domingo, 5 de agosto de 2018

UN PENSAMIENTO SOBRE VIOLENCIA Y CONTRACULTURA PERSONAL

El ladronzuelo que mata por dos pesos no se caga de hambre. Se caga de embole. Quien viva en una localidad arrugada de aburrimiento, sin excitacion, apelmazada, y olvidada espiritual y culturalmente por sus propios habitantes crea drogones previsibles, melómanos desviados y criminales inexpertos. Entonces, matar es la gran prueba de hombría, el summum de la concreción de lo que fuese. No importa ir a la carcel o no por 30 años. Para ese tipo, los proximos 30 años iban a ser igual que en la carcel, pero en la carcel de su barrio, su arrabal, su barrio y barrio, su pecera de tedio. La mayoria de los drogones y delincuentes que conocí en mi vida carecían de un ritmo concreto, y cuando se reían, eran todos los monstruos en uno. Quien no se porvee a si mismo de una cultura o una pasión, por mas pequeña que sea, una electricidad autogestionada, tarde o temprano solo puede causar cicatrices a un tercer partido. El que adore la esquina de su barrio mas allá de los 24 años está perdido por siempre. Hay que escarbar en eso, para saber a tiempo que hay que mover el culo mas allá de darle pleitesía a ídolos de plastilina hasta que un dia te mirás al espejo y ves que para empezar no te querés ni a vos mismo, mas que a algun tipo de derramamiento de sangre o a la práctica sistemática de la tortura de entrecasa.

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