Zapatillas, rudamente gordas,
de grandes y gruesas suelas indestructibles,
con grandes cordones de algodon naranja fluo,
lenguetas gruesas impermeables,
de cuerina de alce,
suelas de pvc industrial con agarre extremo, y
el cuerpo del poema es el cuerpo de la zapatilla,
negra, imposible de manchar,
imposible de destruir,
de cuero de una vaca demente y dura
cuya carne rechazaban los paladares de los bebés y de los obreros
muertos, de todos,
esa vaca es mia, digo,
esa vaca es mia y va a mis pies,
a mi pié? le digo que aguante que ya vendrá,
que no se pierde quien camina en muñones ensangrentados,
esa vaca es mia y va a mis pies, y los funde y los funda,
soy la bota de Don Pedro de Mendoza,
soy la pierna desnuda del primer semen en
mezclarse con una india, fundo mi Indias,
funda la prole desgajazapatillas de mi pequeño mundo demente,
quiero que te pongas a protegerme, zapatilla cara,
zapatilla con suspensión de retrocohete,
quiero que me cubras la mala uña que me duele,
el hongo de el empeine, la escara en mi tobillo,
quiero me des un beso hecho en Indonesia
y que me bautices con el sol de la primavera,
y lo necesito tanto como comer y cagar y coger de vez en cuando,
necesito que mi planta no se deshaga de asco cuando me levanto
a media mañana
con los rayos atronándome en el centro del cerebro,
quiero que me cubras como una burka a una chupapijas,
quiero que me quieras y que me esperes en un cajón
meticulosamente
vaciado y limpiado para que duermas esperándome
mientras sueño
que la luna no me aplasta y que el sol no me quiere,
que me lleves a la muerte inclusive,
pero abrigado de deditos,
cubierto, tapado y despues tapado otra vez,
pero con zapatillas,
con una camisa rota en los homoplatos,
ligeramente peinado y mi
barba parcialmente pelirroja sobre mi cara blanca y
mis ojos cerrados,
respirando del otro lado el cuero
que alguna vez
me ha asido.
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