Juan Estrella se secò el sudor de la frente
aun con los ojos cerrados, acostado en la cama.
No bostezò. se calzò los jeans negros sentado
en la cama mirando hacia la persiana que apenas dejaba entrar atisbos de sol.
mentalmente se persignò, se puso una camisa blanca, las zapatillas. Se lavò la
cara en el baño. Vomitò en el inodoro. fue al living room y tomò un estuche con
una guitarra, agarrò las llaves y se las puso en el bolsillo, cigarrillos, un
poco de plata, se calzò unos anteojos oscuros. Y saliò por la puerta sucia.
Apenas cruzò la puerta de entrada un
fotografo le sacò un a foto con flash que lo dejò medio paralitico. otros dos
paparazzis le apuntaron a la cara con sendos microfonos. juan apenas poda
contenerse de golpearlos. se protegia de los flashes y microfonos con la palma
de la mano, sientiendo morirse, por el acoso y por el rechazo timido a la
agresiòn misma. Se sentìa mal, Juan.
- Es verdad que no aceptarà el oscar a la
mejor banda de sonido?
- Juan, es verdad que te estas separando de
tu mujer despues de diez años?
- Estrella, usted es el padre de el hijo de
Carola del Bianco?
- Juan, Juan...
Eran como perros salvajes sin el menor àpice
de piedad.
Juan cruzò la calle corriendo y diò vuelta la
esquina.
Tomò un colectivo y saliò de Balvanera en
diez minutos. Sentia como si hubiera càmaras de seguridad y de television
espiandolo. pensaba: si fuera director de cine podria filmarlos a todos y esa
serìa mi venganza, me transformaria en el amo de las marionetas y serian ellos
los que estarian colgados a mi capricho, a mis ordenes, yo los manejaria como
yo quiseray los observarìa a ELLOS...
En la
sala de conferencias Juan tratò de explicar su tardanza argumentando que habia
tenido que alimentar a un perro hambriento que habia encontrado en el camino. Y
que eso le habia inspirado una cancion, un blues sobre un perro que no tiene
que comer.
Juan carraspeò, y con voz somnolienta y
cansina, arpegiò unos acordes y se las ofreciò a la prensa en exclusiva.
Hey, perro viejo
te veo de lejos
sin nada que comer
sin nada que beber
Hey, amigo mio
no se si voy o quien vino
no se si venìs o yo te sigo
buscando alguien a quien amar
o una caricia
o una caricia...
Un reportero lo interrumpio antes de
terminar.
- Esa cancion ya se ha hecho Juan, pero de
todas maneras està muy linda!
- Dejame terminar la concha de tu madre.
El reportero, avergonzado, se escondiò detras
de una camara.
Juan cavilò por un instante y, dejando la
guitarra, dijo:
- De todas maneras ahi terminaba la canciòn.
Pelotudos…
Dos reporteros atacaron otra vez:
- Juan, vas a sacar un nuevo disco el proximo
año?
- Vas a llenar Obras otra vez con tus fans?
Juan respondiò a los dos con la misma
respuesta:
- Si estoy vivo aùn, lo hare.
- Juan, se dice que su proximo disco serà
producido por el polemico Corcho Lopèrfido, una figura cuestionada por sus
conexiones con el presente gobierno de facto.
Juan contestò:
- Cualquier dinero es bien lavado si con eso
se hace un disco mio.
- Tiene algun titulo tentativo?
Juan pensò por un segundo y ametrallò:
-El principi es el final es el principio
Se diò por terminada la sesiòn de terapia
reporteril y Juan se levantò, fue a la cocina del departamento y se sirviò un
trago de whisky en una taza de plastico verde. Eructo y tomò un telefono. marcò
el numero yatendiò su mujer, Ivanka. Èl e Ivanka quedaron en encontrarse en un
parque...
Matilde llegò cinco minutos mas tarde.
Siempre lo hacia. Eso lo irritaba. Su pelo azabache y sus buenas piernas y su
poderoso culo de tana podian hacer que ella se saliera con la suya. Era una
violacion caminando. Tenia anchos pezones rosados y labios de miel gastados por
la murra. Los hombres se daban vuelta para mirarla, y se daban vuelta dos veces
cuando veian que el compañero que la llevaba de la cintura era Juan. Esos
hombres no consumian los discos de Juan, no los compraban, no iban a sus
recitales. De hecho, un enorme porcentaje de los asistentes a sus recitales
tenian una concha, y los hombres que acompañaban a esas chichis a los recitales
por logeneral eran hombres sensibles, desaseados, tristes, casi gays.
- Hola Matilde, veo que llegaste a horario
como siempre.
- Perdon, no tengo reloj. No tengo el
celular.
- Pero si tenes un culito lindo. Hola.
Caminaban bajo la sombra de los arboles,
siguiendo el borde de los senderos, lentamente.
-
Me trajiste lo que te pedì?
-
Si. Aquí està. -, matilde le pasò el cuchillo de caza recien comprado
envuelto en un pañuelo.
-
No lo saques ahora, dejame que te lo ponga en el bolsillo de la funda
de la guitarra.
Maltilde fue a sus espaldas, abrio el cierre
con un sonido sordo, guardò el cuchillo y, aprovechando que estaba ahí, abrazò
a Juan desde atràs, apretandole los pezones.
Juan se sonriò.
-
Putita.
-
Putito…
Fueron a un McDondals y se pidieron dos
cucuruchos combinados. Dulce azucar. Afinaba la sabacidad y tambien las paredes
arteriales.
-
Vas a venir a verme, trolita? O tenes mucho para hacer ultimamente.
-
- la verdad no. Te extraño. Nos divertiamos antes, ahora ya no se
puede pero… te extraño. Extraño que seas mi papi.
-
Y yo que seas mi mami, pero asì estan las cosas. Che, me tengo que ir.
Juan estaba nervioso, casi triste. Seria la
ultima vez que se vieran cara a cara. La proxima seria, ella, una mancha oscura
ren una multitud sin un rostro individual amable, seria la boca del dragòn
despues del hecho consumado de aniquilarlo todo.
Juan le diò un abrazo y fuè correspondido.
Matilde era buena, sexy, garchadora, gauchita, fuerte.
Tal vez la mujer mas buena con la que habia
estado nunca. Pero ahora se tenia que ir, ahora habia que arreglar las cosas.
Un paparazzi salto desde detrás de un arbol y
empezò a gatillear con su camara. Juan sabia lo que costaban esas cosas. Se
sacò la funda con la guitarra de la espalda y en unsantiamèn la camara de fotos
estaba en el suelo y el proximo guitarrazo iba a la cabeza hueca del ofensor.
El tipo salio corriendo y despues se arrepintiò yu amagò volver por los trestos
del aparato, pero otro guitarrazo certero le hundiò un ojo, y el tipo
desapareciò.
No habria buenas fotos para poner en los
tablouides, mañana por la mañana.
-
Cajetudo, veni a buscar la camara si tenes huevos la concha de tu
madre.
El fotografo corria calle abajo sin mirar
atràs.
Juan miro a Matilde con los ojos muy tristes,
pero esos ojos trsites estabn escondidos detrás de unos Ray Bans, y lo ultimo
que escuchò Matilde fue un:
-
Perdoname.
Y Juan se diò vuelta para no volver a verla
nunca màs, y Matilde, dentro suyo, dentro de las fibras de ese cuerpo perfecto,
supo que la proxima vez que supiera de el, no serian buenas noticias. Hubiera
llorado, pero alguien grito desde el otro lado de la plaza:
-
Seee mami, muevelòu…!
De vuelta en casa arreglò unos papeles, limpiò
algunas guitarras y las puso en las fundas, arreglò el centro de mesa, lleno de
cositas y chuicherias, frutas miniatura de telgopor, un juego de llaves extra,
unos folletos de muestras de arte a las que nunca habiaido y, aun inclinado
sobre la mesa, mirò hacia la puerta del balcòn del living y viò que amenazaba
lluvia, que nubes, que sombras entre las luces, y el feeling, como de estar
enfermo y algo ahí en el estomago llèndose, tranquilamente, avisando,
inexorable.
Fue al baño y mientras se fumaba un
cigarrillo, se echò una cagada.
Se subiò los pantalones, que habìa comprado
enfrente de su casa. Subiò el cierre y pensò: deberia haber tomado mas cerveza
y vino en esta vida. Los amigos vinieron, pero fueron todos abstemios, o locos,
locos abstemios y temerosos de soltarse. Los locos bebedores se habian ido o
eran posers. Vida facil. Con la herencia de papito y la tìa, con los dolares
del mal gusto, muerte sobre vida sobre muerte. Papeleos y cobrar. Esos tambiewn
se habian ido y eso era bueno.
Lo hacìa enojar mucho.
Volviò al living, se olvidaba una cosa. Habia
pensado en dejar el documento sobre la mesa, por cualquier cosa, pero no iba a
estar ahia fin decuentas. Volviò a
meterlo en el bolsillo del pantalon. Si hubiera podido dejar un ramo de
gladiolos lo hubiera hecho. No tenia un ramo de gladiolos, pero si unas ganas
tremendas de llorar como un bebè. Eso se hacìa al principio y al final. Este
era el final.
Se calzò la flying v sobre la espalda, con
los cables y un juego de cuerdas extra en el sobre del estuche.
Saliò por la puierta, tratando de cerrar lo
mas levemente posible, sin hacer mucho ruido, la querida puerta blindada. Muchas
cosas quedaban adentro. Lo que no quedaba era un hombre. Todos los hombres se
iban siendo una fracciòn de lo que habian sido. Juan habia sido bueno en un par
de cosas. Amando con creces y peleandose con las personas a las que habia amado
sincreces. No se hablaba con su familia, sus hermanos, sus tios, sus padres
estaban muertos, la madre no, pero era lo mismo. Cosas que pasan. Mujeres. Tenia
tres o cuatro ex que lo odiaban, haian tenido una probada de Juan y Juan se habìa
ido, o las habia ido a ellas, y lo odiaban. Pululaban por sudamèrioca
llamandolo constantemente y cortando la comunicaciòn sin decir nada. Una estaba
en Chile y cada vez que volvìa intentaba comunicarse con Juan y Juan decia en
el tubo: HOLA? HOLA? HOLA? MALDITO TELEFONO! Y cortaba.
El telefono funcionaba perfectamente.
Solo una buena o dos habian quedado atràs. A
veces Juanse masturbaba pensando en sus caras, en sus sexos en sus culos y en
sus ayes de amor. Era un poco triste y un poco mòrbido, pero servia para un
pajote. El pajote era bueno, terminabas con eso y no necesitabas pensar màs en
el amor. Era bueno que el amor pudiera durar cinco minutos en la mente de un
hombre, porque podias prescindir del el acto en si, de la herida mortal en sì,
andar matando y siendo eliminado por personas que lo tomaban como una gran
actividad recreatoria. La mayoria de la gente hacia eso, iba por la vida
peleandose y espasmando en orgasmos, pensando que eso era divertidisimo.
Juan cerraba la puerta y detràs quedaba toda
una vida de juegos perversos.
Serìa la ùltima canciòn, extraña canciòn.
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