domingo, 30 de diciembre de 2018

PERRAS

De mañana: pienso en sexo.
De tarde: sexo, pienso en.
De noche. pienso en sexo.
De madrugada: sexo.

Todo el puto dia y toda la puta noche caliente.
Festival masturbatorio.
Cuando voy por la calle me doy vuelta para ver a todas las mujeres. O sea, es tan obvio.... Mi cuello ya tiene capacidad de giro de 720 grados. Soy como un puto periscopio humano escudriñando sin casi ningun tapujo todos los maravillosos peces y criaturas fantasticas marina habidas y por haber. Las miro. Las admiro. Muy de vez en cuando encuentro una mujer o una señorita excepcional. La mayoria son lindas, tienen algo, pero no mucho de algo, aunque todas son fantasticas, intocables, casi frias. Me causan respeto, terror, irritación. Me imagino besándolas, tocándolas, hablando con ellas. No necesariamente en ese orden, por supuesto, tampoco es que quiero atornillar al mundo con mi tonto pene. Pero las mujeres tienen algo. Son mitad amables, mitad estúpidas, mitad insolentes, mitad taradas, mitad corazón, mitad jugo de limón sin azucar, mitad irracional e indecentemente locas, sufren por todo, y dios sabe que hay tipos peores que yo que las hacen mierda todo el tiempo. les pegan, las drogan, las matan, las tiran a la basura en mas de uno o dos planos. Aman todo, indiscriminadamente, como si esto fuera un rasgo fantástico. Como comunidad, pocas veces vi algo igual, y si bien son una raza en si mismas que hacen un templo pagano orgiástico de el amor fraternal entre ellas, si yo fuera ellas, hace mucho tiempo que habría dejado de ser por lo menos un poco simpáticas. Las miro pasar por la calle, con sus pechos y sus culos y sus cuellos y sus cejas y su anhelo difuso y obcecado, y sus pelos, los pelos, los cabellos, los cabellos como las aletas dorsales de un maravilloso monstruo marino azul y caliente y escurridizo, una suerte de monstruo de Lago Ness, imposible de sacarle una foto para probar que existe y solo asible en el arrullo de las olas sutiles de un profundo lago desconocido, tan cansino, tan negro, tan profundo y tan apacible que es inútil siquiera querer explorarlo o vejarlo tratando de saciar la curiosidad egoista.
Y claro, como siento estas cosas, que iba a hacer Fer, que todo lo que tiene caderas me la pone dura seis veces al dia. Yo creo que Dios no inventó a la mujer después del hombre, sino que eran parte de la misma masa de creacion, del mismo barro, y entonces salieron dos modelos, uno el del trabajo forzado, el esputo de el primer croquis, y después Dios dijo, flaco, dejate de joder, este es un buen laburo, y dejó a un costado los senos, los coños, las caderas, LOS ABDOMENES Y SUS OMBLIGOS, y se sentó a ver a la tierra con el agua arriba y dijo, ok, mas vale que salga algo de ahi adentro de toda esa masa de agua de sopa de vida caliente y enojada, y, con la mano esa enorme , dejó a la mujer goteando agua del pelo reposando a la orilla de este hermoso lago que era el mundo, y cuando prendió la bombilla en el cielo ahí estaba la primer mujer, intacta y un tanto confundida con sus pecas y su pelo y el sol abrazandole los pezones con un pájaro gentil murmurando poemas malísimos en la oreja, y probablemente leia un libro de Clarice Lispector o de Susan Sontag ya vieja y un tanto derrumbada en su sillón, mientras yo espiaba a el gran creador desde detrás de las persianas de lo que es ser yo cuando puedo serlo, y entonces se me puso dura porque esa mujer torció un poco la boca en una sonrisa fatal que me voló desarmado en mil pedazos y me perforó diez veces mas sesenta veces el corazon con una pluma de flecha muy suave y muy fina, de adelante hacia atrás y ella torció un poco el taco de la bota marrón, y la falda se movió así y yo reventé impotente contra todo, absolutamente contra todo, porque no tenia ya ni boca ni dedo para señalar con certeza el punto central exacto de mi afliccion.

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