domingo, 22 de diciembre de 2019

BUENOS AIRES, 22 DE DICIEMBRE, 2019

Sep, son las cuatro de la mañana, y cuarto. Una de esas noches raras en que no me da un ataque de pánico o un ataque de ansiedad. En cueros, sintiendo el fresco inusual en esta noche de diciembre. En el cielo, las estrellas benevolentes, recuerdos de los millones de estallidos orgasmicos del cosmos, me dan besos en la boca y veo a cristo entrar en Canaan mientras los judios agitan hojas de palma y el vino se vierte lentamente en la unica poesía que existe: el hombre solo y enfermo, delante de los parlantes, con los ojos vidriosos y la mente clara derramando sonidos inconsecuentes mientras los pies sucios hacen tap tap en la pringosidad del suelo debajo de la mesa del living. En el parquet hay un hoyo gris el cual está cubierto de polvo, migas de pan dulce, semen, ceniza de cigarrillo. Debajo de TODO ESO, aun palpita el sueño roto de la sombra que hoy es este departamento. Vine aquí en 1992 y nunca saldré vivo de este departamento. En las paredes hay agujeros, muescas: conozco las entrañas de todo este edificio: las marcas de humedad y los vidrios rotos me han dicho invierno a invierno que uno no se puede escapar a no querer tener una escapatoria, no importa cuanto uno se vaya de boca todas las noches quebrándose una y otra vez en un mismo lacrimoso discurso de aceptación de un Oscar.
Desde los parlantes sale una guitarra rasgueada de manera tentativa, torpe, el rasgueo se convierte en confusión y las notas que quieren ser disparadas a gran velocidad solo son un cúmulo de imprecisiones y golpeteos repetitivos, el resabio de escuchar esos discos de heavy metal nunca aprendidos pero siempre saboreados. No me culpes, tenia que elegir entre Guns and Roses o Juana La Loca. Sobre la mesa hay un billete de doscientos pesos, uno de cien y uno de cincuenta. Ceniza. Hey, acordate que cuando yo me muera quiero que alguien me haga la gauchada de tirar mis cenizas en el Rio de la Plata en esa Playa villera que hay en la reserva ecologica. Tengan la decencia. En fin, no hablemos de muerte esta noche. Hablemos de la vida. Cuanto mas observé a los guitarristas al lado mio mas me daban ganas de patearles el culo, a unos pocos porque no eran tan buenos, y a otros porque eran unos siomes, otros, en fin hay cierta gente que quiere un diploma y ponerse bleisers para tocar blues. Gracias, la ultima vez que me puse un saco y una corbata fue en 1986 para ir a la graduacion de septiomo grado. ya dos años despues me hice hippie y ladron de tiendas en Casa Tia. Me agarraron un par de veces. Se necesitan un par de veces que te agarren afanando libros, juguetes, lapiceras, en varios lugaresen supermercados, para darte cuenta de que vas a ser un ladrón toda tu vida. Mi último gran golpe no ha ocurrido. Mi carrera delictiva no ha terminado todavia. ACASO HAY ALGO MAS NOBLE QUE ROBAR UN BANCO? Algun día voy a ser de la elite. Pero antes, si no me puedo robar tu corazón, te voy a hacer mierda por dentro, bien despacio, para que me quieras sintiendo, y si no te puedo hacer sentir te voy a dejar solo con tu pequeño diorama espiritual hechando humo por la cocina. Eso, te voy a dejar que te quemes en tu propia novela. Además ya estoy cansado de andar corriendo. Porque para robar hay que poder correr y yo ya estoy viejo. Pero que me peno si todavia estoy a tiempo: te digo que te quiero y vos te lo creiste, criatura de el espejo convexo, la de la almohada llena de liendres para las fiestas, la de los ojos con ruido blanco de tevé donde todos los fantasmitas te hablan. Cuando era chico un dia se fué con el marido al cuarto y se encerraron ahí, en navidad, y apagaron las luces, pero como yo venia de un barrio rico quería mas, queria fuegos artificiales y salir a la calle, pero en Lanús no se sale a la calle a menos que se te esté quemando la casa, y claro, YO ME ESTABA QUEMANDO, y esa fue lña ultima navidad con mi madre. Lights out a las once de la noche y una Virgen maría hecha de plástico fosforescente brillando en la oscuridad del cuarto desconocido que mi madre había pintado con patitos amarillos y una granja sobre una pared blanca. Ropa de algodon, viejas mantas, el dialecto maternal de la sobiredad aria y pueblerina contra el discurso de el Barrio de Palermo, la fiesta sigue, la casa está en orden, de eso no se habla, y no mires nunca nunca nunca debajo de la alfombra, y desde entonces, la mugre y las aguas serivdas no han dejado de subir y filtrarse desde lo mas profundo de esos barrios y aqui mi cabeza que yace mirando mi cabeza por siempre jamás, Amén.

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