miércoles, 21 de enero de 2015

FAMILIA TIPO


Carlos Alberto se sonrió con una sonrisa sucia. Estaba en una playa, en el primer dia de tres, de vacaciones, fritandose la espalda, con una camisa blanca transpirada puesta en el lomo, abierta por delante, la voluminosa panza colgando. Carlos miraba el puesto de gaseosas y de cervezas y el puesto de gaseosas y de cervezas al mismo tiempo lo miraba a el. El puesto le decia cosas simples, a travez de telepatia, le decia estas cosas: "VENNNN, ACERCATE, VENNN, TOMA UN TRAGO DE ALCOHOL... O VENNN Y TOMATE UNA GASEOSA BIEN AZUCARADA, VENNNN, MIRA ESTE SOL, TIENES CALOR, TIENES DOS HIJOS JUGANDO EN EL MAR... VENNNNN..."...
Carlos poco menos que habia hipotecado los riñones para esta sexcapade jolgoriosa con los chicos. La nafta, el auto listo y puesto a punto, la ropa, los trajes de baño, los patos inflables, la pitonisa del oráculo de Delfos antes de marchar para ver como iban a ir las cosas, el hotel, el lugar.... estaba ya harto a las dos horas. Por la mañana habia ido con los chicos a ver el mar por primera vez, no ÉL sino ELLOS.... se habian mostrado frios, caprichosos, somnolientos, hastiados de todo, igual daba que fuera una pelela gigante llena de meo, y durante el viaje Carlos habia considerado tirarlos por la ventana contra algun camion grande que viniera en sentido contrario.
Ahora, redimidos por su propia idiotez infantil rebosante de energia, jugaban a la orilla del mar.
De todas maneras, habian salido a la madre: ortivas y feos.
Carlos se dirijío al puesto de gaseosas y se pidió una Sprite Zero. Era lo minimo que se podia tomar que no llevara a un rapto homicida playero de dimensiones descomunales. Entonces la vió. Un metro setenta y cinco, unos ochenta kilos de peso, morena, bronceada, probablemente con ascendencia norteña, tucumana o de algun lugar parecido, muy perra reventada, descomunales pechos de tilinga mestiza, un bikini verde loro con moños, grandes caderas, una importante zanja vaginal patente hasta para el mas estupido de los mas gays de los gays, una musha carnosa y obcena, y el culo mas escandalosamente gordo y asqueroso y fiestero que se hubiera visto jamas.
Carlos dio vuelta la cabeza hacia el otro lado por una fracción de segundo.
La madre de los chicos se fritaba al sol como un lagarto detrás de unas gruesas gafas de sol, estéril y ausente de todo. A Carlos ya no le gustaba, tampoco le disgustaba. Su mujer, esto es. Era como ver un cactus apenas mecido por el viento en el desierto o un trapo de piso olvidado en un rincón a las cuatro de la madrugada con dos cucarachas jugando al basquet.
Volvió entonces la cabeza hacia su nueva mujer (Carlos juró que se la empomaria directamente en el primer baño publico al que pudiera llevarla, o aun mas, la violaria ahi en la arena, a la vista de todos, y alegremente aceptaria los cargos de violacion, maltrato, y, si era necesario una accion de fuerza, tambien aceptaria los cargos de femicidio, en el caso de que se resistiera).
Se subió los shorts de baño y se metio un dedo en el pupo: pelusa. Se olió el dedo. Olor a pija. Esto lo excitó aun mas. Reprimió una erección. Tomó coraje y caminó lánguidamente hacia el objetivo de su deseo. Sintió su larga y rala cabellera adueñarse del panorama playero entero, y se sintió un vikingo, un conquistador, un explorador en tierra fertil desconocida. Sus huevos frotandose en el traje de baño, dios mio, era como el preambulo de una porno asquerosa y berreta!
Llego al lado de Soraya, la mulata cogelona. Puta de mierda. Las tetas se le estaban por escapar del bikini roñoso ese. Tenia tetas como para alimentar a todo un orfanatorio. Pezones en relieve, negros, duros, chupeteados por todo el Ejercito Argentino, seguramente.
Esa vulva sugerida debajo del trapito de la bikini, demasiado... era como una cosa de pornografia publica, un desaire a las normas básicas de la moral y las buenas costumbres. La policia estaba ausente, pero si Carlos hubiera sido policia, bien que le daría calabozo y cachiporra. En ese calabozo habria una cama de agua, dildos del tamaño de un brazo de leñador, vaselina marca Acme, un taladro, cinturones viejos con hebillas afiladas, algunas ratas hambrientas y dementes, el pene disecado de un bufalo, medio kilo de cocaina y una pistola para matarse al final porque todo era de muy de no creerse. Llegó a lado de la mujer, miró hacia alrededor de sí. Estaba gordito, pero aun podia ser escurridizo.
Carlos se aclaró la garganta y dijo:

- Disculpe señorita, pero yo a usted la conozco de algun lado.


Soraya esbozó una sonrisa sucia y sus ojos se desviaron a la panza blanca y grasienta y peluda de Carlos Alberto.


- Y yo a vos de donde te conozco?  Del Dieta Club?

- Muy gracioso muñeca. Mirá, la cosa es así. Estoy por tres dias aqui en Mar de la Concha y me doy cuenta de que el unico mar que quiero navegar es la tuya. Aceptás?
- Que guarango que sos, se nota que venís de la villa, cavernícola. Levantás muchos zombies paqueados con ese speech barbarico o soy la única puta que te vas a cojer con esa lengua de bellaco?
- No se lo que son las putas, soy virgen, y vos sos la Primavera de mi Boticelli, mi cañoncito de dulce de leche. Yo quiero probar ese dulce de leche tuyo. Me dejás meter un dedito?
- La estas cagando mal, pero bueno, que tenes para ofrecerme, Supermán?
- Cincuenta pesos, una Sprite Zero por la mitad y a mis hijos esta noche les doy de comer arena.
- Sos un insolente de mierda y un desubicado. Pero me caes bien, bombon calentorro. Vamos al probador a ver si el cuero es viejo.
- Yo estoy joya y nunca fui taxi. Y vos, valkiria, cuantos marineros te enterraron la serpiente en la almeja chamuscada? Seguro que debutaste con un orangután con la pija llena de mierda.
- Fui desflorada a la edad de veintidos años. Y fue por amor.
- Si, amor... por amor a la pija. Vamos a esa ligustrina que hay ahi arriba del medano. Tengo un pajarito que te quiero mostrar, no sabes que lindas cancioncitas que canta...
- Vamos, pero despacito, con cordialidad, y ponele un  poco de sensibilidad a la cosa.
-... es un pajaro carpintero. Golpea y golpea y golpea y siempre hace agujeritos donde no los hay y despues hace una casita re linda.

Soraya La Virgen India y Carlos Alberto El Guarro desaparecieron detrás del médano en llamas...


El mar insistia en golpear la arena y reducirla a polvo y despues del polvo solo quedaria el recuerdo de una playa. Y el recuerdo de un polvo magnánimo, lleno de obcenidad y de tristeza y de alegria y de ilegalidad y de fractura.

En la costa marina, mientras las palometas picoteaban los pies de los ausentes lagartijos, Dan y Tim, ambos de seis y siete años respectivamente, los hijos de Carlos Alberto y Claudia La Renga, charlaban animadamente.

- Dan,-dijo Tim, seseando un poco, puesto que le faltaba un diante frontal de leche-, vos sabias que si clavo un palo en la arena puedo hacer un reloj de arena y predecir el tiempo y saber cuando van a salir las estrellas?

- Si.
- Y que si papa no vuelve en media hora nosotros nos vamos a quedar a vivir con mamá aqui en Mar de la Concha por el resto de nuestros dias y vamos a tener que comer pescado todos los dias?
-Si.
- Siempre me decis "si", pelotudo de mierda, que te pasa? Reaccioná!
- Si.
- Papá se fue otra vez con una de esas negras que le gustan a el. No entiendo por que le hace esto a mamá. Acaso no nos quiere mas?
- Papá quiere a muchas mujeres pero no tiene tantas como parece.
- Siempre sale corriendo atras de alguna negra de mierda, con esos anteojos de sol, los "Reyba"...
- Papá me dijo que cuando una mujer toma de un vaso con pajita y mira para abajo, es porque quieren que se las cojan.
- Puede ser.
- Viste que azul que esta el mar? Es como si alguien hubiera puesto el cielo en el agua. Tal vez el cielo se ponga marrón como el mar hace dos horas.
- Yo quiero que me adopten.
- Y yo creo que algun dia vamos a conocer a otros hermanos, negros.
- Nosotros somos blancos.
- Y Papá es marrón.
- Cuando Papá se va, entonces no es de ningún color. Hay otros colores y ninguno es el color de papá. Los arboles son marrones, y la tierra es marrón. Las lombrices son marrones. Papá está hecho de tierra.

Tim miró el horizonte del mar y después detrás de los medanos. Vio una figura desagradable y conocida y bajó la cabeza.


- Dan.

- Que.
- No vamos a tener que comer pescado por siempre jamás ni vamos a tener que vivir siempre en el mar.
- Es papá!

Carlos se acercó con la pija patentemente gomosa debajo del short color crema, la camisa aun abierta y el rostro muy transpirado y embotagado.


- HIJOS MIOS...!


Abrió los brazos para abrazarlos pero ninguno de los dos hizo el menor amague de querer abrazar a su padre.


- En fin pendejos de mierda. Vayan a comprarse una Coca Cola cada uno y no abran la boca hasta la hora de la cena.


- Siiii!,- grito Dan.

- Cafeinaaaa!!!,- grito Tim.

Cuando salian corriendo al puesto de gaseosas, Carlos Alberto le propinó una patada en el culo a uno, y no le sorprendió que no sabia cual de los dos era, ni tampoco que no se acordaba su nombre.


- Juventud divino tesoro.. - masculló.


Se acercó a la reposera Dem-Rep en la que estaba su esposa Claudia. Nueve años de matrimonio, dos ramos de rosas, cuatro salidas a cenar y un gran dolor de cabeza, era lo unico que habia aportado la Yegua al Potro. Cada vez que la montaba, ella se quedaba en silencio, o se sacaba un pelo de la nariz mientras el se movía. Los ojos negros le brillaban en la oscuridad y Carlos podia sentir su vagina enorme y aburrida desinflarse con un chistido cada vez que le daba un bastonazo.


- Amor de mi vida, luz de mi calvario, como va todo?, dijo rascandose la panza.

- El sol sigue siendo gratis, pero seguro que a vos no te da el cuero como para darme unos rayitos, rata.
- Los chicos fueron a comprar gaseosas.
- Con que plata?
- Ahora que me doy cuenta... no les di dinero. No se. Que tomen agua.
- La marca de calidad, como siempre. Yo siempre supe que me habia casado con un ganador.
- Gracias.

Volvieron los dos chicos con una gaseosa de seiscientos mililitros en cada mano. Cuatro botellas.


Carlos los miro y preguntó:


- Y esas?

- Nos la dio una señora morena grandota con una gran sonrisa.
- Gratis?
- No. Nos pidió que le hicieramos un favor.
- Que favor?
- Que te demos este bikini manchado de waska que te olvidaste cuando te le fijaste si el cuero era viejo.
- Y Dan le tuvo que meter un dedo entre las piernas y cuando lo sacó tenia como olor a pescadito.

Claudia se incorporó de un salto de la reposera y la reposera se plegó subitamente y Claudia quedó atrapada en la susodicha reposera. Como un sandwich. Como una pelotuda.


- Carlos, la concha de tu madre...! Otra vez??? OTRA VEZ????

- Amor, mi vida, debe ser un malentendido...
- Por lo menos llama a la policia, quien es esa morena??? ABUSADORA DE NIÑOS!!! Vení Dan escuchá lo que te va a decir tu madre: ESTO ES SOLO UN SUEÑO, OK? Cuando seas grande no te vas a acordar de este dia, este es un dia malo, si?
- La mujer grandota hacia como ruido de cachorrito y me mordía la mano con las piernas.
- CONCHUDA DE MIERDA, CARLOS, LLAMA A LA POLICIA, DEJA DE TOCARTE LOS HUEVOS Y LLAMÁ A LA POLICIA!!!
-Ok...

Carlos apresuró el paso y fue hasta el telefono publico color naranja de Entel, con la forma de medio huevo esa, y discó. No era llamada local. La policía no vendría nunca. No habia llamado a la policía. Colgó, fue hasta el auto, sacó la sombrilla del capot, la dejó contra un poste. El motor ronrroneó y el Peugeot 404 bordeaux empezó a calentarse. Era un dia hermoso. Solo eran trescientos cincuenta kilometros hasta la Capital. pensó: "Van a estar bien".

Cuando apretó el acelerador volvió a pensar y lo que pensó fue: "Ella no va a estar bien". Y: "No quiero que ella esté bien".
Habia ciertos sacrificios a la hora de empezar una vida nueva. Mujer nueva, casa nueva, hijos de la nueva cónyuge. Nueva identidad falsa, nuevos trabajos. Esa búsqueda incesante de frescura era lo que le daba un cariz divertido a todo, dramático y sensual. Un animal salvaje necesitaba de la cacería, del impulso asesino de búsqueda y seducción de la presa. 
Era un hermoso día.
En la ciudad, hundidas y podridas entre rascacielos sin alma, las damas patricias argentinas esperaban a un Rodolfo Valentino que nunca llegaría, con las piernas bien cerradas y los ojos con brillantina bien abiertos.

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