viernes, 1 de marzo de 2019

RED APPLE

RED APPLE


Decian que cuando se le salió el espíritu se puso todo de un color ámbar, de el color de la luz que sale donde no se sabía que habia luz. Por lo general se sabía, si, que tenia muchos problemas para congeniar con la gente, que no tenia muchos amigos, la mayoria, dos o tres perdidos por ahí, medio dementes como él, que los veía muy poco.
- Tenia la cara hinchada, los ojos hundidos en toda la piel inflamada. Estaba gordo, mas gordo que lo normal de gordo de lo que lo conocimos.
- Y parecia triste. Apaleado. Las noticias que recibia era de espiasre el perfil de Facebook. Calaveras de colores, animales con dos cabezas y tres penes. Fotos de la niñez. Vi una que era él de chiquito y está con un poncho rojo, como un pequeño miembro de Los Chalchaleros, sonriente, con un chupete azul en la boca desdentada y el sol, ahi arriba en la cabeza, en el pelito pelirrojo.
- Yo tambien vi esa.
- Turbio, esa mezcla, lo deforme con lo virginal. Quien sabe que pasaba por su cabeza.
- Nosotros sabemos.
- Si. Fué mejor no seguirlo.
- Claro, uno no quiere decir que tiene nada contra los leprosos, pero mejor saber que uno no necesita tenerlos cerca.
Y yo tambien podía ver. Que buena que estaba la Delia. Si hasta parecia buena, con esa campera color beige para que no la azotara los vientos horizontales cortantes de Chacarita. Con ese pelo ondulado negro por los hombres, los dientes grandes y los ojos redondos y negros. Flor de petesdebe dar.
- La cuestión es que se nos fué - dije sin estar muy convencido de que queria decir yo mismo sobre lo que fuese.
- Bueno, pero la memoria queda. Y las canciones.
- La memoria queda no era un tema de Metallica?
- No se, no escucho mucho a Metallica.
- Buen tema, sí, buen tema.
La yugular gentil, delgada, con sangre joven y sana, alimentada a fuerza de bombeos de un corazon que se alimentaba principalmente de vegetales hervidos y tiernas harinas de mandioca. Me dieron ganas de llorar, pero tal vez fueran las pocas flores escupiendo esa esencia en el aire de la sala de velatorios, o la mala luz.
No sé quien diseña las salas de velatorios, pero siempre tienen esa luz amarilla, los vidrios esmerilados. Te dan esa tonalidad cuasi cremosa, tan cremosa como el cutis del finado, esos tonos cianóticos en las paredes tan lívidos como la cara de el por siempre dolido.
- Si, esa que decía «But the memory remaaainsss...».
- A Fer le gustaba esa?
- Le gustaba mucho ver los documentales de bandas de rock, de escritores malditos, de gente que se sobreponía a cosas. Las historias de la guerra... siempre estaba comentándome como habían venido los abuelos de Alemania huyendo de la guerra, de la persecución de judíos en las dos primeras guerras mundiales, aunque no me sabía decir exactamente cuasl de las dos… de como la madre lo callaba todo porque era una ortiva de ojos azules y nunca se abrió con él. Fer queria saber mas e ir un poco mas allá, saber los secretos de la gente, de por qué le dolia la sangre como le dolía… puro drama, siempre, inbancable...
- Che, hablemos mas bajo, a ver si nos…
-… escuchan...
- ...Pero nunca entendió que tener secretos es la gran salsa secreta de la hamburguesa de la vida es esencial, y que nadie tiene ganas de que le anden tocando las pelotas con esas cosas profundas. No se llevaba bien con su flia. No veo a muchos aquí. No hay fotos de sus hermanos dando vueltas por ahí.
- Si las hay. El hermano era igual que Fer, se llamaba Germán, era igual pero flaco y apuesto. Mucha barba. Ojos juguetones. Él lo queria mucho. Decía que se respetaban con distancia y con un debido silencio. Probablemente la única persona a la que no le rompió las bolas.
- Pobre chabón.
- El hermano?
- No, el finado. Bah, el hermano tambien.
- Sí... bueno, no? Ya.
Le dí un sorbo a la taza de café. Hasta hace un rato estaban dando rondas... una empleada de la casa, pero hace rato largo que se fué y no pienso ir a esa maquina maldita. Ni siquiera sé como operarla. No da para pelar un bocadillo. Ya bastante Bocadillos hay en esa caja marrón ahi parada. Hay algo en el aire. No hay mucha gente llorando. Es mas raro. Hay gente que está muy trabada. Es como una cuestion de sobreponerse a un TRÁMITE. No estoy muy seguro quienes son los pocos que andan por acá. Parece un velatorio pobre, tanto de ataudes como de gente, gente liviana. En algunos funerales hay un sentimiento de que el finado ha cumplido con la tarea de honrar la vida, pero en este… Y me da miedo porque uno no puede ir por la vida esperando tener un funeral de mierda o un entierro de mierda o estar destituido de una mujer, por lo menos una sola!, má si, que llore cuando bajen el jonca.
Me doy vuelta hacia Delia.
- Por lo menos se sacó las ganas de hacer canciones.
- Sep. Casi dos mil canciones solo en Bandcamp.
- No tenía trabajo.
- Tenia una jubilación por discapacidad.
- Ojalá le alcanzara.
- Andaba por ahí vociferando que dormía al lado de agujeros en las paredes llenos de agua.
- Dicen que había fotos online.
- Efectos especiales de un poeta sensiblero.
- Era un primitívo.
- Vanguardia de la retaguardia.
El vasito de café blanco. No se por que el otro dia escuché que todos los pedazos de plastico producidos en la historia del hombre aun están presentes en la tierra. La mayoria no son biodegradables. Esas cosas se juntan y ocupan un espacio. Los que flotan en el mar terminan en un vortex en la mitad norte de el Pacifico. Una zona muy especial, como un claustro, una superficie entre corrientes en el Pacifico norte. Los marinos mercantes cuando pasan por ese basural descomunal pueden estirar la mano y apagar los cigarrillos solo estirando la mano por la borda. Es como un mar de mierda de revolvedores de café que da vueltas sobre sí mismo como una galaxia de mierda y vómito. Nadie lo ha podido limpiar. Es como una gran, extensa obra de arte compuesta por desechos en un mar maravilloso de escombros de la estupidez humana. Warhol y Rauschenberg nunca imaginaron semejante cosa. He visto fotos de ello. No me gustó lo que vi, pero me siento cansado y no dejo el vasito de plástico en el tacho en el descanso de la sala, sino que lo dejo en un borde de una ventana, una ventana donde brota hacia el suelo en un angulo oblícuo una luz prefabricada. Me siento mal, enfermo. No era un mal tipo, pero era un tipo que vos no podias amar completamente. Me daba la sensación que a veces uno le contaba cosas y con esa información, Fer te acicateaba constantemente, empujándote a la incomodidad. Como si metiera el dedo en la llaga. Por que la gente que es mas o menos gente siempre te mete el dedo en el culo? Por supuesto uno no queire ver esa llaga, uno no quiere fajar a los padres o hacerse un maniático engullidor de pastillas, pero uno lo hace, en la privacidad de su vida, como cualquier hijo de vecino, mal vecino en este caso, pero cuando Fer se hacía tu vecino vos estabas contento y excitado pero tambien a flor de piel porque no te daba tregua, siempre preguntaba. Y como estas? Te sentís bien? Estas bien? Cuando te preguntaba si te sentías bien, AUTOMATICAMENTE TE SENTIAS UN POCO MAL. Y eso él no lo entendía. La gente tiene que andar con cuidado como si fuera un enfermero en un hospital. Todos estamos un poco en un hospital y por ende el enfermero, el que atiende a los enfermos y a los recuperantes, debe mantener su compostura profesional, o no? Es menester, casi una obligación. Hay que prestar atención a la fiesta particular de uno. El queria saberte un poco mal para que el se pudiera sentir acompañado en su aflicción. Eso lo sé ahora. Eso está llanamente mal.
Ya no estaba entre nosotros. Ya estaba hecho uno consigo mismo afuera de este teatro ridículo de vida.
3500 canciones. Yo ví las cajas de casettes. Siete u ocho. Cada una tenia unos treinta casettes. Los movia afuera y adentro de un armario para secarlos de la humedad de las paredes.
Sí. Era verdad.
Que buenas gambas que tiene la cerda de Delia. Me muero por cogérmela por la boca ya mismo. Me cago en esta farsa.
Sus ojos se cerraron y el mundo sigue andando.
La miro, a la Delia. Estamos en una cápsula, en este lugar. nadie parece conocer mucho de nadie. Veo a una morena un tanto regordeta, hoyuelos en la cara, amable. Un gringo alto, rubio, con una niña. por lo que escucho parecen estar los primos, son corteses, se guían por el protocolo. La que llora un poco es novia. Parece que está a punto de explotar como una olla de puchero. Hay gente mas vieja, unos pocos. Se mantienen enteros. Hay una mujer mayor que se ha quedado parada a unos metros del féretro. Me da la sensación de que esos ojos tristes ya venían tristes desde hace ya mucho antes que este día. Por supuesto, está la madre. Ojos de acero, inflamados. Pequeñita y rolliza y orgullosa. Es ella. Esa. En calzas y pullover.
Nunca voy a poder quejarme lo suficiente de la iluminación en las casas de sepelios.
- Sí - reanudé. Tres mil o cuatro mil canciones. No paraba. Era un poco incómodo de ver todo lo que sacaba porque las canciones...
Bajé la vos, estaba hablando muy alto.
- ... las canciones eran muy tristes.
- De que hablaban, al fin y al cabo?
- De esperar supongo. Cuando la vida te pone en una silla a esperar a que la vida venga, sacas esas canciones.
La miré a Delia. Nos paramos, o yo me paré y ella se paró conmigo y fui a fumar un cigarrillo afuera.
Prendí el pucho y le dije a Delia: vámonos a la mierda. Llovía muy fino. Parches de nubes intrascendentes. Pensé: debería haber hecho la cama, dejé un revoltijo enorme lleno de pestes entre las colchas.
- Delia, nos vamos a la mierda?
- Sí.
- Entramos a saludar?
- A quien? - , dijo Delia
Y tenía razón.
Vi hacia la puerta de la casa de sepelio y un viejo que estaba tambien a punto de espichar manguereaba el garaje de la casa de funerales. Tenía un par de zapatos de cuero marrón doblados hacia arriba, furiosamente, tal vez de tanto inclinarse a dejar este mundo limpio y presentable, y al lado de él había un macetero que parecía una gran flor de piedra, y dentro de el florero había flores hermosas, de todos los colores, intactas y perfectas y me dí cuenta de que eran solo flores de plástico.
- No hay nadie a quien saludar.
- Nos habrán visto irnos?
- Ellos tambien quieren irse, por ende solo pueden callar.
Por un momento pensé en el cuerpo adentro de el ataúd. Seguramente frío. Levemente exudando en su quietud dentro de el modesto ajuar.
Nos fuimos. Cuando llegáramos a mi casa haríamos unos mates y hablaríamos mas bajo que en el funeral de Fernando. Cuando cayera la noche, tal vez Delia me chuparía la pija.
Y si no lo haría el día siguiente. Probablemente solo durmiera conmigo esa noche.
Iba a tener que trabajar fino, pero no tanto.

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