No solo porque no puedo vivir
sino porque tampoco puedo matar
aunque de eso dependa mi vida
todas las vidas
nadie ha de morir
bajo puño o espada
ni de tristeza empapada debajo de la lluvia en una plaza
o poniendose gris por la muerte del marido en las filas de algun
ejercito protector de un vaciamiento
nadie ha de morir como mueren ellos
como muero yo
nadie deberia irse de esta vida
un sabado estrellado a la noche
o ser enterrado un domingo apacible y soleado
nadie debe morir porque yo no puedo matar
nadie debe caer a mis pies
solo por el simple hecho de que yo no soy hombre
como para defender la existencia de mis propios pies
Lloro porque se me ha hecho y he hecho
y me han tocado
y esos tatuajes miserabilìsimos no me los puedo
sacar de esta mamposteria en mis ojos
nadie deberia morir por palabras
que lapiden nuestra necesidad de sofocar esta distopìa
nadie deberia hendir el agua
no hay derecho alguno a descubrir mas nada
sin haberlo estropeado todo ya
todo lo virgen y supremo y lo irretratable
nadie deberia matar por cada hoja
de este libro tan malo
ni nadie deberia morirse intentando entender
el libro del hombre
El libro del Hombre està hecho de salitre que se come
la concepciòn de historia, en cualquier tiempo
no son tan importantes los libros cuando esas palmas
se adosan a mi cuello y un ramo de labios tremulos
Se acobijan tiritando en mi pecho
y la vibraciòn del amor se desparrama por mi corazon
igual que una vieja obcecada y luminosa baldea
un jardin devastado
no quiero que nadie se muera
pero mi permanencia en este diálogo
(aquì mi carne aqui mi sangre aqui mi necesidad de auxilio)
es ìnfima en comparacion con los interrogantes
que le sucederàn
Y esos porquès destrozaran el plexo del Hombre
y hasta el fondo de todas las tierras esa muerte
sièndolo TODO
se irà y volvera furiosa e impasible
fumandose hasta el fondo esa piedra negra que tiene por un amor
y seguirà
preguntando
preguntando...
Y golpearàn en mis vacaciones de todos los cuerpos
el puño insistente del inquieriente
y no serà la paz
y aun asì
en nuestra pequeña radio escucharemos un mensaje
dèbil y lacònico nuestros sueños rotos
la oveja negra de la familia
esa prima desflorada de la esperanza
gritando desde lejos: que
nadie
nadie
nadie
NADIE!
ha de morir.
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