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Te acordas de ese viejo tocadiscos Ken Brown?
Nunca supimos quien era Ken Brown.
Daba vueltas
todo el dia
eramos jovenes
perfectos
shapeshifters
Nuestros pantalones olían a sudor limpio
dormiamos tranquilos
amados y odiados por nuestros padres
vos usabas esas camperas de jean rotas
mientras cantabamos con benevolencia
a los parches rojos de el Satán que sonreía
Nos dejamos el pelo largo
dimos un beso en la frente a nuestros padres
bebiamos gaseosas
sin miedo al cancer de colon
temblando por mujeres tontuelas
sin un diente frontal
y ella
aquella cuyo nombre he olvidado pero que rimaba con miel
y dulce de leche
se escondia conmigo en el paso a nivel
abajo de las vías del tren
yo hundia mi dedo indice en la raja de su culo
y ella
con los ojos cerrados
lamia con la lengua roja la baba que yo dejaba
en sus labios rojos
ese era
nuestro planeta azul.
la muerte
era un chiste
muy lejano
No la he visto nunca mas
y ella no me ha visto nunca mas
y creo que está bien
saber desde el pliegue de la cortina de el acto final
que se hizo lo que pudo y que
algun Dios travieso se rie tambien sin un diente frontal
detrás nuestro
a cada calada de cigarrillo
en esta casa que ahora es abrazada por el silencio
y el avance inclaudicable
de la garganta abierta
de las sombras.
Te acordas de ese viejo tocadiscos Ken Brown?
Nunca supimos quien era Ken Brown.
Daba vueltas
todo el dia
eramos jovenes
perfectos
shapeshifters
Nuestros pantalones olían a sudor limpio
dormiamos tranquilos
amados y odiados por nuestros padres
vos usabas esas camperas de jean rotas
mientras cantabamos con benevolencia
a los parches rojos de el Satán que sonreía
Nos dejamos el pelo largo
dimos un beso en la frente a nuestros padres
bebiamos gaseosas
sin miedo al cancer de colon
temblando por mujeres tontuelas
sin un diente frontal
y ella
aquella cuyo nombre he olvidado pero que rimaba con miel
y dulce de leche
se escondia conmigo en el paso a nivel
abajo de las vías del tren
yo hundia mi dedo indice en la raja de su culo
y ella
con los ojos cerrados
lamia con la lengua roja la baba que yo dejaba
en sus labios rojos
ese era
nuestro planeta azul.
la muerte
era un chiste
muy lejano
No la he visto nunca mas
y ella no me ha visto nunca mas
y creo que está bien
saber desde el pliegue de la cortina de el acto final
que se hizo lo que pudo y que
algun Dios travieso se rie tambien sin un diente frontal
detrás nuestro
a cada calada de cigarrillo
en esta casa que ahora es abrazada por el silencio
y el avance inclaudicable
de la garganta abierta
de las sombras.
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