sábado, 28 de enero de 2017

Del caer



Algunas gentes son como las mañanas
silenciosas
donde cada criatura se recoge con respeto
ante la terribilidad del resto del dia
se ponen esto   se peinan     se acomodan la camisa
se alisan una falda se peinan la cara con un mote
nuevo

Son como los primeros
rayos del sol
suaves                ignorantes de su imponencia
irremisibles en su impaciencia
y con el primer         canto del gallo
salen a matar a cualquier otra cosa que sea luz

En esas mañanas encuentro autos
motores a explosion
escupen las pasiones mas violentas hacia
las tazas de café y
PLOP!: zambullirse en esa minúscula piscina
y aferrarse al borde de la taza
y mirar hacia afuera alisandote el pelo 
mojado para ver lo que quede del mundo
ahora

y el miedo en los ojos por lo que venga en el resto del dia

encuentro una canciòn o los trasunto tratando
de encontrar SU canciòn
y hay hambre sin padre y madre y
sesos en la pared
hay enfermeros impersonales con ojeras que 
miran esas paredes 
un recolector de residuos dobla la guadaña del antebrazo
furioso hacia el interior de una compactadora
ese reducir para llenar otra vez el espacio
y el precio es el precio de un hombre
y entonces ya no hay
ningun hombre

Y platos de comida caliente
veo al que limpia el plato con el pan
cuando el dia ya se transforma en demasiado tarde
o el dia se transforma en un hombre crepùsculo
me gustan esas gentes
que son como testamentos del hombre
como la caida de la Tierra a un precipicio terminal
y todos lo saben y
nadie lo denuncia
la cabeza trèmula de palazos entre 
dos paredes y
nadie sabe

o se sabe que las cosas son asì
y ese hermano DEL OTRO
ese que nunca es tu hermano
cantando su canciòn tierna y melosa en
una letanìa cuasi psicòtica
en sus jeans baratos
con los dedos de los piès
pulsando como las sirenas de las patrullas van desapareciendo
por esas calles que nos dijeron que nunca debiamos caminar
esas palabras que nos dijeron 
nunca debiamos decir
y que dijimos igual
y dijimos el «te amo» y nunca volviò el «y yo te amo a vos»
esas devoluciones nunca
arribadas
y este hombre y esta mujer desbrozados
con los dedos finos de un Dios blanco que es mas zafio 
que la caca
y tomas en brazos a una gran paloma de ceniza negra que
fuera la niña de tus ojos
y es tu vida entera
y estar ahì
justamente ahì
sin final y sin correr del tiempo
ni muerto ni vivo
solo ahi,
solo,
sola.

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