jueves, 4 de enero de 2018

LA BATALLA FACUNDO ARANA

Hordas de mujeres sin corpiño, miles, corriendo por las calles, sin sentido, recorriendo la ciudad porteña, hasta que una dice: Ok. El resto dice: Sí, ok. Una dice: Y ahora? La de al lado dice: No sé. Todas se dan vuelta para ver a la cabecilla, que está con otras seis o siete que son sub-cabecillas e igual de cabezonas o mas porque siguen a una cabezona. La cabezona líder atusa su bigote y expele: Vamos a la casa de Facundo Arana, si no podemos colgarlo de un jacarandá al menos conseguiremos un autógrafo y un bolo en el remake de Chiquititas. La multitud sin corpiño empieza a exudar un tufillo de almizcle y cebolla. Corren enloquecidas por la calle, dando rienda suelta su violencia sensible, justificada, por cierto. Mueren cuatro policias asfixiados, un diariero (que tenia a Facundo Araña en un diario, en la seccion de espectaculos). Fallecen cinco perros aplastados por montañas gigantes de toallas femeninas usadas, que son puestos en sendos memes en la página de Facebook de "El feminismo" con el slogan "Basta de perritos asfixiados por la violencia de Facundo Arana" al lado de una foto de Santiago Maldonado, otra de Julio López, otra del Che Guevara y otra de Vladimir Ulianov Lenin, mas una de Magdalena Ruiz Guiñazú. Llegan todas sofocadas con sus cuerpos escritos con marcador indeleble Pelikan con arengas del tipo "Abajo Facundo Arana", "Abajo Facundo Quiroga", "No se quien es Facundo Quiroga pero debe ser un hijo de puta", y, la mas destacada: "Yo soy una vaca, no me comas". El microcentro es un puto caos, hombres hechos y derechos de saco y corbata peleando por la seguridad económica del país con la nariz llena de merca salen despavoridos hacia las bocas de subte, algunos son ajusticiados en el mismo momento con sendos apuñalamientos con alpargatas y termos de mate. Entonces lo ven a Arana, que toma sol en el balcón de su depto. En su mano un daikiri de frutilla, en la otra un saxo. Por su pecho desnudo y broncíneo corren gotas de sudor que caen por sus pectorales lampiños y su abdómen delicadamente marcado por la magra dieta y un levísimo ejercicio tonificador. La horda enfurecida se acerca a su balcón, piden su cabeza, o sus pectorales, una mano cercenada o los genitales del mismo en un vaso con alcohol. Entonces Fuckundo sonrie levemente, sin mostrar los dientes, deja el daikiri mariposa en el suelo y, lentamente, con una mano, con la yema de los dedos, se escurre leeeennnntamente el sudor brillante y caliente de su pechito. Las feministas, unas catorce mil, dejan de respirar y tragan saliva al unísono. Facundo levanta la mano con las gotitas de sudor salado y, haciendo un imperceptible mohín sexy, se lleva los deditos a la boca y los chupa juguetonamente. Silencio sepulcral en la multitud. Al frente, nueve féminas caen desmayadas. otra docena empiezan a convulsionar por sendos ataques de epilepsia. Se siente un intenso olor a orines en el aire. Una mujer con bigote grita: "NO SE LO QUE QUIERO PERO LO QUIERO YA!". Escenas tumultuosas de pugilato, la corriente clasista, feminista y combativa se da masa con las blandengues, las blandengues arremeten contra las heavies a puñetazo limpio. Vuelan las bombachas reducidas a girones. Aparecen las maquinitas de afeitar rosas. Corre la sangre por el suelo, chapoteo monstruoso e indecible, si no no te lo estaría contando, terribles desmembramientos. Todo el cielo parece llorar, todos los algodonales suaves del mundo parecen gritar. Facundo Araña tiene una mirada ambos juguetona y gélida en su rostro impasible... pequeñas estrellas crueles en sus pupilas purpúreas... entonces toma su saxo y emite una nota de La 5ta con algunos floreos de blues de niño bien blanco de clase acomodada. La mitad de la multitud se prende fuego. El resto busca arboles donde colgarse para suicidarse, no los encuentran, entonces se reunen en grupo "para ver como hacemos para afiliarnos a algun movimiento de artesanos para fabricar arboles para colgarnos y suicidarnos". Una dice: Pero no deberiamos ir a un botanist... a un viver... No la dejan terminar, la fulminan, a la pobre núbila tatuada, con ojos de tormentas de fuego. La bocona deja el grupo y, sola ella, se arroja a las llamas de las que aun se retuercen en la hoguera provocada por el sudor de "Araña" Arenga. Las demás no llegan a concretar. Facundo Araña sopla una ultima nota y todo el conglomerado feminista vuela por el aire en mil pedazos. Ha terminado la guerra de los sexos. Espectadores sollozan, niñas de once años se abrazan a sus padres que las alejan con un codo como diciendo, seguí mirando el futuro. De repente y de pronto, una columna avanzando desde Avenida de Mayo con pancartas con ballenas trozadas por respetables cientificos japoneses se acerca a la escena de la masacre. Facundo Arana toma otro sorbo del daikiri, se aferra a el saxo y dice: "Ahí les va otra notita, para levantar la vibra".

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