huesos, lamete los labios con la lengua como si fueras la hija impía de Uma Thurman mas un plus de descolocación mental y cósmica y entonces ponete la ceniza en la lengua. Cuando escuches aullar a un animal que parece salido despedido desde el corazon de las tinieblas de la noche empezá a recordar. Son las 3:17. Empezá de vuelta todo el proceso hasta las 7 y comprate media docena de facturas. No te arropes, no te arrepientas, no te arremangues. La idea del suicidio en tu cabeza está rebajada por la felicidad del Indec, no confies en ella. Pensá en conejitos de felpa, en cantantes con chamberguito, pensá en como duerme Tom Waits sabiendo que ya es mayor de edad, en Dora Carrington y sus tetas, en los insectos que se arrastran por tuneles de tendido electrico profundo inclusive mas abajo que los subterraneos de los subterraneos. Pensá en cometas, en que estas hecha de polvo de estrellas, de polvo, hecha polvo, que te van a echar un polvo y que algun dia un viento fuerte va a soplar el polvo de lo que eras hacia un Rio de la Plata Atómico que se va a dormir en cromo y en la crema de siete billones de discos compactos de Raphael derretidos en una sábana mortuoria sobre la ultima semilla trascendental de la vida. Las panaderias abren a las 7.

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