miércoles, 23 de agosto de 2017

El primer poema

El primer poema que escribí fue todavia en mis teens. Y trataba sobre una muerte, una muerte violenta. Se llamaba Pati, y era una mujer ya mayor que se quemó en un incendio en el departamento de arriba de mi casa de Palermo. Estaba acompañada de una amiga, Estela. Pati puso un aerosol de cucarachicida arriba de una estufa prendida. No muy copado, hacer eso. La cosa explotó, Estela salió corriendo, llegaron los bomberos y la bajaron por la escalera, solo vestida con un camison de.. poliester? que se le habia pegado a la piel tambien quemada. Todo esto a un metro y medio de mi cara. Se podria decir que vi a la muerte de cerca, o muy cerca de alguien mas y muy cerca mio. Patti murió unos dias despues en algun hospital bonaerense olvidado por Dios. Algo que ver con el higado. No recuerdo muy bien la cara de Patti, pero se me vino a la mente este retrato: su cara, tal vez su pelo chamuscado, rubio, oxigenado. La cara: pintura oscura, delineador negro alrededor de dos ojos negros de vidrio. Su cuerpo desnudo con girones de tela pegados a el cuerpo flacido. Probablemente ví sus pechos desnudos. La paleta de colores: blanco, con agujeros con el borde negro, el centro rojo, muy encendido (buó) y los agujeros de un color morado, bordeaux, y muy brillantes como cubierto por una mucosidad mojada. La puedo ver patentemente bajada de los hombros y las piernas por los bomberos. No recuerdo sentir miedo, solo ver la puerta de entrada, de vidrio, completamente volada hacia afuera por la onda expansiva, y yo se lo dije a mi padre: Onda expansiva. Porque lo habia leido en un comic de el Hombre Araña. Juro que alguien me felicitó por la ocurrencia o el detalle... Yo estaba en pijamas y podia sentir el fresco de la noche. Estaba descalzo. Mi coronilla llegaba casi al pecho de los adultos alrededor mio, que no era ninguno muy alto. No se por que recuerdo esto sobre la mujer ahora. De hecho, no recuerdo que estuve haciendo antes de escribir esto. No encuentro las coordenadas de pensamiento lineal. Solo se vino a mi mente la imagen de la mujer siendo bajada por los bomberos, el marmol negro de las escaleras, el color terracota de las paredes de las escaleras, la iluminacion como de iglesia, mortecina, como de un gran recogimiento y el conjuro de toda la escena y esas sensaciones borrosas, nebulosas, que solo un revisionismo constante y enfermizo pueden traer a mi cabeza dividida constantemente. Tal vez sea el sonido de la hornalla calentando el agua para el mate. Quien sabe. A veces me dan ganas de tomarme un bondi y volver a mi viejo barrio y simplemente pararme ahi. A donde estaba la vieja entrada del departamento. Solo pararme. A todo esto mi vieja casa de departamentos ya no está, fue demolido hace unos treinta años. A pesar de que hace rato se convirtió en un barrio de chetos merqueros, no importa. Tal vez ver el AMANECER ahi en esa cortada. A ver que pasa. A ver que angel me da un sopapo. Pero no importa, ahi no hay nada para mi ya. Si voy a los lagos de Palermo, de vez en cuando agarro por esa calle y esa cortada de mi infancia, de los juegos, de las patadas, de las patinetas, me parece tan pequeña... y cuando uno es chico hace de un solar un Universo vasto y exótico y exhuberante. Y eso es dulce y no se olvida. Uno aprende muchisimo de tener siete años. Ya tengo cuarenta y tres y hace veintiseis que vivo en Balvanera. Es tiempo de mover. De "hacer el corazon mas pequeño", como dicen los aforismos orientales. A veces creo que me espera un río con un atardecer púrpura en una jungla norteña, una atmosfera suntuosa, opresiva, salvaje hasta el paroxismo, casi insoportable, o que me da un beso una montaña caliente o que me hundo junto a los peces en las aguas turbias de el mar del sur de Buenos Aires. El olor a la noche fresca me embarga por completo, en el sueño, en el delirio diurno, en el compás de la marea eterna que soy y que nunca se va a extinguir, de este o del otro lado del mundo, de todos los mundos.
Ok, ahora me voy a tomar mate. Solo queria decirte eso, amigo, amiga interneteante.
Una mujer, ya vieja, en una escalera, en una mala noche. Nadie le dirá mi nombre y nadie me dirá su nombre.
Le decian Pati, y yo la veia regar las plantas en la vereda y le decia "Patita de pollo". Lo recuerdo patentemente. Ok, no vale hacer bromas. Mi abuela se cagaba de risa. 
Mi abuela me enseñó como reirme: a mandibula batiente y haciendole justicia a la creación de Dios.

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