Entramos por la puerta y la puerta se cierra con un suspirito, bien aceitada, puerta de madera de machimbre, blanca, barata, contenedor de pobres diablos perdidos como yo. Marta le hace un guiño a la enfermera, Alice, y Alice hace como que no la ve. Tiene esa cara de culo particular de siempre, como si nosotros le metieramos un dedo en el culo sin más. Alguien me lo tenia que explicar algun dia antes de que me muera. Mi terapeuta pone el cartel de ocupado, esto es: no molesten, en terapia.
Técnicamente hablando es un recinto pequeño, no un cubículo pero si una pieza, y estrictamente hablando es una oficina, de paredes blancas. Un escritorio, unos folios, unas carpetas con expedientes de pacientes, un celular sobre la mesa, cuatro bandas elasticas grandes, Dios sabrá para qué. Una camilla que nunca tuve la necesidad de usar. Hace cuatro años que hago terapia psicológica con Marta. Marta tiene treinta y tres años, mide un metro setenta y cinco, blonda, manos huesudas con anillos de alpaca, grandes ojos verdes. Es cortés, intuitiva, casi amable se podria decir, aunque solo nos une mi verborragia y mi obra social.
- Nada. Me acuerdo que me gustaba. me gustaba mucho andar en bici porque uno se iba alejando del hogar, como en un sueño. Primero, a los cinco años ponele, uno daba la vuelta a la manzana con los chicos, solo la vuelta a la manzana en la bicicleta celeste plegable, la Aurorita. El verano era eso, pedalear, pelearse, jugar con muñecos de he-Man, andar en patineta, cagarnos un poco mas a trompadas y llorar y andar más aun en bicicleta. Tocar la bocina electrónica a todo lo que se movia, porque la bocina electronica era un lujo, yo tenia la campanilla clásica, mis amigos la electrónica, que se habian traido importada de Miami. Andábamos en bici y descubriamos el barrio, debajo de los arboles bien verdes, bien frondosos, debajo del murmullo de las hojas, debajo del sol abrazador, y mis brazos se ponian casi marrones y mi cabeza explotando de alegria. Estaba re bueno eso. Todavia me gusta.
- Está genial eso Fernando, esta bueno que aun te muevas, a los cuarenta ya mover el codo es bastante dificil che. un año mas y te hacen momia.
A Marta le gusta mucho hacer bromas y ser moderna. Es moderna, es hija de los ochentas, es hija de el rock and roll libre, de la cerveza libre, de los boliches de Cabildo y Juramento, yo le gano por unos pocos y tantos siete años, pero ella es mas joven y profesional, yo soy de la epoca de el televisor temblando y zumbando como un abejorro descompuesto con Videla dando alguno de sus memorables discursillos de la Cadena Nacional.
Apoyo un costado de la cabeza en un codo en el escritorio.
- Si, en un par de años mas ya voy a estar descansando en una caja de pino. Te doy permiso para que me metas directamente en la database de estadiscas del Indec en mortandad y suicidios gerontales.
- No va a ser necesario. Gracias. muy copado lo tuyo por el rol que me dás en esta conversación tan amena.
- Si, lo se... no era mi intencion.
- Ni yo con lo mio, Fer.
Marta mira su cigarrera dorada y yo tambien estoy pensando en fumarme uno. No está permitido. Edificio libre de humo. Sus ojos atrapan los mios. Se supone que diga algo. Siempre pienso en lo mismo.
- Me gustaba el ruido de las bicicletas, el de las ruedas. Los pedales hacian como un gozne y la cadena tambien, algo oxidado o algo a punto de romperse. Pero las ruedas hacian un ruido como de TTTRRRRRRR.... como el aletear de las alas de un colibrí... un colibrí importante y gordo, pero sigiloso y muy rapido, cortaba el aire con la velocidad de la bicicleta, wuuussshhhh... Me gustaba eso. Los fierros de la bicicleta, mi pobre bicicleta Aurorita plegable dando todo de si para llevarme a mi, al gordito timido del barrio. Aunque trato que no me gane la tristeza cuando pienso en esos años mozos, de juventud... pero se han ido. Todos aquellos a quien yo conocia se han ido o han formado familia o se volvieron peces gordos. Estoy contento de no verlos hoy en dia, no quisiera que me vieran de esta manera, lo que soy ahora.
- Que sos ahora?
- Un enfermo mental.
- No sos enfermo mental. Tal vez ESTÉS enfermo pero no sos un enfermo, esto es un tránsito.
- A veces sueño con el ruido de la goma de las ruedas, contra el pavimento, es como una sinfonia. ese "trrrr" tan hermoso y tan evocativo. Y recuerdo cuando ya no estuvieron disponibles los amiguitos, cuando en el otoño me iba por la vereda de Libertador esquivando montañas de hojas de eucaliptus hasta los Bosques de Palermo, me cruzaba todo el barrio hasta Belgrano y volvia, cubriéndome de sudor, sintiendo la piel arder de calor por el esfuerzo, completamente vivo, y vital.... ahora estoy un ppco grodito.
- Dieta. Nada de pan, menos fideos. Alguna fruta, alguna verdura... Y adiós a las botellitas de Coca Cola.
- Já. Y mi alma?
- Lo mismo, pero con las cosas de adentro, y menos tristeza, y menos abrazar a la tristeza. De tanto contener sueños y vivencias dramaticas uno las va aquerenciando al alma, y al alma hay que cuidarla. Siempre para adelante. Siempre. Hay que corta la bocha un poco, frenar tres cambios con la mufa. La medicación ayuda, pero no es todo. Vos sos mas Fernando que el Fernando que te va a hacer bien. Y esa parte ya medio como que no te la creés ni vos.
- Si, puede ser. Fernando el Gran Ciclista.
- Fernando el Sobreviviente de la Gran Tercera Guerra Mundial a golpe de corneta-, dice Marta arqueando las cejas.
Me sonrío.
Continúo. No quiero parar mucho. Los cuarenta minutos de terapia se pasan volando y cuestan un huevo, obra social y todo. Hay que exprimir cada segundo. Me va la vida en ello, de todas maneras. Soy un tipo tribulado.
- Y los arboles. Yo me enamoro de los árboles tanto como de todas las mujeres que veo en el subte. No puedo evitarlo. Me subyuga todo, pero estar rodeado de verde y de clorofila, aunque es algo inusitado en mi speech, tanto como que me la ponen dura. Es bellisimo. Aire y mujeres de cero a noventa y nueve años.
Marta se sonríe. de guarango ya sabe que tengo todo y que es sin malicia.
- Y nada, eso.
Tanteo los cigarrillos en el bolsillo del pecho de la camisa blanca. Bajo la mano. Edificio libre de humo. Las pelotas. En el segundo piso estan los borderlines fumando apiñados contra una ventana del pulmon interno, hirviendo de locura como sapos en una zanja, trepanados de tabaco, mas que yo, inclusive, pensando en merca, porro, pijas, cortarse los brazos al medio y abrirse los cuerpos como una banana podrida.
- Y asi quedamos todos, Fer, cicatrizando por siempre. Es humano. es duro y dificil, pero el duelo es inevitable que se concrete algun dia.
- Me da pena la pobre chica. Se la veía tan feliz, la verdad es que terminar así es mefistofélico. Y era un dia tan hermoso, tan perfecto.... Yo habia agarrado Dorrego cuesta abajo viniendo de la curva de Cabildo, hacia Luis María Campos, todo rodeado de arboles, de veredas amarillas de sol , el sol se derramaba en belleza y los viejos adoquines estaban pulcros despues de la lluvia del dian anterior, un chubasco intenso y breve, y todo estaba limpio, cicatrizado, como dirias vos, exento de dolor... se escuchaba el murmullo de las hojas en las tipas y en los gomeros y en los eucaliptos.... no habian pavimentado todavía Luis María Campos, creo que Dorrego si, porque antes de cruzar ya estaban los adoquines, y antes de llegar a cruzar hacia la parroquia de Santa Adela, ya estaba todo como el casco antiguo donde yo vivia, sin tocar, todo pulcro y tradicional, aunque ahora tradicional le dicen al dulce de leche berreta de La Serenísima...
Me enfurecí de repente.
- Sabés que pasa, es una de las mujeres mas memorables que vi en mi vida. Aspecto de nórdica, rubina con mechas castaña claras, la cara angulosa y los ojos claros reconcentrados en el camino, con un corderoy verde y una polera negra de cuello alto, bajando la cuesta de Dorrego. la vi desde atras y cuando estaba por rebasarla al lado, le eché una mirada furtiva, de esas que uno se esfuerza un montón para ver lo que uno ya sabe que va a venir, que era, en este caso, una beldad inusual e inusitada, más aun en Argentina, porque rubias hay pocas y suelen ser bastante feas, por lo menos en la Capital, pero aparte esta, de rubia, era hermosa, grandes rasgos, gran trasero, hermoso pantalon y polera y unos tennis de esos de lona, probablemente unas flecha... se deslizaba la hija de puta como si fuera un angel, un angel tiernísimo y sin pecado... a veces pienso en todas esas chicas que se mueren o las matan, me da asco y rabia. No entiendo. Gente sola y enferma al borde de la exasperacion y la impotencia y la soledad? O solo son animales, sin más... yo no se.
Me mordí el labio inferior.
- Son bestias, Fer. Están del otro lado del espejo, muertos en vida. Acaban matando, acaban violando, y son escurridizos. Son dificiles de agarrar, eso si.
- Lo pero de todo es que yo no la miraba con malicia, ni con culpa, tampoco, yo tenia trece años. Ya era adolescente y tenia huevos, pero tampoco era para tanto, yo todavia tenia los muñequitos de He-Man y le prestaba mas atención a armar avioncitos a escala y pintarlos y coleccionar figuritas que a cualquier otra cosa. Me masturbaba pero no tenia definido una imagen de mi culeando con alguien. Era un pibe, un pibe...
- Todos lo eramos.
- Vos tenes pito tambien, Marta?
- Creeme que a esta altura de los eventos ya no sé.
Me sonrie, y yo le sonrío. Es bueno saber que los terapeutas son gente tambien, para variar.
- Creeme que cuando yo la vi y ella me miró yo casi me muero. Nunca habia visto un rostro como ese, exótico, sensual y felino, extemporáneo casi, como si la conociera de toda la vida y ese toda la vida fuera una vida entera de una dulce esclavitud... Ya se que no se supone que alguien hable como estoy hablando y me disculpo, pero era maravilloso e intolerable, era divino y por siempre jamás. La boca , las comisuras, los labios rosados, la palidez de porcelana de la piel, tirante en las mandibulas de la cara ovalada y el marco del pelo rubio, ondeando en el viento con la velociad de nuestras bicicletas en la pendiente de la curva de Dorrego. Era insportable. Insoportable. Nunca me volví a enamorar de esa manera. Era como ser un tigre con alas y ser ensartado por magia y misterio.
- Estabas extasiado Fer.
- Estaba muerto de amor.
- Y quien no?
- No sé, porque entonces cuando me miró entonces me sonrió, pero no con sorna, a ver... yo era un gordito bueno, nada mas, no podia causarle nada a nadie. Básicamente sigo siendo lo mismo.
- Y que pasó cuando te miró?
Yo estoy con los ojos en mis manos y mis manos en mi falda y mi falda tiene un jean muy azul y Marta me escuchaba. Hice una pausa y se me hizo un nudo en la garganta.
- Ella me aceptó.
- Como que te aceptó?
- Exacto. Me dijo sí. Ok. Hicimnos un link. Algo psíquico del momento. Yo la sentí dentro de mi cabeza, hablándome en un lenguaje visceral y extraño, y supe que ella me aceptaba.
Miro hacia una pared, blanca, con manchitas de mugre, repintada, con un rail a la altura de la cintura de madera de machimbre de tirante, laqueado a lo bestia.
- Y entonces llegamos a Luis Maria Campos, el semaforo estaba en verde y detras de nosotros no venia ningun auto, asi que teniamos paso, cruzando la avenida hubieramos llegado a mi casa en siete cuadras mas, pero no. Un colectivo la atropelló de costado. La reventó. La hizo mierda, le dio del lado derecho y se tragó a la pobre mina con la polera, el corderoy verde, a las hojas de el final del verano, todo. Le pisó la cabeza y lo de adentro de la cabeza se salió para afuera. Lo de adentro de la cabeza es blanco y rosado, y cuando pasan los minutos se pone gris, y después mas oscuro.
Me cae una lágrima. Después dos y despues ya no cae mas nada. Ya poco y nada me quedan lagrimas. Mis veranos son mustios y reverdecidos al mismo tiempo, subo y bajo, me voy y vengo, estoy casi completamente solo, aparte de mi bicicleta inseparable y mis sesiones de terapia.
- Y vos? Que hiciste?
- Yo queria llamar por telefono pero no sabia como. Yo sabia que llamar por telefono desde mi casa era imposible, pero tampoco veia una cabina de telefonos. En esa epoca Entel tenia esos medios huevos color naranja de telefonos publicos, bien naranjas con las lunetas blancas a los costados y la bordona blanca tambien en el filo de la cabina, y yo buscaba esos, ese naranja y ese blanco, pero no encontraba nada porque no podia sacar los ojos de esa cabeza ahi en el suelo justo donde quedaron las marcas de los neumaticos del bondi, que estaba a veinte metros. Las ruedas de la bicicleta aun giraba un poco mas allá, y delante mio, conmigo aun montado en la bicicleta, de pié, yo solo podía ver la mata de pelo rubio contra el gris de los adoquines, lacio, hermoso aun, pero manchado de roña y de caucho y de sangre, mucha sangre. Y el pelo rubio. Tendido en la calle como un joyero haria la muestra casi prestidigitante sobre su antebrazo de un carisimo reloj suizo.
- Y?
- Y yo no creo que fuera mi culpa, yo solo estaba mirando. Todo el mundo mira, a todo el mundo le gustan las mujeres, incluso si uno es chico uno se enamora siempre aqui y allá. Pero no me puedo olvidar esos ojos. Fue la primera y ultima vez que me sentí encendido y aceptado por lo que soy, con mis errores y con mis falencias y mis rollos y mi alma fisgona. Ademas todo el mundo mira.
- Te flechó al instante.
- Fulminado en cincuenta metros, carajo.
Me seco las lagrimas con un puño pequeño. Es mi mano aún, es mia.
- Por suerte zafé. Pude frenar. Y a mi me tocó un taxi tambien de costado. Me llevaron al hospital Fernandez y pude volver a la bicicleta mia. Me sigo enamorando a cada pedaleo, en esta cuidad hija de puta.
Marta se rie, le gustan mis historias enfermitas. nada que no se pueda resolver con cien sesiones muy sueltas de cuerpo, a menos que me ponga en forro por siempre jamás.
- Que año es este, Fer?
- 1982.
- Cual es el hit del momento en la radio?
- "Down under", de Men at Work, me suena todo el tiempo en la cabeza desde hace un año.
- Cuantos años tenes?
- Cuarenta y uno casi, los cumplo en junio. Y no estoy demente.
- Y en que año naciste.
- 1974.
Me quedo callado. Y se me hace un nudo en la garganta.
Ni para llorar dá.
- Nadie sabe por que uno se tiene que asir a historias que no llevan a ningun lado, incluso aunque uno se haga una laguna viviente donde el fondo de la misma no haya nada viviente que hinche el alma y haga bien, no es así, Musas de la Fortuna? - digo yo, creyendome muy listo.
- Mirá, Fer, pactemos algo. Es el 2015. Cuando todo vuelva a empezar, no te vas acordar de que no fue tu culpa de que yo esté muerta, pero si te vas a acordar del ruido de las ruedas en el empedrado, el sonido del murmullo de los pajaros sobre la siesta, el olor de los jazmines del aire en las rejas, enredados también sobre las murallas de las casas abandonadas y los baldíos. Eso es bueno. Jay voces en todo el tiempo de todos los tiempos de todos los mundos. Y el tiempo vuela, hasta los mas misteriosos carrouseles tienen que parar de girar y cambiar el personal y los engranajes, esto no te lo vas a acordar tampoco, porque solo vas a escuchar las ruedas de la bicicleta hacer ese tttrrrr tan gracioso que vos decis... y, ademas, de eso, y cuando llegues mañana tampoco te vas a acordar de esto: La opcion es tomada y es un Sí rotundo. Y no es mi culpa que vos estés muerto tambien, dicho sea de paso. No creo que mañana lo recuerde, pero soy una profesional y te lo tengo que decir porque en la variedad está el gusto. Vos también te veias muy mal todo partido al medio en pedazos contra los adoquines. No hay nada que hacerle, uno se va de esa manera y bueno, bien peinado no te van a dejar cuando te agarra un Peugeot 404.
Se sonríe y yo trato de hacerlo también. A ella le sale mejor. Similares, si, pero ella está extraña a mi juicio totál, el cual es un imposible sin asidero alguno; en cambio, yo estoy siendo pesado en la balanza y mi alma es mas grávida y letal y cae en desgracia ante de la lúcida y maravillosa pluma.
Marta apila los expedientes con la punta de los dedos con las uñas pintadas y se levanta de la silla. Yo me levanto de la silla. Nos damos la mano. Tiene los ojos verdes como los de un dragón chino y hay músicas sugeridas ahí, y ahí dentro de las pupilas existen todos los interrogantes del mundo, pero como ella es profesional, esos los tengo que resolver yo solo, con un poco de ayuda.
- La proxima vez me encerrás contra la vereda, si podés. Tocame la bocina, digo, la campanilla esa. Regalo de tus padres?
- No recuerdo quien me la regaló. La bicicleta si, la heredé de un primo.
- Azul como el cielo de verano.
- Si, y yo pudiera casi decir que tenia un caño de escape llameante.
- Nubes infernales.
- Volaba como el deseo mismo.
- Eras un diablo sobre ruedas, de eso no me cabe la menor duda. Hasta mañana.
- Mismo lugar y misma hora?
- Apostá lo que quieras que si.
Salgo de la oficina y cierro la puerta y Alice, que está en la enfermeria del otro lado abre los ojos aterrorizada y se santigua y dice:
- Fata Morgana!
Y yo me río y me digo para mis adentros, para mi pobre y solo solito yo:
- Ponéle que si.
Hasta mañana.
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