El gran secreto/barrera de el oficio (freelance, temporal, muy eventualísimo) de ser escritor es: como llegar a la publicación. Supongo que es mas importante, desde la minucia de los trabajos de enanísima estatura, o pobreza, o, lo que fuese, pongamos que uno está cubierto de una pátina de repelente, ok, iba a... a... a imprimir. Tal vez la solución se mandar a impresión, costeandolo todo uno, el libro que uno quiera o buenamente pueda. Pero es carísimo. Como hacer, donde otear, ojear, observar, no solo los vericuetos de entregar el efectivo y hacer que, oh por dios no lo permita, un libro! No es desdicha, es solo bolsillos vacíos. Precio por publicar: 20 mil. Precio por imprimir, y liberar los libros en una plaza: 12 mil. Wow, cuantas llamitas hacen un fuego. Complicado. Habrá escritores que se autogestionen sus libros? Debe. Con la gabardina un tanto raída y rompiendo el chanchito pou la literature. No se si alcanza ese romance el el 2020 ya. Aunque uno huele ese perfume, esa cosa de fisicalidad, ese salir del ghetto de intenet. Nunca mas una lágrima en el pocillo infinito de la cafetera de la web. Y, salir del closet, regalar los libros. Dejar de hacerle ojitos a la plebe. Darle la mano a los camaradas. Me cago en el dios que me hizo enfermo y suceptible a todo. No sensible, sino ya patológicamente... UNA RATA DE SALA DE ESTAR.
(Me sonrío muy ligeramente). El pelo graso y la remera de la selección argentina, que debe ser la versión invernal de el mundial del 2002. Si me lo pongo a pensar, han sido unos años largos, sin tranquilidad, sin hobbies que redituen mas que la continuidad de el Gran Sueño, que dios sabe cual será, siendo como es todavía una cosa cálida que no alcanza a la juventud sino a una adultez un tanto conflictuada, irritada y pasional sin ánimos nunca de existir en la practicidad... jajaja, y cuando finalizará este sueño, profundo y cabezadura, digno de un tonto romántico, terminar para bien de estas ropas locas que me pongo cuando hay un atisbo de oxígeno en mi cabeza ultra pesada.
(Me sonrío muy ligeramente). El pelo graso y la remera de la selección argentina, que debe ser la versión invernal de el mundial del 2002. Si me lo pongo a pensar, han sido unos años largos, sin tranquilidad, sin hobbies que redituen mas que la continuidad de el Gran Sueño, que dios sabe cual será, siendo como es todavía una cosa cálida que no alcanza a la juventud sino a una adultez un tanto conflictuada, irritada y pasional sin ánimos nunca de existir en la practicidad... jajaja, y cuando finalizará este sueño, profundo y cabezadura, digno de un tonto romántico, terminar para bien de estas ropas locas que me pongo cuando hay un atisbo de oxígeno en mi cabeza ultra pesada.
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