- Ocurre hijo mio que esos patos estan ahi porque alguien los puso ahi.
- De donde vinieron esos patos?
- Del campo.
- Y donde queda el campo?
- Creo que afuera de la ciudad. Donde se acaban las calles de cemento y empieza el pasto.
- El pasto lo hizo Dios?
- Si, para que nosotros los disfrutemos.
- Algun dia vamos a ir al campo?
- Algun dia vamos a ver patos salvajes, y toros, y vaquitas.
- Y van a ser nuestros?
- No lo sé. Habria que preguntarles a ellos si quieren ser nuestros. No sé...
Daniel se queda mirando el agua en su mameluco y su pelusa rubia en la cabeza, una cabeza grande y en llamas. Trabajando trabajando trabajando.
- Te quiero mucho papá.
- Y yo te amo tanto que no tenes idea...
- Gracias.
Cuando un niño de cuatro años y medio te da las gracias, uno sabe que no está uno tan viejo sino que el mundo se ha puesto mucho mas solido y mucho mas liquido y no hay palabras que sirvan con caricias asi...
- No me des las gracias. Me das un beso?
- Si.
Daniel me da un beso.
Y pienso que debo de estar apestando a tabaco, tal vez él algun dia se acerque a su padre de maneras perniciosas. Acaso todos los padres quieren ser pensados por sus hijos hasta el fin de los tiempos, mas allá de la muerte, pero no hay tal cosa, no hay caso.Debemos vilificarnos de alguna manera para que aprendan a luchar contra algo. No necesariamente odiarnos, pero si combatirnos. No somos tan malos, y no somos tan buenos. Solo somos gente. En algunos casos notables, cuando ya no hay lugar para sonreir tanto por cualquier cosa, nos hacemos personas.
- Vení, Dani, vamos a comprar maiz asi les tiramos a los patitos.
- Y a los pecesitos.
- Y a los pecesitos, por supuesto.
- Los patos comen peces?
- No, pero los pecesitos les mordisquean las patitas a los patos.
- Les duele?
- No, pero les hace cosquillas, por eso casi no se quedan quietos.
- Parecen barcos.
- Tal vez deberian serlos, viste como andan en manada?
- Si.
- Dani.
- Que.
- Te quiero, sabias?
Dani se queda pensando por dos o tres segundos. Este chico piensa demasiado.
- Si.-, me dice, solemnemente.
Pequeños pies, en pequeñas zapatillas, pequeñas piernas, dos, enfundadas en jean. Como su padre. Como su abuelo. Pequeña gran cabeza, labios tensos por el dia, por el milagro de la vida, esos pequeños pies lo llevaran por un mundo de rosas con enormes espinas, esos pequeños pies, esas pequeñas piernas. Ojala algun dia el mundo tiemble al verlo llegar a su puerta.
- Si se nubla va a llover.
Y Dani empieza a llorar a moco tendido. Lo levanto, lo pongo contra mi pecho y lo miro largamente mientras se saca las ganas de llorar. Lo miro intensa y seriamente. Como ya me conoce, para de llorar cuando se ha sacado las ganas y me mira directo a los ojos y nos quedamos los dos mirandonos seriamente. Mis ojos marrones contra sus ojos azules. Mis ojos de tabaco contra la pureza de topacio de sus ojos no toxicos. Todavia hay sol ahi arriba, pero algunas nubes blancas y grises se mueven tratando de cagarnos la fiesta. No importa.
- Si se tapa no importa. Nos quedamos abajo de la lluvia. Y vamos a ver como llueve.
- Si llueve, me voy a mojar.
- Es la idea.
Se queda pensando un poco mas. No sabe si le gusta la idea. Está bien que elija, solo que esta vez no sabe si va a poder elegir, porque el padre ha tomado una decision. Tal vez inclusive esté pensando en el bien y el mal, en mi decision, y en si está bien o mal emitir juicio alguno.
Y a mi me gusta este choque de titanes. Quiero que abra la boca.
- No quiero que llueva.
- Yo tampoco, pero si la vida te da limones, haz limonada.
- Eso que quiere decir -, me dice Dani, con media sonrisa en la cara, con un mohín misterioso.
- Eso quiere decir que va a estar todo bien.
- Va a estar todo bien?
- Si, campeón.
Me da no un beso en la mejilla sino dos.
Las nubes empiezan a bajar y a Dani se le dilatan las pupilas salvajemente. Sopla un viento fresco y sorpresivo y se acurruca en mi cuello. Cubro su espalda con mi mano torpe y pequeña y arrugada y siento en mi palma sus pequeños homoplatos debajo de los tiradores y de la remera de algodon. Hay un choque de aromas, pero el de su cabello puro me llena el alma y me invade una certidumbre y un coraje.
Es un buen dia, un dia de los buenos.
Yo veo pasar a las mujeres, a las quinceañeras altaneras con sus culos de manzanita y las mas mayores, las de mi edad, tratando de ser resultonas y poco agradables. Les sale bien, pero ya no caigo en esas trampas. Encontrè un rellano impagable, una cocarda al merito en los ojos de mi hijo.
Estoy listo para ser una maquina de criar, y de matar, y de parir, y de soliviantar.
Voy a cortar la mitad de mi cuerpo, si es necesario, por este don de la multiplicación que me ha dado la vida.
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