Fisicamente obeso (100 kilos), Espiritualmente flaco (Peso mosca). Ando pirulando. No me hallo, caminando sobre mis propios pies. Haber tomado (literalmente) hace un par de años el habito del alcohol me pone contra las cuerdas, me hizo romper mi propia regla: no escabies, no tomes drogas, concentrate en las canciones y si queres fumar fumá. Salí a caminar, tomá aire. pero como voy a andar caminando solo sin tener a nadie a quien compartirle mi adoración por el oxigeno, por el sol, por la lluvia, por el silencio, por el gorjeo de jovenes y viejos, por las ferias y las calles nocturnas en dias de semana, por el microcentro mudo y muerto bajo una tenue luz fosforescente de purpurina, que parece llorar como lloro esta noche yo; por la salvación de este míserable miserable, dos veces miserable! tres veces miserable!, por estar triste con techo sobre mi cabeza y un plato de comida adelante de mis narices. Y aun triste? No es tristeza, tal vez solo sea una vulgar depresión clinica que me ha durado cuarenta años y se me ha metido adentro de estas gruesas carnes a fuerza de meditar delante de un mar hosco que ni siquiera puede ya lamerme la piel suave de cuando era niño. No extraño ser niño, extraño estallár suavemente sobre mis cosas. Amar. Chupár sol, aire viento, atarme a las correas de la alegría y volar como cometa sin piola ni remo, una cruz crucificada, un Nesquik para Cristo bajando lentamente del Gólgota, un Cristo con amigos, a su lado, diciendole, macho, todo va a estar bien, sigamos caminando a casa. Casa? Cuatro veces miserable por escribir esto que como dijo Roy Batty, se perderá como lagrimas en la lluvia. Triste porque estoy solo, triste porque estoy solo acompañado, triste porque soy como la nieve que se derrite para dar un atisbo de los cuerpos animales y vegetales y minerales que se cayeron al comienzo del estío, dejando evidencia silenciosa de que hay un Dios, y de que ese Dios muele y aplasta a diestra y siniestra, mas a nobles que a villanos. Triste porque mi sangre paisana se pone blanca y chata debajo de este festival primaveral perenne de payasos y prostitutas. Tantas veces triste que ya no recuerdo como escribir alegría sin decir: IRÍA! SI PUDIERA IR, IRÍA!
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