Te extraño mucho, papà. te extraño mucho y lloro, porque imagino a Chile, nunca estuvimos ahi, creo que vos tampoco, pero lo que imagino e imaginarte dentro de lo que imagino es lo unico que me queda esta noche. Quien eras?
QUIEN ERAS???
Por que te tuviste que ir asì?
Hasta dejaste una carta: tambien escritor eras vos??
Parecias bastante bueno: no se podia negar demasiado la mayoria de las ultimas palabras que quisiste decirnos.
Yo no tengo esa carta. Se la llevò tu hija con los muebles.
Si lo pienso bien, me hace mal. Si no lo pienso bien, me siento un cagòn.
Si me quedo en silencio escucho esta musica secreta que se envuelve en mi alma y me lleva al septimo infierno.
Nuestras felicidades tempranas no auguraban un desenlace tan doloroso.
Soy el primero en decir que simpatizo con el dolor terrible del que yace desnudo dentro de un cajon. Los dolientes duelen menos que el dolido por la muerte.
El muerto siempre queda, por lo menos a mi visiòn: el muerto sueña que su cuerpo se disuelve y se confunde con lo que era morada en el soplo del Señor.
Nuestras grandes felicidades, la algarabia y el gozo en tus ojos de llanura, no tenian que terminar tan mal. pero como vos escribiste, era asi: porque Dios y la Vida mandan.
Y aun asì trato timidamente de bailar esta cueca zarpada, esta metanfetamina supurante de sangre que se derrama de mis muñecas en las noches de frio total. Permuto muchas de mis palabras aferradas al terror por un silencio que tal vez parezca estoico, y esto lo espero muy fuertemente: me vuelvo mudo de dolor, no puedo responder y atacar. Lo deseo, el ataque mio. Nadie llama al telefono mas que para cosas locas, para charlas entre internados, psicoticos y dementes sufrientes, o para embaucarme de manera poco sutil.
Nuestra sangre.
LOS NUESTROS.
Te envio este telegrama suspicaz y tan fresco para decirte que son las 3 de la mañana en punto y las mantas me arden y me molestan.
Han pasado casi diez años desde mi primera crisis y diez años de tu suicidio.
En esta casa no se soplan velas de cumpleaños, y si se lo hizo alguna vez, ha sido con mis dedos cruzados a la espalda. Los espejos rotos trajeron sus desgracias con precision cronometrica. Ah, inefable almanaque, si solo fueras para atràs, salñdria de la panza de mamà y reclamarìa una fotos de mis padres y yo, juntos. No sucederà nunca. por supuesto: callarìa. no vaya a ser que ustedes padres mios dijeran algo brillante mientras yo berreara, seguramente lo pasaria por alto y yo no me lo perdonarìa nunca.
Y esta perennne mala suerte de la mala leche.
Si los gatos negros estuvieran proscritos, yo pintaria mi felinidad de un negro mate y acariciaria mi morro por el mobiliario, inyectandolos de mi particular y solitaria electricidad.
Te escribo desde las horas muertas para darte un beso. Respaldan mi voluntad frenetica: la locura a medias y la ansiedad completa, con un toque de recuerdo de montañas y cerros, y de carnavales apòcrifos y malas iluminaciones electricas en peñas del tiempo de Matusalem.
Espero estes respaldandome vos tambien desde tu ceño de curiosidad de rigor. Te recuerdo. Del principio al fin, este hijo tuyo se sabia demasiado extraño para reclamar al cien por ciento tu liderazgo. Me diste cien millones de caricias, y cuando llegò el momento, te hiciste a un lado. Te entiendo. Es un mundo violento y agreste con los escupidos en la cara por Dios. Tus piernas de palitos y tus manos sarmentosas. Tus años de dedicacion bienhechora a la fiebre de las Punas, con eso me quedo.
Estàs en mi.
Este mundo de piranhas extrañas a los angeles que persisten con obcecacion en mordernos las piernas en nuestro lecho bautismal... alejen esos violines, al carajo con los oboes...
Yo te recuerdo sonriendo.
Por favor, golpeàme otra vez.
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