- Quien podia decir que un hombre o una mujer se convierte en un estanque de peces azul azul? Y la savia? Y todas las navidades que esperamos con ansia las manos sarmentosas de papá a que escondiera los regalos navideños en un armario o en una valija? Los encontrabamos de cualquier manera, amiga mia.
Buenos Aires tambien se ha puesto azul azul esta trde. Una fina llovizna que cae de un cielo gris y muy bajo, palomas y gorriones resguardados en las hendijas y en los vertices negativos de la ciudad que amo, y suena un trueno y en este living nada parece enfermo excepto yo. Palo tras palo mi lomo se ha arqueado y ahora hablo con la voz de un viejo, con la voz plañidera de muchos botes quebrados, de incendios, de humana tragedia.
Euge tambien está quebrada, pero de porro. Comulga con la anarquía programada de los pibes de ahora. Tiene diez años menos que yo, o sea treinta, pero se porta como si tuviera veinte, y la cara se le ha hinchado como si tuviera cincuenta y cinco. Es un poco triste de ver, porque no es muy bella, pero lo que su cara no atina a transmitir, sale por su boca en una andanada de maravillosas explosiones. nunca parece estar demasiado borracha, o colgada, o tampoco para de chuparse el dedo. Compulsión. Es raro de ver. Sé muy bien que cuando la recuerde en el futuro, porque, es un hecho, en el futuro no estrá conmigo, la voy a extrañar un poco. Un poco. El pelo corto, la alegria, la alegria de los perdidos y los desesperados, todas o casi todas en contra. loca de atar. voluntariamente insana, brote tras brote porrero.
- Lo mas copado es que yo me daba cuenta de que tenia un brote y me GUSTABA. Yo me daba cuenta de que estaba re loca y no me importaba, no veo que es lo que causa tanto alboroto, es el cuelgue de hoy. Todo el mundo fuma.
- No es verdad, hay gente que no fuma.
Me pasa el pitillo. Espero escuchar a Bob Marley en cualquier momento. "Is this love?"? Raro verme a mi fumeteando, a menos que sea tabaco, mil ochocientas veces por mes. Inhalo. Ella se rie. La risa es limpia, y yo me pongo mas triste porque el dia de mañana voy a tener que matarla en mi corazón.
- Mirá, hacés asi.
No entiendo lo que hace. Para mi está fumando, no entiendo el secreto.
- Pero chabona, es igual que un tabaco. Que onda?
- No. Lo mantenés adentro, le das caladitas chiquitas y lo juntas adentro y lo dejás estar.
- Ok.
Tiene unos sahumerios prendidos y la notebook le anda bien, la camara está por ahi a un costado. Le saca fotos a las plantas, a sus bebés, como ella las llama. Retoños de marihuana. Dentro de dos meses tendrá doscientos gramos de marihuana que yo miraré con ojos como platos. mucha droga. se me permite llamarle droga a la marihuana? O dejo de ser un tipo con toda la onda? Tal vez solo soy un viejo y estoy cansado. A mi no me parece gran cosa esto de dilucidar posibles desgracias, aunque por lo menos soy bastante relajado y silencioso ante los despiporres ajenos, incluso con los mios propios.
Aparecen daikiris de frutilla que ella sirven en vasos hermosos y limpios. Le pone onda. En el futuro estaré sucio y desesperado y beberé cervezas comunes, muy de vez en cuando, con otros dementes tambien ordinarios.
- Estuve haciendo un poco de musiquita con el Fruity Loops. Querés escucharlo?
- Dale.
Todos los entes creativos se juntan y se destrozan de a poquito de la manera mas bella. Pienso en esto ahora. Pienso en frio. Viene el invierno. No tengo calefón, se rompió. He bajado doce kilos. Me veo guapo, me siento lleno de pus por dentro. La batalla es dura, la plata no existe, el grupo de amigos se disgrega y desvanece. Ando cojeando. Las zapatillas estan rotas, mi barco se ladea, de madera, de fuego, una efigie imponente llendose a la mierda en el abismo de la duda de todo.
La musica sale de buenos parlantes. es musica creativa, simple, efectista, moderna. Yo soy mas bien un hombre de blues blanco. Un chico de la guitarra y de su grabadorcito. La musica es efectiva, me transmite alegria. Me gusta que ponga su buen diez por ciento en algo que no sea la porreada. La miro en el sofá, chupandose el dedo, quedándose sola. No la interrumpo. Estoy cómodo, pero un rayo de luz interno mio busca algo más. El alcohol ayuda, funciona. Se siente tibieza.
- Che, esta bueno esto.
- El daikiri?
- El chupe y la musica. Es muy dificil usar el aparatejo ese?
- No, para nada.
- Tenés que enseñarme un dia como se usa. Interesante... tal vez para hacer bases para ponerle a las guitarras.
- Estaría, o vos le podés poner guitarras a mis cosas. Tengo un video ahi que grabamos el otro dia y lo edité, necesita musica.
- Veámoslo inmediatamente.
Un trueno quejumbroso azota la calle, el murmullo de los muebles de Dios, y cien mil dagas caen sobre mi cabeza del lado correcto, o sea del incorrecto. Me deslizo en una espiral incomoda, de tan cómoda que és. Todo parece relucir en esta casa y no es la droga. Todo es hermoso. Nada parece estar siendo comido por las cucarachas, como es el caso de mi casa. Buena alfombra gris. paredes sin manchones. Cocina amplia. Cuartos con luces adecuadas a un ánimo complaciente, plácido, proactivo y eficaz. Tonos amarillos cálidos. Ámbar a raudales. Estamos en un piso octavo.
Mamá es doctora, está de guardia. Nadie nos molesta hoy. Mamá no aprueba a su hija, y la hija lo sabe y lo disfruta. Es la forma en que son las cosas.
No hay vibraciones sexuales entre nosotros. Ella es bi, yo soy un chabón. Yo vivo a unas doce cuadras de su casa y Euge está sola con su tobogán particular. A esta altura del partido uno cree saberlo todo (yo) y uno se da cuenta que hay matices nuevos, impuestos por la locura, que lo llevan a uno a darse chascos tristes. Hoy estabas ahí (yo) y ahora estas acá. Ayer jugabas puerilemnte con ideas romantizadas de la muerte y un dia cruzaste del otro lado del espejo y ves, desde detrás de barrotes químicos en el campo de la locura, como todos aquellos que te amaban se roban toda tu vida.
Euge me muestra. El programa es como un pianito donde uno va llenando escalones, los escalones son notas o tambores que uno combina durante un lapso interminente de tiempo para formar patrones rítmicos.
Se me escapa, esto de aprender. En las escuelas argentinas no tienen piedad con los hermosos. A los diecisiete ya aprendía a ponerme bombas en la cara para no llorar. Que se le va a hacer. Mientras tanto Eugenia continua con lo suyo, dando sorbitos a la bebida roja que ha preparado con amor. Si no se contuviera, la vería temblar como una hoja a por un poquito de amor, como un año de amor, como diria Leonard Cohen.
Probablemente la gente mas interesante, la gente por la que se merece pelear hasta la muerte, sea la gente que tiene grandes secretos. La gente que enarbola una bandera tan gigante y tan peculiar que uno siente un poco de temor: No agites eso, podrian verte, podrian romper tu corazon!
Y ella rompe, rompe el silencio detrás de los graves de los parlantes.
- Creo que el video quedó bien, mirá.
Hace un click con el mouse y empieza el corto. Es un esqueleto de juguete que compré en un local de chucherias de mi barrio por dos pesos. Se suponia que uno podia tirar de una cuerda en su cabeza y el esqueleto se reía, pero nunca funcionó. En el video, el esqueleto baila colgado de un piolín alrededor de una figurina de porcelana de imitación de una geisha. Euge lo hizo parecer como si la vorágine del cortejo del esqueleto a la geisha parezca tremendo, distorsiones, marismas, zooms, volcanes de amor. La calavera y la geisha, el movimiento suntuoso y grueso de la muerte, la camara se acerca y se aleja mientras los muñecos se escupen y se frotan y se apartan u se contraen. La cercania de la epicidad.
Juegos de jovenes mortales. Juguetes para los malditos.
Doy una calada profunda al porro. Piesno que mi moralista interior de la derecha cristiana se esfuma como el humo dulce que flota en el semipiso. Siento verguenza por unos minutos. La culpa y su frío.
- Está bueno el video Euge!
Me rio con sinceridad.
- Se la quiere culiar a la china!-, digo.
- Sep, y la china está toda dura, como vos.
- Jajaja, asi es.
- Tomate otro daikiri de frutilla, Fer!
- Solo si usted acompaña...
- Acepto.
Se alzan dos vasos bien helados de sangre de frutillas y ron.
- Creo que tengo la banda de sonido perfecta para esta catástrofe.
- Ey, pensé que te gustaba.
- Lo digo en un buen sentido.
- Mas te vale, ratucha.
Saco un cedé.
- Lo hice con la Roland que me prestaron. Vas a tener que editar un poco mas si queres usar toda la cancion. Si no, le ponés un fade out a la musica, no pasa nada. Congas del infierno, o algo así... Tambien le puse un tecladito que tengo en casa, el Yamaha.
En realidad la estoy pasando bárbaro.
- Che, estoy podrida de los pibes de teatro. Me tratan mal.
- Por? Que te hacen...
- No sé, hacen intrigas. Celos. intrigan en mi contra. Yo le pongo toda la onda pero son unos pendejos de mierda.
- Que edad tienen?
- Entre dieciocho y veinticinco años.
- Eso lo explica todo Euge.
- Me tiran la mala onda de mierda... forros. Fuimos a un restó de Palermo... estaba todo bien hasta que pasó algo raro. Estaban pasando una ensaladera con tomates cortados y entonces este idiota me miró a los ojos de una manera de mierda... con un odio de mierda... y cuando me estaba por pasar la ensaladera se la pasó a otro, de una manera recontra obvia, sorete... no se que le hice.
- No te fies de esas sucias pseudo-estrellas.
- No pero no sabés, fue re obvio. Me queria morir.
- No dejes que te traten mal, Eush.
- No sabia donde esconderme, no se que pasa conmigo. Yo le hago mal a la gente?
- A mi no me hacés mal, Eu, quedate tranquila.
Suena un fatídico trueno enorme ahi afuera en mi Buenos Aires querido, tan fuerte y tan grande y tan gris, y un rayo imponente cruza el cielo.
"Púrpura en el ámbar, el alma que no se sacía. La estancia que resuena en mi mente hueca, y la casa vacía."
La musica en los parlantes. Humilde, esquelética: sonidos de mi pobre alma. Euge asiente aunque no le gusta. El alcohol y la marihuana haciendo volutas entre los sobacos de nosotros dos y levantándonos en el aire, sumisos e inocentes, cargados de semen y de leche y culpables, los dos frikis, los solitarios, los dejados que vuelan en la noche tormentosa. Somos bisagras que se besan buenas, útiles solo temporalmente. nunca me ha molestado que me usen de esta manera, aunque siempre he sabido, desde muy chico, que es solo un goce temporario, tan útil como la paja, pero mas doloroso, una sucesión interminable de pequeñas grandes muertes, de insoslayables ausencias rotas, la mancha, el virus, la gran droga de tocar para partir o partirse. Nadie llora esta noche. El lago Señor lleva y mece a los botes en llamas. Nadie quiere usarnos, somos los culos del mundo. Útiles para naide, estamos enfermos de vida. Nos odian. Nos esperan esquemas imposibles y la gran muralla china del trabajo o de las pensiones por discapacidad. Se nos mueren las flores, nos fumamos a nosotros mismos, gota a gota, condescendencia a condescendencia, gesto a gesto, guillotinando la cabeza del tiempo con besos en el cogote de la parka. hacemos lo que podemos y más aún.
Sé que funcionará por un rato y después no sabré ni como se llamaba, la cara se disolverá como una acuarela en mi bitácora de lágrimas.
Han cortado la luz. Por un momento dejo de respirar y escucho la de ella en la penumbra, oliendo tenuemente a jazmines delicados. Puedo verla recortada contra la fosforescencia del cielo que entra por la gran ventana abierta del balcón. De alguna manera me ha desangrado. Demasiada simpatía para tenerla por toda la vida. No la culpo, no me culpo. En la vertiginosidad del barranca abajo, uno se olvida más de la gran carencia.
Por un momento la veo coronada y no hay nadie que pueda reprocharla, yo los cagaria trompadas a todos, los mataría si fuera necesario. Uno nace malo, ni está hecho de arcilla. Son los cuchillos, la presunción de el cáncer presente? Es acaso el mundo que voltea a los ascendidos? Eugenia está sola. Es observada por mequetrefes alucinados de su pecado. La tajean. Y ahora en el pelo se le cuecen rayos y todas las cosas que se puedan sugerir están mal.
Otro rayo en el cielo, ramificado por cien mil dentro de la humedad del living room y todo es violeta y renace. Es mejor así, desde el principio de los tiempos.
Ella cortaría cordones umbilicales con los dientes y pariría en el seno de un volcán de la ultima sangre, esta chica.
Trato de no respirar. No me acerco. No me voy. Que si, que no... Puedo ver algo, tambien tengo algunas credenciales, tengo brazos y los músculos para triturar todas las flores, o algunas.
Tomé el último gran sorbo del daikiri de frutilla. Tragé silenciosamente. Eugenia me respira y de pronto entiendo que estar desnudo, así de desnudo, es una máquina de pecado, una caldera fabricada con ofebrería fina por los cerdos. Yo lo sé. Ella lo sabe. Con su vestidito de flores azul y sus calzas violetas y su pelo enrulado corto y sus pastillas anti-todo. Mis pastillas anti-todo. La bondad. Sus cachetes de Quico. Sus novias de un solo dia. Besos ilegales y cuerpos extraños sin nombre por la mañana.
Sopla un viento frio y se me hielan las cuerdas vocales. No hay balas de plata que maten completamente a nuestra clase de imperdonables.
El recuerdo, y la matanza de este choque de primerísimos principios.
- Euge.
- Que che.
- Me tengo que ir.
- Son ocho pisos por escalera.
- Los bajaré.
Me abre la puerta. Nos abrazamos. Le digo: nos vemos en la semana.
Uno miente para amar, a veces. Si uno ama profundamente, uno sabe que va a mentir mucho.
En realidad, yo debí decirle esa vez que nos vimos a los ojos: Nos vemos en diez años.
No hay comentarios:
Publicar un comentario