viernes, 20 de febrero de 2015

LA BUENA INFANCIA


Padre contaba las cartas, eran siete, ninguna manuscrita. Eran boletas de impuestos. Hacia treinta y siete años que usaba la alianza en el dedo y hacia treinta y siete años que queria cortarse el dedo. La culpa era de la mujer que tenia delante suyo, del otro lado de la mesa. La del otro lado de la mesa se llamaba Teresa. Teresa no tenia abdomen, o si lo tenia estaba oculto por el embarazo de grasa permanente que tenia desde hacia treinta y siete años. Padre... Padre no tenia pelo casi, tampoco mucho de nada, ni pito ni manos ni espalda ni nada. Era una tabla exprimida donde la sangre apenas corria a travez de brazos y piernas y corazón. Las luces del techo eran mortecinas y apagadas y tristes, la casa era triste, las boletas eran tristes, la noche era triste, los perros aullaban triste, en Glew, y la casa se mantenia en pie apenas, si fuera soplada, se caeria, y ellos moririan con la casa.
La casa siempre ratifica lo que hay en las almas de quienes en realidad la sostienen.
Padre suspiró, Teresa se irguió, el gato bostezó y orinó, una mariposa nocturna se rascó el hombro, un chancho fue matado de un raquetazo en la oscuridad de la noche, sin un sonido, a mil años luz de distancia.
Padre masticaba despacio el pan con manteca con toda la fuerza de sus encias. Teresa rezaba por dentro, pensando en la biblia, en venganza, en penes que nunca la penetraron. Eran los dos ciegos como topos, y estaban llenos de estopa por dentro. Muertos hubieran quedado mejores que lo que estaban. El cartero ponia una cara de horror cuando los veia sentados en el porche con el pequeño Claudio. Dejaba las boletas y aceleraba el paso al doble solo para salir de esa casa gris del horror. Pasaba a la siguiente, cien metros mas allá. El cartero ponia otra cara de horror y aceleraba el paso al triple de velocidad, con su camisita amarilla tan graciosa...

Y ahora estaban sentados los dos en la mesa, pensando, pensando...
Padre habló. Abrió la boca y un hilo de baba cremosá evidenció juntar sus labios superior e inferior. Era de un color blancuzco.

- Debemos darle al pequeño Claudio su cena.
- Asi es, Padre.

Se levantaron y el suelo de madera rechinó y una finisima capa de polvo se levantó por el suelo, polvo añejo, muy muerto, casi un polvo limpio. Cuidado y mucho tiempo en reposo, como el de un catafalco.
Entraron al cuarto del niño con un sendo plato humeante, abriendo la puerta que emitió un gozne quejumbroso. Dentro del cuarto, las luces de los autos que pasaban por la autopista dibujaban espectros alados y sombras efimeras y estiradas a travez de la persiana vieja. En su cama, el niño Claudio tenia los ojos muy abiertos, negros y redondos. Estaba muy quieto. El corsét ortopedico atado a su tronco central lo mantenia en su lugar, a su columna destrozada, y aun debajo de las mantas, sus piernas aparecian tocadas por férulas con correas y por los botines ortopedicos marrones, demasiado grandes. Su cuerpo era diminuto y la manta era aun mas diminuta: era la manta de la cucha del perro.
Claudio giró la temblorosa y transpirada cabeza hacia la puerta y vio a sus padres entrar. Abrió la boca para gritar pero nada salió de ahí. Una polilla con los ojos muy negros aleteó contra el vidrio de la ventana y se tiró un pedo. Las arañas bostezaron. Perros aullaron en la inmensidad del conurbano, asfixiados por la sagrada medianoche.

- Claudio hijo mio, te he traido tu cena...
- Madre.... madre...
- No hables Claudio,- dijo Madre- Dios ama a los apocados...
- El silencio es oro, Claudio.- dijo Padre, en un espamo seco.
- Asi es Claudio, Dios te ama...
- Abraza a Cristo, Claudio.... es por tu propio bien.

Claudio sintió un frio en todos los treinta y cuatro kilos de su cuerpo y gusanos rohian su alma de hielo, comiendolo y chupandolo...

- Madre.. no... no otra vez...
- SI, Claudio, SI....  te hemos traido tu plato favorito, un plato ESPECIAL que te hará mas fuerte, mas fuerte, la fuerza irá a las piernas, a la espalda, ahi donde está lo malo carcomiéndote, mordiendote y comiéndote la médula....
- Madre... no lo hagas madre... no otra vez... LO HARAN OTRA VEZ!
- Que ocurre, hijo mio - dijo madre mostrando una sonrisa con un diente de oro en el frente de la boca.
- Madre, han venido a visitarnos... quiero que se vayan... están aquí...

Claudio respiro profundamente con las pocas fuerzas que tenia, con los ojos bilirrubinicos, exhalando polvo de ataud y germenes que gritaban y aullaban.... y lloraban....

- Son amigos, Claudio, amigos con alas..?
- Tal vez estan hechos de un color muy negro, hijo mio...? - dijo Padre.
- Son negros... y tienen alas... muchas alas y ojos... ojos...
- Ojos hermosos tal vez?
- Ojos de fuego... y se rien... los ojos... se rien... y quieren que entre ahi dentro...
- Son solo amigos de la casa, Claudio. Esta es una casa muy vieja y tiene muchas historias... - dijo el anciano.
- Es hora de tomar tu comida especial, Claudio... te hemos traido tu comidita, tu... sopa.
- NOOOOO...  sopa no.... aarrggghhh... no...
- Si Claudio, sopa si...- dijo madre poniendo el plato en su pecho huesudo.

Claudio comenzó a sollozar entre convulsiones, y sintió a los seres alados salir desde detrás del armario, desde debajo de la cama, desde debajo del escritorio verde, desde la sombra congelada y las paredes que respiraban, respiraban muy húmedo...
Madre dijo entonces:

- Tu plato especial... SOPA DE MEDIA VIEJA!

Ambos sonrieron y el niño sintió su pobre columna estremecerse y los dedos dentro de los zapatos ortopedicos parecian gemir y llorar... y llorar... y llorar... tan frios, entre viejos tambores paganos, y las férulas lo mantenian muy quieto y muy dócil y muy tieso en un nido de podredumbre...

- NOOOOOOOOOO!!!
- Abre tu boca bien grande Claudio, deja que Madre y Padre te den un sorbo de este plato especial, el plato que te hará mas fuerte para cuando vengan tus amigos a buscarte PARA IR A JUGARRR.....
- NOOOOOOO!! NNNOOOOOOO!!!!

Claudio quiso mover sus brazos, pero sus brazos estaban atados al lado de su pecho con cinturones y correas de cuero. Muchos cabellos de su craneo se desprendieron inemdiatamente, marchitandose en un santiamen, feneciendo... 
Se orinó. Se cagó. Sintió la caca hacer una almohadilla debajo de su arrugado ojete de piel de pollo gris.
Madre y Padre sonreian vestidos de ceniza y de plasma.

- Por favor Madre, Padre, no quiero que me vengan a venir a buscar, yo no quiero jugar con esos niños, NO QUIERO SOPA DE MEDIA VIEJA...!
- Entonces tendremos que alimentarte con la ayuda de la viborita...
- NOOOOO, LA VIBORITA NOOOOO!!!!
- Asi es, Claudio, - dijo Madre moviendose lentamente - te has negado a aceptar tu sopa especial otra vez y te has rebelado contra el esfuerzo de tus padres, Claudio.... Padre, la víborita....

Padre tomó lo que ellos llamaban la vibora. La vibora era un tubo de goma correoso color crema. O habia sido color crema. Hule. Ese color. Estaba cubierto de una capa traslúcida verde: los jugos gástricos de Claudio. El tubo iba a un fuelle con una tapa a rosca. Padre volcó  el contenido de el plato de lata con la sopa especial de media vieja, cerró la tapa, conectó el tubo al fuelle y se acercó a Claudio.
Claudio cerro la boca y  mantuvo la respiracion mientras la punta hueca de la cánula intentaba entrar en sus labios violáceos.... en su boca en su alma....

- Claudio, no te resistas hijo mio, tus amigos estan esperándote. - dijo Padre.
- Dios ama a la gente especial Claudio, Él te ha enviado a Ellos para que te guarden, y a nosotros, para darte amor...
- MMMPPHHGHHH!!!

Los dedos de Padre abrieron los labios de Claudio y despues los dientes. Claudio habria escapado... incluso los habría mordido, en sus sueños. Los sueños se terminaban, pensaba a veces.
Pero Claudio no soñaba nunca.
Los Ellos observaban desde las esquinas, desde las hendijas, en silencio mortal, descorporizados y ajenos a este mundo, con los ojos profundos, llenos de imprecaciones y flatulencias. 
Chistes sucios susurrados en un dialecto del pricipio de los tiempos se desperdigaban por la estancia como pedazos de juguetes rotos.
La víbora entró en la boca del niño con un sonido gorgoteante y gutural. Padre, con manos ágiles, metio la sonda adentro en un santiamén y el niño Claudio regurgitó sangre y bilis y sus ojos se pusieron blancos y sus manos y piernas atadas se revolvieron, condenadas, crucificadas, imposibles.

- Asi es hijo mio, acepta al No-Nacido.
- Dios es amor, Claudio. Lo dicen las escrituras, lo dicen los dias del triunfo del Omega...

Claudio sintió la viborita entrar en su cuello, en su garganta y en su paladar y en su alma y en su estomago y el liquido empezó a correr dentro suyo, llenando su sangre de cáncer, de magia, de sollozos que volvían hacia adentro en una espiral de pesadilla.
Afuera en la autopista una rata era aplastada por un auto. Un armadillo sonreia y era comido por un coyote, el coyote se masturbaba profusamente y violaba a un gato. 
El gato fumaba mientras era violado.
En la puerta de entrada de la casa, dos hombres vestidos de impecable negro esperaban en silencio, rostros inescrutables de seres humanos hechos de hollín a quien nadie llamaba por sus nombres innombrables...
Claudio trató de respirar y se puso azul, despues verde, despues blanco, despues ya ni se acordaba lo que era respirar. Los angeles en las esquinas agitaban sus alas de libélula. Comian su propia grasa mientras Padre y Madre temblaban en la semipenumbra del cuarto, orinándose, acabando, orgasmando secamente con sus penes y sus vulvas agrietadas y resecas y marrones y arrugadas, frotandose en si mismos, arrebujados y sobados, con los ojos bien abiertos, las bocas execrables emanando viejos hedores en sus cuencos sin dientes... comiendose asi mismos, babeándose, recordando soliloquios a una estrella muerta y espirales en desiertos....

Padre activó el fuelle una, dos cien veces hasta que la sopa del gran plato de lata hubo desaparecido. A cada palancazo Claudio se inflaba y la cara se ponia morada y los ojos rodaban hacia adentro de sus cuencas.

- Sientes ese calor, Claudio? Puedes sentirlo? Estan aquí, abrazándote, buscándote para llamarte al viaje...
- El viaje de regreso hacia la verdadera luz está cerca, hijo mio, está cerca... - dijo la mujer, con los ojos negros como la noche.

Claudio hubiera contestado con cortesía, pero no puedo hacerlo de ninguna manera. Estaba amordazado por la cánula y el sabor a media. Eran medias grises. El caldo de las medias era marrón. Estaba caliente y no quemaba. Miraba fijamente el techo, completamente demente, supurando como un caracol aplastado por la botita de charol de una quinceañera rubia con colitas en el pelo.

Adentro de la cabeza de todos, hay un lugar ahi atrás que es como una casita negra donde uno ya no tiene que pensar que en la cabeza de todos hay un lugar ahi atras que es como una casita negra donde uno ya no tiene que pensar que en la cabeza de todos hay una casita negra donde uno ya no tiene que pensar.

Los hombres en la puerta de entrada, y los ángeles amigos en la pieza en las esquinas suspiraban y espasmaban, todo parecia roto y quebrado como si el inframundo y este mundo estuvieran hechos de vidrios rotos y mucosidades y convolución.
Un mirlo hecho de jade podrido emitió un aullido y debajo de la tierra las subcriaturas jugaban al poker con pequeñas cartitas de juguete, esperando entre risitas cretinas... cretinas... cretinas.
Entonces la sopa se terminó con sonido de SSPPOOOSSHGGHLLFFF..... el fuelle vacio. El fin de la cena. Padre sacó la sonda, madre soltó la mandibula abierta de Claudio que sostenia con ambas manos agarrotadas por la artritis, Claudio, sus labios azules, su complexión cadaverica, el pelito sucio y ralo en la sudada frente amarilla huesuda.
Madre se irguió en la cama y vio a su hijo, su padre tambien se levantó y vieron el cuerpo de su hijo maldito por la suerte, el carnero sacrificial.
Poco y nada valia esa pobre cosita. Pero era imprescindible.

- Todos vamos a ir a un lugar mejor Claudio. Aquellos que esperan en la puerta traen portentos misteriosos cuyo lenguaje debe ser advertido. Solo debemos saber cuando abrir la puerta. Legba sabe.

Claudio tuvo un estertor salvaje, solo contenido por las ataduras y por el corsét metalico que aferraba su cuerpo podrido a una cama que era un velero roto en un mar destrozado. Las luces bailaban tristemente en el cuarto. La casa gimió una pelgaria súcuba entre pedos. Buhos y mirlos enmudecieron.
Los heraldos negros, cubiertos de costras e insectos acuosos, sonrieron complacidos, y ayes milenarios amortajados entre sus dientes afilados se derramaron sobre el piso de la estancia, largos dedos negros se estiraron, largos, largos y finos, como huesos del tiempo danzando helados, hacia el niño paralitico en su cama, para acariciarlo, para poseerlo, para violarlo, para disolverlo, para chuparlo.
Y lo negro lo cubrió con su beso, fragmentándolo en una espiral en caída.

Padre y Madre estaban sentados en dos poltronas uno enfrente del otro. Silenciaban. Aun había tiempo. Se necesitaba paciencia y creer, creer mucho. Ellos creían, callaban, alimentaban, daban el amor. Insuflaban. Un amor muy especial, que aguardaba en la puerta, mirando un reloj de oro sin manecillas, y dentro del Sedan de Ville negro que aguardaba en la acera, Legba asentía sobre el mundo a quien cubría con su puño y los paquetes de ofrendas de huesos eran deslizados hacia las manos piadosas y pacientes de los padres, y debajo del cielo púrpura donde no cantaba un solo grillo, las entidades silenciosas, tenebrosamente, sin un solo sonido, con el mensaje, llamaron al centro palpitante ahi donde el niño Claudio era impregnado.



"aire fuego Borrachera
agua venas enteras abiertas
nadie todos solo en la espera

la paz... las guerras"



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