lunes, 19 de mayo de 2014

41.


Pausa.
Pausa.
Pausa de calor.
Los canales de sodio en mi red cerebro-vascular poniendose en marcha. Click.
It”s on.
Algo me està buscando mas allà de este mundo y es todo lo que no està en este mundo. Y si yo no entiendo este mundo no sè que voy a hacer con todas estas preguntas en el siguiente.
Tengo que salir. Tengo que salir. Estoy ahi abajo y ahì arriba. No hay musica, ni siquiera sonidos de pasos, he perdido la cintura. No es que estoy yaciendo, tampoco estoy pesado en los pies, no veo mis pies, veo parajes. No me pregunto si puedo comprarlos, directamente, estos paisajes me arrebatan el alma sin màs.
Click.
Abro los ojos. El pelo revuelto, las mantas calientes ahogandome. Estoy hecho un bollo. Supongo que todo el mundo debe de estar hecho un bollo a estas horas. Que hora serà? Hace una semana que estoy durmiendo de dia. Tardè nueve dias en darme cuenta de que el sol y la luna muy pocas veces se dan la mano en el cielo. Todo descansa, todo yace en la espera de un motor-milagro que los transforme en vida.
Abro los ojos.
Debe ser muy temprano, no se escucha ningun sonido. Hay un hilo de plata surcando la habitaciòn. La cara fria, la nariz fria, humedad. Una extrañeza repentina, la tristeza del blues de la mañana tomandolo todo repentinamente, como si se tratara de un ataque, una patada artera, un puñetazo desde las sombras. Las luces titilan en otro hemisferio en un redondo y gèlido cero a la izquierda. Debo de estar maldito, pienso. O, la maldiciòn ha agarrado gusto por mi cabeza. Quien sabe.
Soy el poster triple de la desgracia.
Me revuelvo en la cama, lleno de aire. Demasiado. Las circunstancias piojosas siempre ameritan un puto cigarrillo. Me prendo uno. Hace seis horas me quedè dormido con uno encendido en el cenicero. La brasa naranja y el humo.
En esta pieza hay gnomos que tiran ceniza de incienso en el suelo que me hace sentir culpable, no puedo ser yo el que ponga todo este mosto en el parquet, como podria ser yo? Si soy un niño muy bueno, humilde, tribulado. Como podria ser yò?
Todos los residuos de los tres paquetes y medio al dia siempre se van por los canales acuàticos adecuados del que son inquebrantable parte y menester.
Yo solito estoy haciendo un fucking Ganges de nuestro querido, sufrido Rio de la Plata. Pobechito.
No se ha visto gringo mas augusto desde el hundimiento del Graf Spee.
La persiana.
La persiana.
La persiana y el viento.
Goznes. Sordos. Llanto de cañerìas. Humedad en las paredes, la sangre derramada por las venas de las paredes. Todas las camas del mundo occidental parecen llorar quedamente desde mi pequeño y solitario satèlite enmudecido.
Exhalo. Todavia es gratis. Algun dia voy a pagar muy caro el haberme atrevido.

Soñè con un pueblo fronterizo, viejas casas ancestrales perdiendo el revoque, mas que centenarias; a la izquierda las casas, a la derecha algunos arboles antiguos y enormes y el resto... solo horizonte, tierra Terra y verde y la legua infinita. Me levantè perturbado en el encierro pùrpura de la ciudad, el invierno capitalino, sin ningun arbol que me escuche. Molina Campos que estàs con nosotros, ten piedad de nosotros! Precisamente ayer hablaba con mi vieja de Entre Rios y creo se me vino a la cabeza un ideal del paraje rural, del pueblo de los pueblos, de las edades de los pueblos sobre los pueblos. Esos lugares que uno visita de chico y nunca vuelve a ver, con los caballos, la gente simple, sabores naturales, una existencia simple de trabajo y de disfrute. No me extraña que nos aborrezcan a los de la Capi, acà hay demasiado veneno. Vuela por los cielos y se mete dentro de los huesos en la forma de la enfermedad del miedo. Lo que soñè esta noche estaba empapado de sosiego, de viajes y de perderse literalmente entre pueblo y pueblo. Y cruzabamos de Entre Rios a Santa Fè en bondi, cruzabamos un rio hacia la ciudad, hacia Santa Fè, un Santa Fè turbio de los sueños empapado en rìo, un tanto marron, un tanto gris, un tanto orbe en melacòlicas llamas, perdidos por perdidos muy lejos de casa, yo y mi novia, en cochambrosos Mercedes Benz 1113's. Como terminamos en un depòsito de la Aduana... no lo sè. Nos persiguieron, nos querian violar y pegarnos. Curioso, no? Fuera de los sueños y dentro de los sueños, sudor, nerviosismo, persecuciòn, nos habìan olido desde el principio, carne nueva, fresca e inocente. El choque contra las fuerzas antinaturales del odio. Ni siquera nos dejan en paz detràs de los pàrpados cerrados. Y nos convertimos en un còmic a ocho colores entre amarillos patito chillones y rojos de tinta de sangre de intravenosa, corriendo desesperados y solos. Y nos salvaban de las fauces de los dependientes de depòsito sendos imbèciles y grotescos Cachos y Karinas a cuatro colores con dientes mas espantosos que los idiotas que querian mancillarnos en primer lugar. Fuck you! Gracias de nada. El ombù no dijo nada, habìa quedado atràs. Me despertè tiritando entre la sequedad bucàl imposible y la desesperante necesidad de sentarme en una silla y cavilar tempranamente en el mundo digital, fumando y tomando mate, con ganas de comer un churrasco, con ganas de unos huevos duros y de sacarme esta mochila milenaria, que es como un mastodonte y medio en cada hombro. A donde ir? A quien recurrir? Si cada nota musical que expelo por entre estos dientes rotos es una cantata a barcos quebrados. Ah, fuck it. Deberia ir a Retiro a exorcisarme con un par de pasajes hacia Remolonilandia, pero se viene la mala y cada centavo para placeres se va en expensas y lo que sea que valga el reflejo masticatorio. Me pincha el frio. Me pesa el culo. La silla està dura. Por lo menos tenès silla, Fernando!, me digo. Algo dentro de mi responde: Y que? Demasiado frio para que canten pàjaros tan temprano, se les hielan las plumas y, si me saben un poco, debe ser por eso que parece que se les ha atorado algo en la garganta.

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