en una sala de emergencia
esperando
llorando
adentro
esperando
estoy bien adentro y bien
afuera
unos amigos
nos observan y se exactamente lo que
estan pensando
esperando en la sala
mientras me balanceo imperceptiblemente en mis zapatillas rotas
sin esquivar el vomito
tomandote de la frente y los hombros
mientras sale todo ese bordò
catarata
y es bueno saber que està ahi
saliendo
mientras tu interior se apacigua con una inyecciòn
y yo acà
y vos volviendo
(y devolviendo!)
y me siento sobre algo asi como una escalerilla
mientras la negra de mierda que limpia me caga a pedos
para que no camine mas sobre el charco de vomito
vos estàs dormida casi
y te volvès a levantar y yo te digo nena
acostate
trata de dormir
tenès el pelo turbio enmarañado
los pies descalzos con medias grises
el pantalon desabrochado
los brazos tajeados y los ojos cerrados
y no hay crucifijos colgados de estas paredes
acà es ese lugar de donde todos los dioses
hace rato se tomaron vacaciones
y para mi no es novedad
un viaje en ambulancia en la noche
donde a nadie le importa nada
las he visto pasar
urgentes y anonimas
casi inofensivas
y he prendido un cigarrillo y pensado
nunca màs
tengo la puerta de mi casa
para abrila y cerrarla
y no decir nada mas
nunca màs
y aca estamos
parece
que algo simplemente se rompe
y uno lo arregla con lo que puede
un pullover debajo de tu cabeza
o un te quiero desesperado en el telefono
mientras se abre la puerta de una patada
y las luces azules
entran a llevarselo todo.
Tu poesía cuenta historias que están ahi, que no son nuevas o impresionantes; no son ficciones elaboradas con la materia de la imaginación y el intelecto. En otras palabras: no son historias frías. Son verdaderas historias.
ResponderEliminarEsto tampoco es nuevo. Ya hubo Bukowskis, Bolaños, Enriques Symms, Maiakowskys y Allens Guinsbergs. Nada es nuevo en la literatura; nunca. O casi nunca.
Quizás uno peque de ingenuo al pensar que lo único nuevo en este mundo es la aparición de nuevos seres, la consagración de cada individuo. Bukowski era Bukowski, y no Allen Guinsberg ni Kerouac. Vos, Fernando, tenés esa voz particular que no me recuerda a nadie, y esa forma de narrar/contar estas historias en forma de versos, que me convencen cada vez más de que me encontré con un auténtico poeta. Alguien que no copia ni emula y que ni siquiera está preocupado por cómo contar (no digo que no esté elaborado; hago nota sobre la naturalidad con que se lee). Te felicito, Fer. Es un gusto pasar por este blog y leerte en hacedores.
Gran abrazo!