martes, 27 de octubre de 2015

Extracto de la "novela aún sin título que nunca terminaré". Página 61.





Habia sol y nos escondiamos para aprender a ser malos. No le importabamos a nadie, querian que fueramos torneros, y hojalateros, o tecnicos de computadora o bachilleres y nosotros prendiamos la radio a la noche para no llorar màs. Si nos cagaban a pedos los profesores llorabamos como maricas, esperando la indulgencia resignada de una madre. Tenian en la cara la gracia de un tacho de basura abierto. Sabian que eramos basura y nosotros los despreciabamos por no alcanzarnos, lo mismo con nuestros padres, y nuestras casas, y nuestra ropa y nuestros corazones.

Era muy loco pero no tanto como ahora. En cierta forma aprendiamos a perder. Ahora estamos peores, mas cansados, la vida se encargò de ponernos a todos, sin remedio, en la mas total y completa y oscura verdad. Nuestros padres murieron, de la misma manera que habian muerto nuestros abuelos y ahora, despues de ese cigarrillo, despues de fallar miserablemente algunos, despues de esas clases fatales con esos profesores imposibles de tragar, que tenian esas caras de holocausto de aburrimiento, pètridos, ferales de desencanto y muy seguros de si mismos, de que nosotros eramos lacra putrefacta imperdonable y nada màs. Sì, tenian razon, no ibamos a ningun lado. Nos escapabamos a fumar y a jugar a los videojuegos al piso de arriba de una pista de patinaje sobre hielo a la que nadie iba porque... quien sabe. Jugabamos al Racer X y al Exxerion y cuando nos peleabamos, por lo general, a pesar de las patadas y las piñas, el rencor no duraba demasiado. Como conseguiamos el dinero, no sè.

El primer cigarrillo era siempre el mejor y el peor, por lo menos es el peor ahora, que tengo que hacerme placas para ver cuanto tiempo me queda. Me duele. Me mirè el pecho en el espejo. Solo pelos y ninguna respuesta. Mis ojos saben la verdad: tengo fecha de vencimiento.

La mirè a Laura desde la puerta de la habitacion, desde el marco de la puerta, en silencio. La persiana està baja, solo entra un pequeño apice de luz sobre la ropa de cama a travez de las rendijas, sobre su cara blanca. Es muy delicada, y cuando no lo es, se enoja conmigo porque tiene miedo. Pero eso nos pasa a todos.

Me acerquè y le di un besito en el cuello, a travez de la melena de leòn. Le acariciè una nalga delicadamente y metì la mano adentro del jean azul.

- Buen dia, amor...

Muy suavecito.
Y Laura sonriò.

Abrì la ducha y me metì adentro y me tirè contra la pared. Agua caliente, como ser fusilado. Es algo que voy a extrañar, el agua caliente golpeandome la espalda, quemandome vivo mientras afuera suenan las motos y los gorriones pìan vomitando sobre un mundo que en realidad no vale mucho. Pero que insiste, con ese baile de texturas sonoras, ese deleite de la estetica en mi oreja. Y el sol brillando ahi arriba temblando con los besos del verano, o en la niebla de las mañanas de invierno, cuando salir es prohibido, eso que me coimea cada dia para que no lo deje. Viejo nuevo truco! Un poco de esto, y un poco de lo otro... y voilà!, muchìsimo... muchìsimo para nosotros los condenados.

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