La voz, el uso de la voz, por dios, que penurias dar en voz alta, que alarma de dios o desde dios dar En La Academia Un paso al frente al barrendero que de una sola brazada levanta dieciseis botellas de plastico las mete en el carrito de una sola palada él viste un azul muy opaco y un verde reflectante una gorra y parece una deidad suprema en el bar mustio pocas mujeres algunas sublevadas de faldas demasiado toscas y cortas charlan animadamente con quienes les han pagado las bebidas no me gusta ninguna solo ellas no sabrían darme un buen pete las conozco desde antes la civilizacion entera las conoce dedce antes buenas paridoras. frutales bobas las tercas idiotas de las almas peludas en la vereda fuman peones de tardíos cafés las melenas hirsutas o los cortes al rape pura testosterona sin recipiente donde caer beben y hablan automaticamente y enfrente en la calle una pareja de un hombre y una mujer morenos esperan en sus colchones bajo el alero de Zival's a que no llueva, a que los pies no se pongan verdes por el tiempo dos niños con el torso desnudo pelean en broma no hay policias a la vista solo la noche cerrada y sin estrellas solo la avenida inmisericorde y cargada de humedad y una pátina marrón de preservativos usados y ausencia permanente Bebo mi cerveza de doscientos pesos con ansiedad y aprendo a ser estoico: la muerte es paciente la cana no las calles son pacientes la pobreza crece como un glande infinito la mesera, morena y delgada dos de ellas esperan a por alguna nueva orden del comandato son flacas y tienen la cara cincelada son bravas, en mutis, casi dictatoriales me da pena no tener dinero para propinas pido un papel y una birome con un gesto torpe ella píde la cuenta y me da el pié para salir de la escena yo trastabillo dentro de mi cabeza golpeo las teclas ya antes de llegar a casa con una terquedad que a cualquiera le parecería recalcitrante no tengo mas soy un hombre soy un hombre enfermo soy un hombre enfermo en la ciudad el dorado de la cerveza viene de la botella que al mayoreo cuesta treinta y cinco pesos y una plegaria metálica pienso ahora cuantos han muerto de congelación en una madrugada sin destellos sin estrella ahi arriba como compás y pienso en lo que no se ha bailado y me importa tres carajos las pelvis los adonis múltiples que nunca fui en mi cuerpo el acento vítreo que admiro y odio en los centauros sesgado por esas viles emociones, de temblores mundanos terriblemente azul transparentes el vuelco brutal de las sensaciones y las putas entrando por mi puerta por un pedazo de tarta triste ese barrendero/pantera durará toda la vida y entrará a la puerta de su casa con la cara grabada por una gordas penumbras, la dignidad... yo nunca lo haré: me desahucio en bríos críos el húmero roto por que sabe que blues calvo mas emparentado con el caracol que con la araña y son las tres y cincuenta y nueve y esta noche no hay nada mejor que las tres y cincuenta y nueve y eso bastará para decir que es un lunes y que de epitafio a la delgadez de la muerte un tres cincuenta y nueve le sienta de perillas oh por dios que era todavía muy joven y sus ojos vieron la luz de la creación en un ambo holgado y transparente a una hora precisa Oh es suficiente oh cuanto adentro cabe.
lunes, 1 de abril de 2019
EN EL BAR A LOS 45
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