Quisiera agradecerte, Buenos Aires...
Buenos Aires la rebalsada, la inudada
la de las napas que escupe a sus criaturas...
Quisiera agradecerte tanto y tan fuerte
sin límites decirte que te amo por tu indulgencia
por la gracia que desborda tus cementos
tus recovecos con olor a orines y tus barrios prístinos
exaltados en lavanda y ruda, en pestes de macumbas
hinchada, inflamada de pesares y con la boca rota al medio
por los golpes que la vida de la vida le da a la vida
queria decirte gracias por tu inmensa extension
carcomida por islotes de furia y fuego, por tu gente maciza y enferma
por tu mucho de yuyales donde quedito transito la vía
mía, lamiendo gota a gota el semen de tu rezumar
con tus tristes cascotes perimetrales, por tu río impuro que baña
el bajofondo intrínseco de donde mi canilla
vomita la trasnoche y mi pesar extremo
Quería decirte que huelo a gas, a pedos, a incendios
inminentes a hongo atómico a plaga a baterías subterraneas
a sismos jóvenes que desde los abismales exasperados de
pantuflas pergeñan nuevos duelos y nuevos brotes
querida decirte que hay lugares evidentemente malévolos
que me dictan lenguajes nuevos y que de mis manos
que conjuran cancer de pulmón y fiebre salen rosas
hechas de aguamarinas sucias, de mis ojales rotos
de mis botones saltarines hacia la corona de las luces del alba
que con su gemir obceno de erección de violador
me renueva con escape cada noche que paso,
aterrado e infante, agarrapiñado contra la falda que esconde
tu sexo terrible y cantarino, como madre de Carrie
como espejo donde la espesura de mi hueso
se hace aire y eco de alguna enajenada, cúbica
suelta de palomas
Buenos Aires la rebalsada, la inudada
la de las napas que escupe a sus criaturas...
Quisiera agradecerte tanto y tan fuerte
sin límites decirte que te amo por tu indulgencia
por la gracia que desborda tus cementos
tus recovecos con olor a orines y tus barrios prístinos
exaltados en lavanda y ruda, en pestes de macumbas
hinchada, inflamada de pesares y con la boca rota al medio
por los golpes que la vida de la vida le da a la vida
queria decirte gracias por tu inmensa extension
carcomida por islotes de furia y fuego, por tu gente maciza y enferma
por tu mucho de yuyales donde quedito transito la vía
mía, lamiendo gota a gota el semen de tu rezumar
con tus tristes cascotes perimetrales, por tu río impuro que baña
el bajofondo intrínseco de donde mi canilla
vomita la trasnoche y mi pesar extremo
Quería decirte que huelo a gas, a pedos, a incendios
inminentes a hongo atómico a plaga a baterías subterraneas
a sismos jóvenes que desde los abismales exasperados de
pantuflas pergeñan nuevos duelos y nuevos brotes
querida decirte que hay lugares evidentemente malévolos
que me dictan lenguajes nuevos y que de mis manos
que conjuran cancer de pulmón y fiebre salen rosas
hechas de aguamarinas sucias, de mis ojales rotos
de mis botones saltarines hacia la corona de las luces del alba
que con su gemir obceno de erección de violador
me renueva con escape cada noche que paso,
aterrado e infante, agarrapiñado contra la falda que esconde
tu sexo terrible y cantarino, como madre de Carrie
como espejo donde la espesura de mi hueso
se hace aire y eco de alguna enajenada, cúbica
suelta de palomas
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