lunes, 1 de abril de 2019

EN EL BAR A LOS 45


La voz, el uso de la voz, por dios, que penurias
dar en voz alta, que alarma de dios o desde dios dar

En La Academia
Un paso al frente al barrendero que de
una sola brazada levanta dieciseis botellas de plastico
las mete en el carrito de una sola palada
él viste un azul muy opaco y un verde reflectante
una gorra
y parece una deidad suprema

en el bar mustio
pocas mujeres
algunas sublevadas de faldas demasiado toscas y cortas
charlan animadamente con quienes les han pagado
las bebidas
no me gusta ninguna
solo ellas no sabrían darme un buen pete
las conozco desde antes
la civilizacion entera las conoce dedce antes
buenas paridoras. frutales bobas
las tercas idiotas de las almas peludas

en la vereda fuman peones de tardíos cafés
las melenas hirsutas o los cortes al rape
pura testosterona sin recipiente donde caer
beben y hablan automaticamente
y
enfrente en la calle
una pareja de un hombre y una mujer
morenos
esperan en sus colchones bajo el alero de Zival's
a que no llueva, a que los pies no se pongan verdes
por el tiempo
dos niños con el torso desnudo pelean en broma
no hay policias a la vista
solo la noche cerrada y sin estrellas
solo la avenida inmisericorde y cargada
de humedad y una pátina marrón
de preservativos usados y ausencia permanente

Bebo mi cerveza de doscientos pesos con ansiedad
y aprendo a ser estoico: la muerte es paciente
la cana no
las calles son pacientes
la pobreza crece como un glande infinito

la mesera, morena y delgada
dos de ellas
esperan a por alguna nueva orden del comandato
son flacas y tienen la cara cincelada
son bravas, en mutis, casi dictatoriales
me da pena no tener dinero para propinas
pido un papel y una birome con un gesto
torpe
ella píde la cuenta y me da el pié para salir
de la escena
yo trastabillo dentro de mi cabeza
golpeo las teclas ya antes de llegar a casa
con una terquedad que a cualquiera le
parecería recalcitrante
no tengo mas
soy un hombre
 soy un hombre enfermo
soy un hombre enfermo en la ciudad
el dorado de la cerveza viene de la botella 
que al mayoreo cuesta treinta y cinco pesos y 
una plegaria metálica
pienso ahora
cuantos han muerto de congelación en una
madrugada sin destellos
sin estrella ahi arriba como compás
y pienso en lo que no se ha bailado y me
importa tres carajos
las pelvis
los adonis múltiples que nunca fui en mi cuerpo
el acento vítreo que admiro y odio en los centauros
sesgado por esas viles emociones, de temblores 
mundanos terriblemente azul transparentes
el vuelco brutal de las sensaciones 
y las putas entrando por mi puerta
por un pedazo de tarta triste
ese barrendero/pantera durará toda la vida
y entrará a la puerta de su casa con la cara
grabada por una gordas penumbras, la dignidad...
yo nunca lo haré: me desahucio en bríos críos
el húmero roto por que sabe que blues calvo
mas emparentado con el caracol que con la araña
y son las tres y cincuenta y nueve y esta noche
no hay nada mejor que las tres y cincuenta y nueve
y eso bastará
para decir que es un lunes y que de epitafio a
la delgadez de la muerte un tres cincuenta y nueve
le sienta de perillas
oh por dios que era todavía muy joven y sus
ojos vieron la luz de la creación
en un ambo holgado y transparente a una hora 
precisa
Oh es suficiente oh cuanto adentro cabe.

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