miércoles, 14 de junio de 2017

TEMPRANO POR LA MAÑANA

Pienso en lugares donde estuve antes
y me trabo con un hueco en el pecho
como un hueco en el polvo:
es el unico lugar al que quiero volver el
de los abrazos
Aquellos dias de juventud con la maquina de escribir
y ahora veinte años despues, soy un contador?
Un archivista? Un ensoñado, un maniático?
Mi enfermedad
afecta mis sentidos y me hincha y solo
me relamo en esa dilación febril?
O es que solo me estoy volviendo loco
como cualquier otro y maniatado como estoy
espero que en el entretiempo entre el nacimiento y
la muerte suceda algo?
Un terremoto en la falla del Rio de la Plata?
Un amor correspondido que me arranque la cabeza
en una noche de furia?
Ganar la quiniela? Entender nuevos aparatos?
Quebrar el codigo de una nueva filosofia que
me diga que las cosas estan como estan y dejar de llorar?
Paseo por el Bajo de el distrito federal.
Hay un gran silencio. No hay seres humanos a la vista.
Aquellos brillantes sitios de la infancia se han apagado.
Las terrazas se han demolido. Los personajes otrora
fascinantes y luminosos han muerto. Mis compañeros
de cuando niño se han vuelto adultos y crian otros
niños. Sus padres y mis padres han fallecido.
No deseo que sus hijos busquen una vida que les
salga resultona. Se ha hecho dinero, se ha perdido dinero.
Se ha robado dinero. Se ha devuelto dinero.
Y el amor. Mujeres han venido y han gritado y se han
ido y despues vinieron otra vez los dias de verdadera
intimidad. Miramos por esta ventana del balcón.
Solo los indeseables parecen no morirse nunca.
Se abren y se cierran las puertas de los ascensores
con suavidad a la mañana, con estrèpito del carajo
los fines de semana a la noche. Bebemos, hablamos,
soliloqueamos, extendemos frases que no queremos decir
frases que no son lo que queremos decir, se extienden.
La lengua desesperada tiene culpa porque se mueve sin motivo.
Se retráe al paladar y ahí se queda por un momento.
Despues se retuerce y junta saliva y se mueve de vuelta.
Deberiamos tragar mas cerveza, mas palabras, mas insultos,
mas orgullo, mas veneno, mas waska. Deberiamos tragarlo todo,
pero nos ahogaría la culpa de nuestra cobardía. Ni siquiera sos
vos, soy yo. Temprano por la mañana. Descalzo y tenso de
abdomen con el pecho lleno de humo de cigarrillo y los
gritos de la calle expandiendose por mi pobre alma en pena
que solo quiere una pared para romper con el puño.
El espacio de los recuerdos se disipa nebuloso a medida
que los vapores del sueño retroceden como una gran plaga.
la noción de este escritorio cribado de objetos molestos
e imprácticos, mayormente basura, platos sucios, ceniceros
llenos de colillas reventadas de cigarrillos, estampitas de
santos que nunca pensaron en mí ni en vos, un mate frio.
Los tiempos jóvenes de la desesperanza, tan queridos
y amamantados con tanto cariño, se han quedado calientes
en mi abrazo y se han materializado inconsecuentemente en
esta desesperanza mas real. Son estos objetos los que me hacen
querer meter un puño por mi nariz y darme vuelta las tripas
como si se tratara de un títere hecho con una media:
el interlocutor que llevo dentro y que araña el ojete del sol
tan a menudo con manos de blancos huesos de pollo debe
saber algo independiente a mi misión de olvido.

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