sábado, 20 de octubre de 2018

Oh, Terpsícore...

Musica de cámara en la Facu de Derecho. Le pusieron onda, el resultado fué medio medio. Atonalidades a full. Vine corriendo suspendiendo el programa siguiente a escuchar el cuarteto 4 de Villa-Lobos para ver si las desafinaciones forman parte de la pieza. Nah. Por momentos se me crispaba la cara de tanto desacuerdo entre violin segundo, viola y cello. El primer tema, Bach, un desastre. En el anteúltimo numero, el Chorus 1 de VVLL, el sengundo violinista, alto vago, se puso a descansar el culo al borde de la silla con cara de póker. Le faltaba pedir el peso pa la birra. Todo bien, te entiendo. De todas maneras estuvo bueno. Escuchar un cuarteto de cuerdas un sabado a la tarde en companía de dos viejos con los ojos cerrados me dio soláz y una pizca de morbo. Con semejantes desafinaciones, poco y nada daban ganas de tener los ojos abiertos. Escuchar cuatro músicos en totas discordancia es como... pasar el cuchillo por el plato de vidrio 45 minutos. Hey, todo bien. Yo no se tocar ni una nota al violín. Fué interesante ver la dinámica de el cuarteto en relación a obras de el renacimiento (probablemente antes, Bach?) Villalobos, Gerardo Gandini (argentino). Al final se puso bueno. Los musicos con ímpetu y menester la salida a el aplauso (una sola vez). Un viejo levantandose con esfuerzo de la silla, boina, montgomery, cara de cementerio. Me pregunté si había escuchado lo mismo que escuché yo. Pude sentir su desazón. Su cansancio. Me sentí acorde. Salir afuera a fumar me calmó. Cambio un veneno por otro.

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