Hacer palotes era lindo
dibujar los perfiles de los boxeadores
en la semipenumbra del cuarto
de mi abuela
por la tarde
en el silencio de la tarde
en el silencio de Palermo
mi cabeza perfumada
y mis manitos empuñando un
lapiz sobre el papel pautado
amarillo
garabateando narices y cabezas
y ahora que soy grande
(gande gande)
y estoy solo y
peleo el último round
puedo presentir que en
esa hoja amarilla todavia hay
espacio para un contendiente
más
y va a tener mi nariz
y mis ojos y
mi pelo largo
y muchas cicatrices
en los pómulos
y dientes rotos
si solo pudiera tener esas
manos jovenes otra vez
y pegar esta pesadilla amarilla
contra las manchas de tabaco
en la pared
si solo pudiera una vez
más.
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