La daga del destino que baja en el puño ferroso del sol que sale en el horizonte, sin pudor, rabioso, prepotente, escindido en si mismo. Sinverguenza! Y nosotros los artistas. Y el corazón que como dijo Bukowski es un reloj al que no se le puede dar cuerda una vez que se para. Viviendo cheque a cheque. Rascando fondos del tarro. Escarbando en bolsillos a veer si hay algo ahi, blandiendo llaves delgadas en puertas tristes y gordas de desesperanza.
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