Noche fresca, camino con buenas zapatillas y cada paso que doy es un paso de muerte.
Bajo por el subte rojo, no llevo el pase, pero sí llevo pantalones cortos de baño. No voy a la pileta, pero quisera tirarme de todas formas. Estoy en un subsuelo donde pasan gusanos de metal que llevan corazones rotos a ningun lado. Lindo.
Paso por la puertita, no está el chancho, entro gratis, bajo por la escalera mecanica, pienso en toda la gente que mueren en escaleras mecanicas todos los años en todo el mundo. Deben ser unos cuantos. Entro al tren. Mujeres hermosas desperdigadas por aqui y allí. En realidad me gustan todas. Si respiran y pesan menos de 110 kilos, yo le doy. En realidad no. Estoy down. Me siento en lñas butacas de terciopelo rojo japonesa. Enfrente mio hay dos beldades. Una rollinga con un cruce de piernas fantastico, pendeja, y otra nena al lado, mulata, rizos del color del café con leche, con unos jeans apretados en los muslos y en las pantorrilas que mamita, y con los ojos color miel. Joven. Jo ven. Dos dulces. Se me pone dura la picha. Tengo pantalones cortos de baño, hace calor, trato de pensar en otra cosa, no es dificil. Por donde vea mi vida hay gatos muertos y terror. Igual se me pone gomosa. Pienso en mis piernas pálidas y delgadas. Mi vientre colgando. No se quien me hizo así a mi. Piernas flacas, panza voluminosa, y el afeite de ayer que me hace arder la cara, y mis ojos, mis ojos... es como estár en un juego de video donde siempre se te acaba una ultima ficha, matando monstruos, escribiendo historias banales, siendo feo, feo... el corazon feo, el rostro feo, las montañas tambien son feas y las colinas de la vida tambien son feas.
Debe ser la soledad.
Están las dos buenas. Siento como si no tuviera brazos ni cara ni piernas ni pija ni alma. Si el dolor es la evidencia de un corazón valedero, entonces mi corazón lo tengo entre las piernas. Necesito a alguien. Necesito a alguien. Tiene que ser una gamberra, una loca, una puta, una enferma. No tengo ganas de ir a limpiar mi casa-cenicero. Los trapos de piso cuestan caros. Barrer me aburre. Lavar los platos me saca de quicio. Bañarme es repetitivo. Peinarse es para los trolos.
Tiene que ser otra loca, otra enferma, otra dejada, otra triste. Tiene que ser sucia, tiene que ser un poco triste, un poco de la calle, una entrópica contrahecha, una loca con ganas de cortarse las venas un poco, una loca con ganas de jugar a unas cartas dementes. Creo que yo soy eso, eso y el corazón de Chopín en Polonia, en medio del lago, debajo de una mala estatua, mientras los patos cagan, un poco perdidos en la nada.
Tiene que ser alguien que quiera caer en cualquier lado y que se sorprenda de que, ademas de alguien que le acabe en la boca, le de unas caricias de las buenas. Una taza de te, alguien que la siente en la falda y le acaricie el pelo y que le mienta con algo así como: no todo está perdido. Alguien que la haga bailar un vals muy lento y muy oscuro y muy enm reclusión. Alguien a quien encarcelar y que quiera ser encarcelada. Eso yo lo puedo dar. Me sale bien. Siempre termina mal, pero me sale bien eso.
Bajo del tren, subo las escaleras hacia Uruguay. Me duele la cabeza: cuando toso, la coronilla parece querer salir volado de mi craneo con parte del cerebro. Hace un mes desapareció Lorena. Me mandó un mensaje de texto: ahora está con un ukraniano de una sola pierna en un ashram en Moreno. Es feliz. Se dejó toda la ropa en casa. No la necesita. Ahora hay alguien más.
En La Americana todas las luces están prendidas. Bastante gente para un miércoles. Más mujeres que entran moviendo el culo, destellando. Debo ser el unico tipo con un pitito colgando de las piernas que tiene un problema o no sé. A la mierda. Pido dos porciones de muzza. No pido bebible, es muy caro. No me importa, tomaré agua del baño cuando termine. Los mozos con sus uniformes son muy graciosos y solemnes. Están enojados, están cansados, son como mecanismos irrompibles, siguen sacando pizzas, comen pizza al mediodia, comen pizza a la noche, ya no pueden ver una porción de puizza nunca mas y siguen saliendo, siguen saliendo...cierran tarde, a eso de la una de la mañana. No les importa, cobran buena guita y son de fierro. No son cosita blanda de la Capital, son de Provincia. Viven en lugares donde a vos y a mi nos daría un sincope, lugares donde salis de la puerta de tu casa, si tenés casa, y te pegan un tiro en los huevos solo por la risa que hay en hacer eso.
Me dan el plato con mis dos porciones. Están buenas, aceitosas, el queso rezuma, caliente y vibrante. Me voy a la barra de dorapa. Tengo una canción enel corazón esta noche, no es una gran canción pero por lo menos canta algo. Me gusta y no me gusta. Me llevo un bocado a la boca, siento el sabor. Es el sabor de ella. Es su cara, sus ojos redondos, la sensación de invitarla y verla comer. Es el sabor de ella, a ella. Es el sabor de los dos juntos. Ahora ella se fué, y la pizza mas rica del mundo tiene gusto a cartón y a aneurisma.
Ojalá se caiga en un pozo ciego.
Es una canción, despues de todo. Trsite. Triste triste tristón tristonietto. Tiene un par de compases buenos, pero el resto es solo un acorde menor, simple y rústico, con una tónica de muerte en las octavas graves, de tumba, de años atrás, de cansancio y de fatiga y llanto y cosas que explotan entre mañanas húmedas y ceniza mojada.
El segundo bocado y la derrota. Mucho dinero por un poco de pan con queso. Los tenedores estan buenos, brillantes y limpios. No quisiera ser el lavaplatos de La Americana. Deben de tener que lavar unos mil quinientos tenedores por dia. Y mil quinientos cuchillos.
Tercer bocado. A Lemmy no le pasaba esto. A Gerald Durrell no le pasaba esto. A Hendrix no le pasaba esto. Tan todos muertos. Yo soy el proximo, uno mas entre millones, sin premios, sin guirnaldas hawaianas a la salida del aeropuerto nunca. No me importa. Sí, me importa. El amor es una locura inventada por alguien que no amaba la paz. Ahora tengo la paz.
Es como masticar una media vieja.
No se que te enseñan en los talleres literarios, debe ser como una escuela de manejo para retrasados mentales.
Mi bicicleta en el living. Hay un lamparon gigante de polvo y ceniza alrededor de esa bici oxidada, las gomas pinchadas, el manubrio descolocado, bichitos sobre el metal, y el polvo alrededor, mi vieja bicicleta tiene un halo de poder alrededor hecho de mugre y de olvido.
Cuarto bocado y se va una porción y las luces de la gran ciudad afuera. Siempre me pongo mirando a la puerta. No se por qué. Tengo aversión a los restaurantes. Tengo aversión a sentarme y pagar mucho por muy poco, y que encima no puda salir afuera a fumar rapidamente cuando yo quiera sin tener que hacer tanta alaraca.
Me gusta no quedarme en algunos lados. Odio ir al cine. No me gusta sentarme a tomar café y hablar. No me gusta la gente y no me gustan lo lugares a los que va la gente para hacer cosas que las hace gente. La gente no es gente, la gente es costumbres donde se encierran los unos a los otros para pisarse como cerdos en un matadero. Quiero estar liviano, eso si. No lo logro, pero quisera. Trato. Me quedo en casa. Salgo a caminar y me meto en el subte y salgo y me siento en alguna puerta de algun edificio con un Baltimore en los labios mirando la nada, esperando, esperando esperando esperando y pensando, no hay salida, y me pongo pálido por fuera y me pongo negro por dentro. No hay salida, no hay salida, uno nace para morirse. A algunos les toca esto, y a algunos les toca esto otro. A mí, me tocó esto otro. Está bien. Supongo que algun dia me moriré en algun hospital barato, como mi viejo, en medio de la oscuridad de la noche, llamando entre sollozos agónicos a alguna puta que alguna vez quise. Nadie llamará a casa para ver como ando. Estaré en una cama de algun hospital, anónimo. Preguntarán: algun telefono de contacto, familia, amigos? Responderé: ninguno.
Me llevarán en una camilla al quirófano y de ahí a la heladera.
Dos bocados mas y ya estoy cansado. La noche está estrellada. Toso. La tapa de los sesos me duele. Mis piernas apenas me sostienen. Reboto contra el chirriar de las candilejas. Fantasmas de la gloria del pasado de la calle Corrienmtes, desde aqui voy a hundirme. Gracias! Adiós. Dejo el resto de la pizza y salgo hacia las estrellas. Pobre de mi, y pobre de ellos. Pienso en que me gustaria hablar con alguien, no sé como hacerlo. No amo lo que veo y esto que es abrazado por una camisa limpia: hiede y enchastra. Se sabe. no hay tacto alguno. En los teatros, gente que no conozco interpretan cosas para gente que le gusta comprar entradas y ponerse en fila como en un banco. Entro a una libreria, no me gusta leer. No soy feliz. No puedo echarme en mi cama pulguienta y sentarme con un libro pretendiendo que entiendo la vida de otros o la escritura de otros o la mia o los ladridos de los perros o la muerte de mi madre o lo que sea. No soy de escuelas, no soporto a nadie. Entiendo, si, que alguien prefiera una maquina de escribir a un buen polvo, supongo que lo entiendo porque soy egoista (supuestamente, orgulloso y huraño) y porque me pasa a mi. Incluso en la ficción, hay menos drama en las paginas de un libro que en el cuerpo desnudo de dos idiotas tratando de entenderse. Es menos riesgoso escribirlo que hacerlo.
Cuando estas «one-on-one» te hacen mierda, en cambio si dejás de hacerlo y te pones a escribirlo, estas con vos mismo y nada mas. Te puede llevar al suicidio, si, pero por lo menos no tenes que estar viendole la cara a alguna imbécil que te quiere sacar los ojos solo porque intentaste quererla.
Buenos Aires tiene muchas librerias.
No amo a ninguna en especial. Gastan mucha luz y hay mucha obscuridad ahi dentro. Además, la Libertador la cerraron y la mudaron a Callao. No es lo mismo. Gana la banca, todos pierden.
Vuelvo al gusano de metal rojo con rueditas que me lleva de vuelta a casa. Esa tumba a medio cocer que yo llamo mi casa. Abro la puerta de entrada y hay olor a tabaco y a sudor, a mugre, a queso descompuesto, vuela una mosca y se posa en mi nariz y le doy un beso en la boca y le pongo ropita de bebé y me la llevo a la cama, abrazaditos los dos.
Ella sí me quiere.
Mañana me sabrán muerto, mañana me sabrán vivo. Tengo un petardo en el culo florecido y el hueco del pecho está lleno de pastito para los Reyes Magos. Ya sabés vos quienes son esos Reyes Magos. Tres delincuentes. Esos tres negritos astrónomos que siguieron un cometa para darle la mano a un agitador político que nació muerto antes de morir por segunda vez.
Hasta mañana, mosquita de letrina, te beso, te beso te beso!
Bajo por el subte rojo, no llevo el pase, pero sí llevo pantalones cortos de baño. No voy a la pileta, pero quisera tirarme de todas formas. Estoy en un subsuelo donde pasan gusanos de metal que llevan corazones rotos a ningun lado. Lindo.
Paso por la puertita, no está el chancho, entro gratis, bajo por la escalera mecanica, pienso en toda la gente que mueren en escaleras mecanicas todos los años en todo el mundo. Deben ser unos cuantos. Entro al tren. Mujeres hermosas desperdigadas por aqui y allí. En realidad me gustan todas. Si respiran y pesan menos de 110 kilos, yo le doy. En realidad no. Estoy down. Me siento en lñas butacas de terciopelo rojo japonesa. Enfrente mio hay dos beldades. Una rollinga con un cruce de piernas fantastico, pendeja, y otra nena al lado, mulata, rizos del color del café con leche, con unos jeans apretados en los muslos y en las pantorrilas que mamita, y con los ojos color miel. Joven. Jo ven. Dos dulces. Se me pone dura la picha. Tengo pantalones cortos de baño, hace calor, trato de pensar en otra cosa, no es dificil. Por donde vea mi vida hay gatos muertos y terror. Igual se me pone gomosa. Pienso en mis piernas pálidas y delgadas. Mi vientre colgando. No se quien me hizo así a mi. Piernas flacas, panza voluminosa, y el afeite de ayer que me hace arder la cara, y mis ojos, mis ojos... es como estár en un juego de video donde siempre se te acaba una ultima ficha, matando monstruos, escribiendo historias banales, siendo feo, feo... el corazon feo, el rostro feo, las montañas tambien son feas y las colinas de la vida tambien son feas.
Debe ser la soledad.
Están las dos buenas. Siento como si no tuviera brazos ni cara ni piernas ni pija ni alma. Si el dolor es la evidencia de un corazón valedero, entonces mi corazón lo tengo entre las piernas. Necesito a alguien. Necesito a alguien. Tiene que ser una gamberra, una loca, una puta, una enferma. No tengo ganas de ir a limpiar mi casa-cenicero. Los trapos de piso cuestan caros. Barrer me aburre. Lavar los platos me saca de quicio. Bañarme es repetitivo. Peinarse es para los trolos.
Tiene que ser otra loca, otra enferma, otra dejada, otra triste. Tiene que ser sucia, tiene que ser un poco triste, un poco de la calle, una entrópica contrahecha, una loca con ganas de cortarse las venas un poco, una loca con ganas de jugar a unas cartas dementes. Creo que yo soy eso, eso y el corazón de Chopín en Polonia, en medio del lago, debajo de una mala estatua, mientras los patos cagan, un poco perdidos en la nada.
Tiene que ser alguien que quiera caer en cualquier lado y que se sorprenda de que, ademas de alguien que le acabe en la boca, le de unas caricias de las buenas. Una taza de te, alguien que la siente en la falda y le acaricie el pelo y que le mienta con algo así como: no todo está perdido. Alguien que la haga bailar un vals muy lento y muy oscuro y muy enm reclusión. Alguien a quien encarcelar y que quiera ser encarcelada. Eso yo lo puedo dar. Me sale bien. Siempre termina mal, pero me sale bien eso.
Bajo del tren, subo las escaleras hacia Uruguay. Me duele la cabeza: cuando toso, la coronilla parece querer salir volado de mi craneo con parte del cerebro. Hace un mes desapareció Lorena. Me mandó un mensaje de texto: ahora está con un ukraniano de una sola pierna en un ashram en Moreno. Es feliz. Se dejó toda la ropa en casa. No la necesita. Ahora hay alguien más.
En La Americana todas las luces están prendidas. Bastante gente para un miércoles. Más mujeres que entran moviendo el culo, destellando. Debo ser el unico tipo con un pitito colgando de las piernas que tiene un problema o no sé. A la mierda. Pido dos porciones de muzza. No pido bebible, es muy caro. No me importa, tomaré agua del baño cuando termine. Los mozos con sus uniformes son muy graciosos y solemnes. Están enojados, están cansados, son como mecanismos irrompibles, siguen sacando pizzas, comen pizza al mediodia, comen pizza a la noche, ya no pueden ver una porción de puizza nunca mas y siguen saliendo, siguen saliendo...cierran tarde, a eso de la una de la mañana. No les importa, cobran buena guita y son de fierro. No son cosita blanda de la Capital, son de Provincia. Viven en lugares donde a vos y a mi nos daría un sincope, lugares donde salis de la puerta de tu casa, si tenés casa, y te pegan un tiro en los huevos solo por la risa que hay en hacer eso.
Me dan el plato con mis dos porciones. Están buenas, aceitosas, el queso rezuma, caliente y vibrante. Me voy a la barra de dorapa. Tengo una canción enel corazón esta noche, no es una gran canción pero por lo menos canta algo. Me gusta y no me gusta. Me llevo un bocado a la boca, siento el sabor. Es el sabor de ella. Es su cara, sus ojos redondos, la sensación de invitarla y verla comer. Es el sabor de ella, a ella. Es el sabor de los dos juntos. Ahora ella se fué, y la pizza mas rica del mundo tiene gusto a cartón y a aneurisma.
Ojalá se caiga en un pozo ciego.
Es una canción, despues de todo. Trsite. Triste triste tristón tristonietto. Tiene un par de compases buenos, pero el resto es solo un acorde menor, simple y rústico, con una tónica de muerte en las octavas graves, de tumba, de años atrás, de cansancio y de fatiga y llanto y cosas que explotan entre mañanas húmedas y ceniza mojada.
El segundo bocado y la derrota. Mucho dinero por un poco de pan con queso. Los tenedores estan buenos, brillantes y limpios. No quisiera ser el lavaplatos de La Americana. Deben de tener que lavar unos mil quinientos tenedores por dia. Y mil quinientos cuchillos.
Tercer bocado. A Lemmy no le pasaba esto. A Gerald Durrell no le pasaba esto. A Hendrix no le pasaba esto. Tan todos muertos. Yo soy el proximo, uno mas entre millones, sin premios, sin guirnaldas hawaianas a la salida del aeropuerto nunca. No me importa. Sí, me importa. El amor es una locura inventada por alguien que no amaba la paz. Ahora tengo la paz.
Es como masticar una media vieja.
No se que te enseñan en los talleres literarios, debe ser como una escuela de manejo para retrasados mentales.
Mi bicicleta en el living. Hay un lamparon gigante de polvo y ceniza alrededor de esa bici oxidada, las gomas pinchadas, el manubrio descolocado, bichitos sobre el metal, y el polvo alrededor, mi vieja bicicleta tiene un halo de poder alrededor hecho de mugre y de olvido.
Cuarto bocado y se va una porción y las luces de la gran ciudad afuera. Siempre me pongo mirando a la puerta. No se por qué. Tengo aversión a los restaurantes. Tengo aversión a sentarme y pagar mucho por muy poco, y que encima no puda salir afuera a fumar rapidamente cuando yo quiera sin tener que hacer tanta alaraca.
Me gusta no quedarme en algunos lados. Odio ir al cine. No me gusta sentarme a tomar café y hablar. No me gusta la gente y no me gustan lo lugares a los que va la gente para hacer cosas que las hace gente. La gente no es gente, la gente es costumbres donde se encierran los unos a los otros para pisarse como cerdos en un matadero. Quiero estar liviano, eso si. No lo logro, pero quisera. Trato. Me quedo en casa. Salgo a caminar y me meto en el subte y salgo y me siento en alguna puerta de algun edificio con un Baltimore en los labios mirando la nada, esperando, esperando esperando esperando y pensando, no hay salida, y me pongo pálido por fuera y me pongo negro por dentro. No hay salida, no hay salida, uno nace para morirse. A algunos les toca esto, y a algunos les toca esto otro. A mí, me tocó esto otro. Está bien. Supongo que algun dia me moriré en algun hospital barato, como mi viejo, en medio de la oscuridad de la noche, llamando entre sollozos agónicos a alguna puta que alguna vez quise. Nadie llamará a casa para ver como ando. Estaré en una cama de algun hospital, anónimo. Preguntarán: algun telefono de contacto, familia, amigos? Responderé: ninguno.
Me llevarán en una camilla al quirófano y de ahí a la heladera.
Dos bocados mas y ya estoy cansado. La noche está estrellada. Toso. La tapa de los sesos me duele. Mis piernas apenas me sostienen. Reboto contra el chirriar de las candilejas. Fantasmas de la gloria del pasado de la calle Corrienmtes, desde aqui voy a hundirme. Gracias! Adiós. Dejo el resto de la pizza y salgo hacia las estrellas. Pobre de mi, y pobre de ellos. Pienso en que me gustaria hablar con alguien, no sé como hacerlo. No amo lo que veo y esto que es abrazado por una camisa limpia: hiede y enchastra. Se sabe. no hay tacto alguno. En los teatros, gente que no conozco interpretan cosas para gente que le gusta comprar entradas y ponerse en fila como en un banco. Entro a una libreria, no me gusta leer. No soy feliz. No puedo echarme en mi cama pulguienta y sentarme con un libro pretendiendo que entiendo la vida de otros o la escritura de otros o la mia o los ladridos de los perros o la muerte de mi madre o lo que sea. No soy de escuelas, no soporto a nadie. Entiendo, si, que alguien prefiera una maquina de escribir a un buen polvo, supongo que lo entiendo porque soy egoista (supuestamente, orgulloso y huraño) y porque me pasa a mi. Incluso en la ficción, hay menos drama en las paginas de un libro que en el cuerpo desnudo de dos idiotas tratando de entenderse. Es menos riesgoso escribirlo que hacerlo.
Cuando estas «one-on-one» te hacen mierda, en cambio si dejás de hacerlo y te pones a escribirlo, estas con vos mismo y nada mas. Te puede llevar al suicidio, si, pero por lo menos no tenes que estar viendole la cara a alguna imbécil que te quiere sacar los ojos solo porque intentaste quererla.
Buenos Aires tiene muchas librerias.
No amo a ninguna en especial. Gastan mucha luz y hay mucha obscuridad ahi dentro. Además, la Libertador la cerraron y la mudaron a Callao. No es lo mismo. Gana la banca, todos pierden.
Vuelvo al gusano de metal rojo con rueditas que me lleva de vuelta a casa. Esa tumba a medio cocer que yo llamo mi casa. Abro la puerta de entrada y hay olor a tabaco y a sudor, a mugre, a queso descompuesto, vuela una mosca y se posa en mi nariz y le doy un beso en la boca y le pongo ropita de bebé y me la llevo a la cama, abrazaditos los dos.
Ella sí me quiere.
Mañana me sabrán muerto, mañana me sabrán vivo. Tengo un petardo en el culo florecido y el hueco del pecho está lleno de pastito para los Reyes Magos. Ya sabés vos quienes son esos Reyes Magos. Tres delincuentes. Esos tres negritos astrónomos que siguieron un cometa para darle la mano a un agitador político que nació muerto antes de morir por segunda vez.
Hasta mañana, mosquita de letrina, te beso, te beso te beso!
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