En nuestro refugio privado
donde vemos las estrellas pasar fugaces y caer.
El den, el nido. La copa del arbol para el bosquìmano.
La idea de como nadan los patos en un lago.
El sueño, anoche, entre vientos frescos y fuertes, el
silencio de la ciudad, el cansancio del cuerpo despues de la paliza de fin de año.
La idea de como pinta sentado un indio sioux.
La luna a quien nada ni nadie la conmueve.
Un leve mordisco en tu hombro, caricias en tu pelo, en tu cabeza
recostada sobre la almohada/morada. La melodia cintilante.
Quemarnos en un abrazo.
Arder en nuestro tiempo dentro del tiempo de todo los tiempos.
Somos los niños de principio de siglo y hacemos danzas nuevas con arrugas viejas.
Tenemos la fugaz e intensa necesidad de sobrevivir.
B.A., 2 de enero, 2017, Sudamèrica
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