domingo, 5 de febrero de 2017

DECODIFICANDO A UN UNICORNIO ROSA


DECODIFICANDO A UN UNICORNIO ROSA

- Se supone que me calientes antes de ponermela.
- A ver. No tengo toda la eternidad de mi lado. Vos me hablaste. Te invitè una taza de cafè de cuarenta y cinco pesos. Sos linda. Me gusta tu pelo rojo, tu pancita de porcelana. Tu boca de zorrita. Y me parece que sos una buena mina. Tenès diecises años pero no me importa y desconectè el telefono. La puerta no abre ni cierra bien a menos que un antebrazo fuerte le haga un movimiento maestro. No tenes escapatoria.
Se pone pàlida.
- Soy un pajaro enjaulado.
- No, el enjaulado soy yo. Una taza de tè?
- Dale.
- Venì conmigo a la cocina.
Me da un besito, se sonrie. Eso es lindo. Se abrocha el jean. Me estoy volviendo loco.
Vamos a la pequeña y mugrienta cocina mia. No me da verguenza. A lo sumo, la gente que viene a casa, la poca gente que viene a casa, no dice nada. Supongo que se queda tonta de tanto cachivache mugriento y las hornallas grasientas. Y la peste. Hay un olor a podrido.
De vez en cuando hago una taza de cafè, y no se puede oler el olor del cafè, y eso que los hago bien cargados.
- Vos de donde saliste?
- Mi padre era oficinista y mi madre se dedica a tejer y a putearme, jaja. Vos? De donde saliste?
- De el parque donde me hablaste. Aparte de eso estoy por por terminar el secundario.
-Dios me va a meter en cana.
- Nadie te va a meter en cana, vejestorio. Tenès canas en la barba!
- Tengo cuarenta y dos, se supone que ya estoy viejo.
- Parecès de treinta y cinco.
- Y vos pareces de quince. Ojalà nos hagamos buenos amigos.
- Literatura mediante.
El agua hierve, los dos, nosotros, tambien. Es la mejor parte, los primeros dias y los primeros meses. Uno juega al gato y al ratón. La persecuciòn es mejor que atrapar al ratòn. Nunca supe quien es el gato y el ratòn. Los roles son intercambiables a veces.
- Vos leès?
- Estoy leyendo a Cortazar, me dijeron que es bueno. Es un libro grande y gordo con la letra pequeñita. Rayuela. Dicen que està genial, pero yo no lo entiendo. Hay que saltar las paginas y no lo entiendo. Es una buena cosa, una buena historia pero el que lo hizo estaba loco.
- De hecho, a Cortazar le robaron la idea y los yankis hicieron un monton de plata con libros para niños. «Elige tu propia aventura», se llamaban. Los van a reeditar. Creo que voy a comprar algunos Voy a volver a tener quince años otra vez.
- Entonces yo serìa tu amante, tu madurita.
- Espero que nunca te pongas madurita. Vas a tener que cambiar de corpiño muchas veces. Te prohibo que envejezcas.
- Y vos? Vas a envejecer?
- Yo ya estoy pagando el ataud en cuotas. Es un modelo economico, viene forrado en cuero y tachas, porque soy muy heavy y muy jodido. Oops, se me bajò la bragueta de los pantalones. Mirà.
Mira. Baja los ojos de soslayo, muy seria, conteniendo el aliento. Es broma, no se bajó nada. Tampoco se empinò nada. Estoy disfrutando de esta conversaciòn. Encuentro que si me la tuviera que cojer ahora, o ella me tuviera que cojer ahora, no podria, o estoy convencido de que no podria, o estoy triste, muy triste y muy temeroso de todo, de Dios, de la cana, de las armas de fuego, de las abejas asesinas, de los comunistas, de las bombachitas rosas de todo tipo, de mi panza de vino y mis ojos que se perdieron en una lancha en llamas en Finlandia hace ochocientos años atràs, ahi donde los marineros mas tontos pierden la cordura.
Se rie. Tiene los dientes un poco amarillos, pero me doy cuenta porque es pelirroja y con los ojos celestes que su vulva debe ser rosada y con pelitos àmbares. Es toda ROSADA.
- Y eso? Anda?,- dice, cruzando los brazos.
- Tomà tu taza de tè...
 Se la acerca la boca. Tiene labios rosados y los pezones erectos debajo de la remerita abotonada.
- Que tal està?
- Pasaste de tenerme en la cama a tenerme en tu cocina, espero que no me tengas en la puerta para darme un besito en la mejilla de despedida dentro de quince minutos, no?
- Te voy a lamer el culo, te voy a meter la lengua adentro y te voy a dejar el recto limpio como el plato de un muerto de hambre de Biafra.
- Jajaja... , de en serio?
- Nah...
La sonrisa desaparece. Me cago en Dios. Siempre hago lo mismo. Bajarla a propòsito.
- Sos bueno con las minas?
- Puedo cocinar algunas cosas. Pollo a la portuguesa. Fideos con bròcoli. El bròcoli es un afrodisìaco natural, sabìas? Siempre me voy a acostar temprano. Estoy demasiado gordo y demasiado cansado, me canso. Tambien me canso de ser un niño bueno. Vos? Sos buena con las mujeres tambien?
- No me van las almejeras. Me gusta mas la pija. Por lo que vi, es mas lindo. 
- Probaste?
- No!
- Bueno, si alguna vez te cojès a alguna amiga, avisame que yo llevo la camara de video. Ves porno?
- A veces.
- Como te gusta pajearte?
- Boca abajo con la cara contra la almohada.
- Me vas a mostrar?
- Tal vez...
Baja la mirada y se sonroja un poco y cuando levanta la cara de vuelta los ojos azules estàn negros como una ciènaga.
Bingo!
- Me mandarias un viedo por whatsapp?
- No.
- Ufa.
- Depende de como te portes y no seas un cerdo, Christian.
Una de mis primeras noviecitas de secundaria me decìa Christian. Ibamos abajo del tunel de la estacion de Belgrano R y yo insistia en tratar de hacerle un agujero en el jean para meterle un dedo imposible en un recto ficticio o imposible tambien.
Se sonrie de vuelta. Ya la estaba extrañando esa sonrisa. Es todo un conundrum. Voy a ser el pedòfilo del barrio y voy a tener que convencer a mis vecinos de que soy el general San Martin, o que si él pudo yo puedo tambien.
- A que viene que dejaste que un tipo como yo se ponga a hablar con vos?
- Me diste miedo y me acerquè.
- No se supone que... salgas corriendo o llames a la policia?
- Se supone que la policia me cuide pero no habia ninguno a la vista. Me cago en la cana. Que se mueran. Para que sirven?
- Llena de color azul un mundo que deberia ser de color rosa, como tu pelo.
- Ponle que si.
- Que tal va ese tè?
- Ya casi no queda, mirà.
Me muestra la taza. Acerca la mano y el cuerpo. La puedo oler. Me vuelvo loco. Huele como huele el campo cuando lo ves por primera vez. Huele como un diente de leòn: hecho de calentura y salvajismo, intacto y destructible. Huele a una mezcla de campo, bosta, tierra y siestas de violaciòn. Ok.
Le acerco la cara y le doy un besito. Su cara està caliente o yo me estoy quemando con mi propia cara roja. Le acaricio la mejilla. Nunca fui de agarrarle el pelo a una mujer y bajarsela a mi bragueta en los primeros cuarenta minutos que estè dentro de mi casa. Me chupa un huevo. Creo que he evitado muchos males y tambien muchios polvos excelentes siendo mas paternal que fàlico, o un macho comun y corriente. Tal vez solo sea un mariquita en el closet de mamà.
Pienso en mis paredes rotas, la humedad, la tristeza.
- Te puedo abrazar?
Deja la taza en la bacha, estirando el brazo sobre mi hombro.
- Despues te lavo la taza.
- Imposible.
Le meto la lengua en la boca lo mas despacio posible. Su boca. Dios. Fresca e impoluta. Puedo sentir mi propia podredumbre odontológica chocar contra mi mismo y contra ella. Voy a tener que enseñarle a fumar para que estemos tranquilos los dos, en cualquier futuro que podamos tener. Un mes, dos encuentros, dos años, hasta que se harte de mi hartazgo, o me canse de hacerle un fist fucking anal todas las noches, todas las tardes tristes, hasta que me salga la mano afuera con caca. O que ella me meta una mano en el ano y me saque la mierda, o me mate con palabras o ella se mude a otras ingles.

La doy vuelta y la abrazo desde atràs. La lampara de setenta y cinco watts nos mira desde lejos ahi en el techo. Quisiera llorar o matarme. Le toco las tetas por entre los botones de la remerita. Si estuviera en mis cabales y dentro de una sanía mental basica me tiraria por el balcon. Estoy con dos tubos de mate en la sangre y la cafeina me vuelve loco y bestial, torpe, con buenas intenciones, si, pero solo dentro de este paraiso perfecto, y no me gusta. Es como enviar telegramas torpes al cielo, como tratar de decodificar un unicornio. 
Ella exhala, le corro el pelo de la nuca, rojo, escandalosamente colorada la pendeja, le chupo el cuello, ella respira y tiembla un poco y me acaricia la mano sobre su pecho, dentro de la remera, yo estiro el cuello y puedo sentir mis cervicales cuarentonas gemir como un gato aplastado por un auto. Me duele. Rezo porque se me pare la pija. Todo parece pulsar y desgarrarse.
Bajo la mano a la panza y sonrio y suelto un bufido de gozo. Ella gorgea una risa. Me da via libre. Bajo la mano a la concha. Conchas y jeans se llevan muy bien el uno con el otro. Me gusta. Un placer con corte clàsico. Es como volver herido de muerte a mil novecientos ochenta y ocho, cuando todo era fasinante, incluso el dolor, y el olor, y las cosas bestiales y un poco tontas.
Desabotono. Meto mano. Està mojada. Suaves pendejos. Muy suaves. Es un atraco. Una mano en la concha, otra en una teta, ella està encorvada y yo estoy al palo. 
Aleluya! 
Hurgo con el dedo medio. Suave como la seda. Clìtoris mediante. Empieza a jadear mas. Me siento tristòn e impotente para con todo. Me suele pasar eso, no lo puedo evitar. Me duele el esqueleto, me pesan las lonjas de grasa, respiro con esfuerzo, mi sonrisa se pudre entre su pelo y el millón de làgrimas ahogadas en la garganta incluso en los mejores momentos. Estas cosas no volveràn a ocurrir, pienso. No habrà gente esperandome o sintiendose atraida por mi. Pierdo el pelo, las garras, el aguante, la vida. Los años me arrollan y ella es un pimpollo de rosa, ilegal pero maravilloso, conseguido de la manera mas honesta posible. Me cae bien, y no la quiero lastimar.
Le bajo el jean y le digo:

- Agachate.

Se agacha. Le bajo el lienzo. Tiene la bombacha en las rodillas y puedo ver el culo y la conchita y los pelitos. Todo el conjunto es rosa, rojo, nuevo, y de alguna manera me siento fatal, no por culpa alguna, sino porque cuando me agacho a chuparle el orto me encuentro a mi mismo en un acto mecànico, y se me ocurre pensar que tal vez no tengo alma, y que en quince años o mañana mismo yo podria estar muerto, y nadie parece querer a nadie. El telefono se mantiene silencioso todos los dias. Y ella es tan bonita y me abre las puertas de su todo, y yo meto la boca y la lengua en ese hermoso ano y empiezo a trabajar el agujerito, taladrando con mi lengua gorda y apestosa, y siento como si todo el cielo se cayera sobre mi estùpida y acuosa cabeza. Una sensaciòn de reblandecimiento interior. Es como estar crucificado, y ella gime. Miro hacia arriba. Tiene las manos porcelanadas sobre la puerta de servicio y veo sus dedos: gràciles, limpios, delicados, sin arrugas. La mano de una joven princesa de cristal. 
Le agarro las cachas y las abro como los lomos de un gra libro maravilloso. Hundo toda la puta cara dentro de esas nalgas como una suerte de bestia y lamo todo lo que encuentro en mi camino. Debo avanzar. pongamosle un poco de pimienta a la cosa. Ella està lista. Le dicen Estefanìa. A mi me duelen las rodillas en el ceramico frio del suelo. Gritarìa si pudiera. Tengo mil historias enterradas dentro de mi corazon, y la pija no se me sube del todo. Siento como que estoy ESTAFANDO A ALGUIEN. Tengo que pensar en algo. Sus dedos sobre la puerta llena de resina de tabaco se crispan y veo sus nudillos y sus carpianos ponerse mas blancos que el blanco ya presente en su piel prìstina, y sus delicadas uñas manicuradas y sin pintura se clavan y se rompen en en la vieja capa de pintura amarillenta.
Le bajo mas la espalda, meto lengua entre la vulva, meto una mano adentro del culo y meto el dedo del medio adentro del ano salivado, y afuera en la calle alguien pone una cumbia y yo me desmorono: la musica de los que nunca recibiran condena, el hedor de mi viejo barrio. La musica de los orines de invierno.
Escucho un «ay»,y no le hago caso, como suelo hacer. Meto mas el dedo. Puedo sentir algo ahi dentro, duro. Meto el dedo adentro en la vagina. Està resbaladizo y caliente, como toda polìtica que pueda usar en este momento en las condiciones en las que me encuentro desde el vamos.
Creo que vamos a ser buenos amigos. Se la llevarà un mozo de veintitrès años, muchisimo mas perverso que yo, con mas pija, mas salud, mejor billetera y, sobre todo, mas estùpido para avanzar en cualquier cosa que se proponga.
Anotarè su numero de telefono en una esquina sucia escondida por ahì de mi agenda de telefonos, y cuando ella no estè me acostarè en la cama, fumando cuarenta cigarrillos cobardes mientras cae la tarde y nadie sabe que aun vivo y existo de la manera que realmente existo, especialmente ella. Los dias pasarán inexorableente y las huellas detràs mio desapareceran como el sudor expelido de los pelos de alguna antigua y brutal bestia medieval.
Ella va a estar bien. Algun dia algun ocèano se la va a tragar y la va a escupir sobre el mundo y serà la joya engarzada en la corona de algùn Adonis. Tal vez algun poeta. Un empresario. Un heladero con tres dedos en un piè de Laferrere.
Le deseo lo mejor, de corazón.
Entonces se tira un pedo directo en mi boca abierta.
Y entonces se me para. 





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