jueves, 18 de junio de 2020

Buenos Aires, 18 - 6 - 2018

Anoche lloré. Claro, uno debe decir  "amargamente".
Esta mañana tomé la guitarra, todos los acordes que hago son demasiado conocidos. Por primera vez en mi vida, no se a donde ir con los acordes.
O sea, uno puede agarrar tres acordes y cantar grandes meloidas arriba, sobre acordes cutres, pongamos, sol, re, do.
Pero tengo un problema.
Mis manos estan débiles, y mi voz... estoy perdiendo la voz.
Han sido muchos años de imaginar con la mente los gritos que quiero dar con la garganta hacia el mundo real.
Demasiado rencor... arrepentimiento.
Mi voz no sale afuera.
Estoy temeroso. Estoy solo. Estoy solo.
Mis ojos estan listos para llorar a cada segundo del dia.
Esto no es depresión. Esto es un homicidio.
Cumplir años no sirvió para nada. La emoción vino y se fué en solo doce horas.
No pude responder algunos llamados salutatorios. Lo oscuro se apoderó de mi casi instantaneamente.
Mi vida es una vida desperdiciada, enterrada viva.
Estoy solo.
El prospecto no es muy bueno.
Fumo, espero, lloro.
Ni morirme me van a dejar.
El rechazo y la ignorancia es tan fuerte que naide se da cuenta cuanto amo la vida. Unas flor, el cesped, el sol de la mañana, las tardes cuando llueve, un beso, la gente que grita en la calle esperando algun resarcimiento pusilánime.
Un mate, un café, mis caminatas a la madrugada por el Casco Viejo, yo con mi circunstancia, yo con mi soledad, porque naide quiere salir a pasear conmigo.
Estoy solo.
Me aprecio a mi mismo. Pero me duele.
Aqui, en este departamento, hay fantasmas de la fiesta que antaño fué.
Y este cuerpo que crece, hinchado de odio, de arrepentimiento, de soledad, de desconexión.
Nunca veré París.

No hay comentarios:

Publicar un comentario