lunes, 14 de septiembre de 2015

B.A., 14 de septiembre, 2015, 6: 05 a.m.

Yo amaba esos sonidos, esas canciones... me hice heraldo del amor a tierna edad y despues cambié.
Vos eras como una flor que me miraba, tal vez me pensabas extrañada: por que habria este muchachito de hurgarlo todo? Por que habría de tener ese cerebro en llamas todo el tiempo?
Es improcedente y peligroso, solo los burros! Solo los locos!
Él creia en mi como un amigo, donde florecer en repetición no es un pecado, era mi mejor amigo mi padre. Demasiado tierno para vivir mucho tiempo. Me fundí en el y en sus manos sin ninguna verguenza. Repito lo que he visto y lo digo: era buena gente. The good die young, dicen. Recuerdo una vez que vino a mi con un rebenque en la mano, enojado y dolido por mi tardanza en lo de un cumpa de escuela, me dió un par de azotes que yo esquivaba, él tenia el cuerpo flaco y la tristeza de los pobres en los ojos, nunca nos separamos. Y en este milenio habito solitario esta casa de cañerias destrozadas, no me queda ningun amigo. Supongo que algun dia seré removido de mi cama, inmóvil y ya sereno, y algun dia la cama será removida, inmóvil y serena y algun dia próximo estaré en las estrellas con algun antiguo tambor mandando ondas de radio a aquellos que apaguen con amargura su cigarrillo en el cenicero, o con cara de piedra dialoguen, vivos, pensando en que fué inutil llamarme por teléfono:

- No va a atender, es un huraño.
- Debe de estar tocando la guitarra
- No quiere hablar con nadie, está loco, su pena lo ha enfermado.

Pienso en Platero y Yo. Nunca leí el libro. Pero lo intuyo. Mis orejas, mi pelambre, la inutilidad de la bondad, la reserva, el silencio, el fin del libro.
Estos son los dias de mi vida. Recaigo y me levanto, sueño y me disuelvo. Tipeo. Fumo. Te amo.

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