viernes, 15 de febrero de 2019

Buenos Aires,15 de febrero, 2019

Ok cofession time.
Estaba viendo una escena de Boogie Nights. La peli sobre los actores porno. Todos saben que termina todo mal. La cuestion es que en esta escena esta Rollergirl en la escuela y le dan una prueba para hacer. La mina está completamente perdida. No puede ni empezar. La cara de terror y extravío es patente.
Entonces se me dio por pensar que a mi me pasó lo mismo. Y que mi resentimiento y mi escicion interior que tanto me hace sufrir, que me dejó a la intemperie mental, que me alejó de mis amigos y de mi seres queridos, que me hizo un adulto recluso y enfermizo... eso me pasó a mi.
Si alguna vez queres indagar el por qué soy tan huraño a veces, tan introvertido, tan triste por dentro y con esta cara que no termina nunca de encajar, preguntame que fue lo que pasó en el colegio. Por qué me la pasé cinco años siendo expulsado de cuatro colegios diferentes.

Fué terrible.
Yo me sentaba en esos bancos centenarios y no había ni una sola palabra que hiciera eco de lo que estaba sintiendo. Los profesores y profesoras, hartos de todos los pendejos del mundo, dictando lacónicamente palabras que no podía procesar o darle un significado concreto dentro de mi tortura interior. Compañeros canallescos y crapulientos. Escuelas que hedían, pasillos fantasmagóricos, sonidos saliendo de las bocas de los alumnos que aun hoy en día solo puedo mascullarme a mi mismo que eran terribles, tristes, desencajadas... y que yo también lo era. Una persona mas perdida en la picadora de carne humana de la mas baja de las educaciones publicas. Las clases eran aburridas. Mi comportamiento desaforado era castigado con amonestaciones que se apilaban una arriba de la otra. Situaciones ridículas, humillantes. No eran gente de escuela, no eran rectores o profesoras. Eran personal de centro de detención clandestina, jovenes y viejos, autocomplacientes y destituidos de alegría en su profesión. Ahora que yo mismo soy un viejo los entiendo mas, tambien entiendo que se morían por morirse y morir a otros también. Estaban todos chiflados y hartos de tener chicos y chicas a los cuales les importaba un carajo lo que dijeran. En casa todo estaba mal, nuestros padres estaban tristes o exasperados de como iban nuestras vidas y las de ellos, preocupados y hartos de nuestro desinterés, padres que ya bien entrados en la adultez tampoco tenian respuestas a sus propios problemas incluso muchos años despues de haber dejado la etapa de formación academica, si es que tenían alguna. Querían que fuéramos mejores que lo que ellos habian resultado, eso, o querían que fuéramos como ellos. Yo nunca odié a mis padres. No me parecen ni santos ni demonios, incluso cuando han pasado muchos años desde que los tengo cerca, o lejos, según se mire. Ir al colegio no era mas que una retahíla de imprecaciones, de comentarios mordaces por parte de uno y de otro. Lo llevabas de tu casa a la escuela, de la escuela a la calle, de la calle otra vez a la escuela y cuando volvías a tu casa, mis padres no me preguntaban que es lo que habia aprendido... porque sabían ellos mismos que en la escuela uno no aprende nada de nada. Es un habitat de transitoriedad, y nada mas. Crucial, eso si. Separa a los sinceros de los perdidos, los exitosos de los supuestamente concernientes. El que pasa de año, pasa de año, el que no... Dios te ampare. Los profesores no gustaban de nosotros, y a mi me parecían irrelevantes y exasperantes. Hay gente que puede estar parada por cinco horas en una esquina y pensar que la vida es maravillosa. En eso si te prepara la escuela, vas a hacer lo mismo por treinta o cuarenta años, callate la boca y tratá de ponerla con alguna amiga co-trabajadora. Las clases me daban sopor, angustia, sueño, sincera desesperación.

Ya en primer grado me quedaba dormido, knock out técnico en el primer round a media mañana, hecho trizas de angustia, los profesores sabian que algo estaba mal conmigo. Me miraban con precupación meliflua Solo algunos, principalmente en los primeros grados de educación primaria, se preocuparon por mi. Yo arrastraba la separación de mis padres y un enrarecimiento brutal de el ámbito familiar. Mi padre tragaba pastillas a dos manos, mi abuela era genia y abnegadísima, aguantadora, de la Guardia Vieja, habiendo pasado hambre y frio en su juventud. Mi tia se empecinaba en darme todos los juguetes del mundo, en balde, yo queria algo mas y algo menos... una charla franca, todo se ocultaba debajo de la alfombra, la mugre, debajo de un pseudo tratatmiento psicológico de netrecasa macartiano; mi hermana por ahi andaba, mis tios eran geniales, habia de todo... pero  la onda era: no se habla de tu madre. Mamá estaba ahi detrás de una cortina justo al lado del extintor de incendios. En el rincon donde se baja la escalera en el pasillo, en el espacio negativo de los ángulos familiares, las fotos, las fotos....

Cuando iba a su casa, volvia aterrado. Mi madre me daba terror. Es la persona mas cruel que he conocido, todas las crueldades de la vida, en mi alma, se mide en los ojos azul grises inclementes de mi madre.

Y entonces, tener 5 años y escuchar que sos un pequeño genio, pero el pequeño genio se queda dormido en clases, llora, se distrae, se ahoga en su camisa y corbatín, entonces este niño que aquí  escribe tragando humo azul del cigarrillo empieza a tomar "unas gotitas" que le receta un medico porque, como todos sabemos, es el niño y no la familia el que está enfermo. Rodeado de babas y de colores, y en la escuela me tiraban de las patillas adelante de mi abuela, en la calle y en clase, y mi abuela le decia a mi maestra: "Muy bien, la letra con sangre entra!", y yo gritaba, desesperado por los castigos físicos de estas putas lesbianas reprimidas que reian sus dientes podridos desnudos abajo de un sol que nunca me ayudaba.

A la vieja usanza, la Guardia Vieja.
Las mismas putas y putos que castigaban a mi padre en las piernas poliomielíticas en el colegio Don Bosco, que se metan un palo en el culo el clero y los hombres santos.

Al entrar al secundario, estaba completamente alienado. Pasó de ser una experiencia refrescante al principio. las primeras horas. El primer dia de el curso introductorio de el Carlos Pellegrini, me pusieron cinco amonestaciones.

Ese fue mi primer dia de clases en el secundario!

La cosa empeoró. No es que hubiera algún atisbo de concepto de educación especial. Yo no sabia que habia escuelas mejores que las que me mandaban. O costaban mucho dinero. En el mundo real, si no tenes dinero no te podes pagar una buena experiencia estudiantil. Vas a parar al fondo del tacho de basura de los colegios a los que nadie quiere ir porque vas a estar rodeado de otros energúmenos a quienes no les interesa estudiar, terminás con los idiotas cuyos padres se quieren deshacer de sus hijos por seis horas al dia, lo cual ya de por si, para ellos, es un milagro. No se donde está esa gente con la que fui a tantos colegios.  Sus nombres, no los recerdo. Si recuerdo haberme encontrado con tres o cuatro a los que si les interesaba pasar de año y recuerdo sus ojos, eran ojos de desprecio, de asco, de miedo, y también había en sus ojos la sincera resolución de salir de ese infierno de cinco años del cual yo no pude salir nunca. Espero que ellos hayan triunfado, porque sé a ciencia cierta de que hay gente maravillosa ahi afuera que con carácter y con un corazón sencillo pero determinado, pudieron hacerse adelante en la vida. A ellos les debo este recuerdo, y mi respeto. Y si pudiera volver atrás, me hincaría en el suelo y les pediría perdón por reirme de ellos. Les mostraría lo que soy ahora, lo cercenado que estoy, la fragilidad de mi mente, mi sufrir del día a día, y probablemente solo dirian: "Ok", y seguirían su camino. Es la forma que debe ser.

Y eso me hiere, y me da una vergüenza insondable.
Pudre mis manos para dar, y achicharra mi alma. y yo quiero dar.
Pero nadie me llama, todos estan ausentes, cargo con esta casa en un barrio de mierda donde todos es un escupitajo en el rostro, el lugar donde moran felices los idiotas y los soretes.
Algo que se me ocurre es que entre la edad de catorce y dieciocho años, no solo no estoy muy seguro de donde estuve, sino que creo que no fue ningún lugar bueno, para mi o para mi familia. No hay fotos de la familia conmigo en ese período. Recuerdo esos años vagamente, como una nebulosa dolorosa, ambigua, de caras desencajadas en el hogar, de alfombras raídas y de inviernos ambiguos y angustiosos, sin carácter, sin personalidad, sin mucho de la mística que llegué a ver en los setentas hasta los mediados de los ochentas. Algo se pudrió en mi, ahí mismo, algo que me da mucha vergüenza decirlo. Pensarlo me duele sin más. Hubo algo en esos años, una indeterminación, un enrarecimiento negro, una deseperanza magnánima, un dolor muy grande en el seno del hogar y creo que yo fui responsable de muchas angustias en mi padre, que no andaba muy bien mentalmente el mismo, que digamos.

Los positivistas y la gente a la que le ha salido bien y te dice que podes hacerlo como lo hacen ellos me chupan la pija. He intentado, he rogado, he mendigado, he levantado colillas de cigarrillos del suelo para mantenerme sin deshacerme, en una sola pieza, seguir caminando, no funciona. Cargo un cáncer letal adentro mío.
He tratado de todo. Excepto hacerme evangelista, he escuchado textos, libros santos, metodos de confianza, dietas, músicas nuevas, solo encuentro solaz en la música y en la reclusión.

Tengo una mujer al lado, ella es todo y más.

Si bien hace bastante tiempo vengo pensando que lindo hubiera sido tener hijos, por otro lado debo felicitarme por poner mi semilla en cualquier lado menos adentro de una mujer.
Darle un espectáculo lamentable y dantesco a una criaturita sería el colmo de mi fracaso.
Estos dias anduve muy down. Digamos que ando mal. Los fines de semana me pongo paranoico y triste, me quiero ir de este barrio. Me quiero ir lejos y nunca volver. No puedo vender el depto porque las expensas son muy caras (7.600 pesos)(230 dólares - 2019), entonces nadie quiere comprarlo. Lentamente se ha convertido en un ghetto, en un meadero a cielo abierto de barrio. No es lo que era. Si me empujás a decir sandeces, casi te diría que es un barrio diabólico. Sucio, hostil, la gente chupa birra y toma drogas en la calle a plena luz del día.
Es un desfile incesante de zombies bastardos perdidos en un mundo donde solo se trata de cobrar el suelo y garcharse mujeres con corazón de culo de cerdo.
Mean en la calle.  Yo meo sobre el meo de ellos.
Una cosa animal, vistes vos?

Una vez al año veo niños jugando en la calle.
A las ocho, la gente saca a los perros a cagar y mear, lo hacen todos al mismo tiempo, así que siempre a la misma hora se escuchan ladridos y aullidos de perro y peleas perrunas al mismo tiempo que cae la noche. O sea, si tu eres feliz, veras esto como un detalle picaresco, para mi, es el preludio al terror de la noche. Solo a la madrugada me siento acompañado precisamente porque cuando todo el mundo está borracho o durmiendo, yo estoy trabajando en mi música y en mis poemas, cuando ellos duermen, yo sueño despierto.
No puedo ofrecer mas que mi cuerpo anónimo a la noche, no puedo ofrecer mas que mi mente al silencio sin rostro de la noche.
Si podés, vení sacame de acá, no tengas miedo de mí. por vos, yo voy a mover montañas.
Para algo te tengo que servir!
A veces siento que soy Van Gogh escribiéndole cartas a su hermano Theo.
Estoy muy triste. No puedo salir de este barrio. Estoy atrapado.

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