Puedo escuchar a las paredes gemir.
Tiene cuello. Eso seguro. Unos veinte centimetros. El corte de cabello, finamente rapado en la nuca, apenas un bosquejo, fino y prolijo. Ligeramente rojizo. Sube desde la mitad de la nuca, desde el comienzo de la camisa celeste, hasta el nacimiento curvo del cràneo, dopnde empieza a crecer el cabello gradualmente, mas largo, hasta alcanzar unos tres centimetros de melena trigueña. Tal vez algun producto para el cabello, un decolorante, un aditamento de coqueterìa masculina del que hacen uso los hombres de hoy. Parece haberse dado con la rapadora ace poco. la piel de la nuca tiene este tono rojizo, como puntos o areas sanguìneas. O tal vez solo està harto y cansado, como yo. Pero yo puedo detectar un hijo de puta.
En la esquina de la oficina zumba un ventilador, las aspas frenèticas y un siseo perceptible, electroestàtico, que casi me vuela la cabeza. Alguien que meta en la cana a quien permite que existan los sonidos. Eso. Lo vengo observando hace tres dias. Usa estas camisas impecables, azules, rosas, estoy seguro que mañana vendrà con una blanca a rayas rojas. No se arremanga. Se deja los puños abotonados. Unas pequeñas mancuernas. Sutil detalle, de categoria. No son muy grandes. Un dije dorado y un pequeño rubì falso engarzado. Manos grandes con dedos delicados. No parecen haber visto mucho tarabajo esos dedos. Tampoco creo que hayan visto mucho dinero, a menos que se lo gaste en tintura, cortes de pelo y camisas. Hay gente que hace eso. Creo que està manicurado.
Nunca he podido lograrlo. Mis uñas siempre estan mugrientas. Me lavo las manos siete veces al dia. La mugre no se va. Yo digo que este està manicurado. Tal vez le hagan las uñas mientras le cortan el pelo y la barba. Lo puedo ver volviendo solo a su departamento, quitàndose la camisa y lso pantalones y prendiendose un Kools, en calzoncillos, todo ario y pàlido, espiando a la calle desde detràs de las cortinas con un solo ojo azul gris. Escaneàndolo todo todo desde suojo azul gris y su cerebro azul gris y de ahi a su corazòn azul gris, como una colilla al cenicero.
Parece estar en forma. Los trapecios que bajan del cuello forman un barrilete macizo y elegante, la camisa està bien llena, impoluta. El culo està a guisto en la silla. Creo que debe usar mayormente pantalones de gabardina negra. No llego a ver los zapatos. No me importan los zapatos, no soporto mis zapatos y no voy a andar fijandome en los zapatos de otros.
Pero me irrita esa nuca. De vez en cuando, azul gris hace un leve giro con la cabeza y puedo ver su mejilla y su pòmulo anguloso irlandès, crutido y òseo, y segun la luz, puedo ver un poco de su nariz. Es como ver un piso de linòleo, yermo e irreprochable, y todo parece torcerse y convolutar: el cuello de la camisa se levanta un poco y se arruga en un àngulo, un poco, ahi a la izquierda, y un poco mas de media mitad de cara, y la mano da vuelta una pòliza seguros en un floreo con solo dos dedos, con una delicada tranquilidad exasperante.... y estoy seguro de que lo hace solo para ser feliz a costa de mi rritaciòn y mi mala sangre.
Y juro que acabo de escuchar ruidos a mi izquierda.
Como un murmullo de ladrones en la noche. Ha llegado alguien nuevo. Escucho las palabras de solemnes congratulaciones y un: «Cualquier inquietud comunìquese conmigo».
Un apretòn de manos y el maldito sonido de alguien arrimando la silla contra el escritorio detràs mio. Una leve fragancia de lavanda francesa proveniente de mi sur. Y como no envararme si tambien puedo escuchar el sonido de folios revisados y el reordenamiento de un lapicero y el arrastre de una abrochadora y una ojalillera y entonces una firme inspiraciòn ahi atràs y todo el universo parecen fosas nasales inspirantes y las luces rojas en mi pavor y mi frente se frunce en un pedido de piedad, pero no creo en ningun Dios, y temo por mì porque no hay mas grande mentira que la piedad. Debe de estar mirandome furtivamente, desde detràs de un documento oficial como quien observa un protozoo fascinante a travez de un microscopio imposible. Puedo sentirlo, me quema la cabeza, me quema la piel y me quema el alma: se suponìa que yo era el ultimo de todos. Yo podia ver adelante, yo podia ver, yo podia escanear. Ahora solo puedo suponer solo con la imaginaciòn y con este pavor bestial, resoplante, y estar a merced de ese de atràs a quie nunca voy a poder mirar a la cara. Tampoco quiero. Que me importa a mí? Y esa lavanda hundiéndose en mi vida y en mi muerte y debe ya saber que en mi nuca se esconde mi ojo azul gris, abierto como los ojos de un Dios, mi ojo azul gris escrutando en su todo azul gris. Y un dia fatìdico tal vez debiera uno de nosotros con nuestros gusanos a flor de piel estirar la mano y tratar de arrancar la cara del otro para revelar un gran tunel, una gran cloaca o un bunker y con las manos en el borde del agujero cenizo en la cara gritar a voz en cuello: Quien està ahí?, y: Por que?? y: Quien es??, y las respuestas tal vez no lleguen, o no lleguen para mí. Pero ese es el riesgo de escanear, y el de adelante creo que lo sabe, como podria no sentirlo? Si yo se suponìa era el que prendìa y apagaba las luces y ahora este ahi atras. Partiendome en pedazos sin misericordia y me extingo, desde su ojo azul gris a mi corazón azul gris, suspendido en la cornisa de todos los tiempos y la muerte, azul gris.
En la esquina de la oficina zumba un ventilador, las aspas frenèticas y un siseo perceptible, electroestàtico, que casi me vuela la cabeza. Alguien que meta en la cana a quien permite que existan los sonidos. Eso. Lo vengo observando hace tres dias. Usa estas camisas impecables, azules, rosas, estoy seguro que mañana vendrà con una blanca a rayas rojas. No se arremanga. Se deja los puños abotonados. Unas pequeñas mancuernas. Sutil detalle, de categoria. No son muy grandes. Un dije dorado y un pequeño rubì falso engarzado. Manos grandes con dedos delicados. No parecen haber visto mucho tarabajo esos dedos. Tampoco creo que hayan visto mucho dinero, a menos que se lo gaste en tintura, cortes de pelo y camisas. Hay gente que hace eso. Creo que està manicurado.
Nunca he podido lograrlo. Mis uñas siempre estan mugrientas. Me lavo las manos siete veces al dia. La mugre no se va. Yo digo que este està manicurado. Tal vez le hagan las uñas mientras le cortan el pelo y la barba. Lo puedo ver volviendo solo a su departamento, quitàndose la camisa y lso pantalones y prendiendose un Kools, en calzoncillos, todo ario y pàlido, espiando a la calle desde detràs de las cortinas con un solo ojo azul gris. Escaneàndolo todo todo desde suojo azul gris y su cerebro azul gris y de ahi a su corazòn azul gris, como una colilla al cenicero.
Parece estar en forma. Los trapecios que bajan del cuello forman un barrilete macizo y elegante, la camisa està bien llena, impoluta. El culo està a guisto en la silla. Creo que debe usar mayormente pantalones de gabardina negra. No llego a ver los zapatos. No me importan los zapatos, no soporto mis zapatos y no voy a andar fijandome en los zapatos de otros.
Pero me irrita esa nuca. De vez en cuando, azul gris hace un leve giro con la cabeza y puedo ver su mejilla y su pòmulo anguloso irlandès, crutido y òseo, y segun la luz, puedo ver un poco de su nariz. Es como ver un piso de linòleo, yermo e irreprochable, y todo parece torcerse y convolutar: el cuello de la camisa se levanta un poco y se arruga en un àngulo, un poco, ahi a la izquierda, y un poco mas de media mitad de cara, y la mano da vuelta una pòliza seguros en un floreo con solo dos dedos, con una delicada tranquilidad exasperante.... y estoy seguro de que lo hace solo para ser feliz a costa de mi rritaciòn y mi mala sangre.
Y juro que acabo de escuchar ruidos a mi izquierda.
Como un murmullo de ladrones en la noche. Ha llegado alguien nuevo. Escucho las palabras de solemnes congratulaciones y un: «Cualquier inquietud comunìquese conmigo».
Un apretòn de manos y el maldito sonido de alguien arrimando la silla contra el escritorio detràs mio. Una leve fragancia de lavanda francesa proveniente de mi sur. Y como no envararme si tambien puedo escuchar el sonido de folios revisados y el reordenamiento de un lapicero y el arrastre de una abrochadora y una ojalillera y entonces una firme inspiraciòn ahi atràs y todo el universo parecen fosas nasales inspirantes y las luces rojas en mi pavor y mi frente se frunce en un pedido de piedad, pero no creo en ningun Dios, y temo por mì porque no hay mas grande mentira que la piedad. Debe de estar mirandome furtivamente, desde detràs de un documento oficial como quien observa un protozoo fascinante a travez de un microscopio imposible. Puedo sentirlo, me quema la cabeza, me quema la piel y me quema el alma: se suponìa que yo era el ultimo de todos. Yo podia ver adelante, yo podia ver, yo podia escanear. Ahora solo puedo suponer solo con la imaginaciòn y con este pavor bestial, resoplante, y estar a merced de ese de atràs a quie nunca voy a poder mirar a la cara. Tampoco quiero. Que me importa a mí? Y esa lavanda hundiéndose en mi vida y en mi muerte y debe ya saber que en mi nuca se esconde mi ojo azul gris, abierto como los ojos de un Dios, mi ojo azul gris escrutando en su todo azul gris. Y un dia fatìdico tal vez debiera uno de nosotros con nuestros gusanos a flor de piel estirar la mano y tratar de arrancar la cara del otro para revelar un gran tunel, una gran cloaca o un bunker y con las manos en el borde del agujero cenizo en la cara gritar a voz en cuello: Quien està ahí?, y: Por que?? y: Quien es??, y las respuestas tal vez no lleguen, o no lleguen para mí. Pero ese es el riesgo de escanear, y el de adelante creo que lo sabe, como podria no sentirlo? Si yo se suponìa era el que prendìa y apagaba las luces y ahora este ahi atras. Partiendome en pedazos sin misericordia y me extingo, desde su ojo azul gris a mi corazón azul gris, suspendido en la cornisa de todos los tiempos y la muerte, azul gris.
No hay comentarios:
Publicar un comentario