"Quiere pero no puede o no sabe como" - Bocadillos dixit
El trastorno de personalidad antisocial (TPA) es una patología psiquiátrica. Las personas que la padecen no pueden adaptarse a las normas sociales, como son las leyes y los derechos individuales. Si bien puede ser detectada a partir de los 15 años de edad, se estima que los síntomas y características se desarrollan desde la adolescencia. Antes de los 15 años debe detectarse una sintomatología similar pero no tan acentuada, se trata del trastorno disocial de la personalidad.
Dentro de los síntomas comunes que pueden prevalecer en la conducta antisocial, se encuentra el síndrome de aislamiento. Este síndrome es también nombrado como huida o evitación, este síndrome es caracterizado por su peculiaridad de aislamiento, pero se manifiesta como una tendencia a evadir o evitar relaciones y/o contacto con las exigencias sociales; esta conducta consta de lo reservado y lo introvertido que puede ser un individuo dentro de la misma sociedad y quienes lo rodean.[cita requerida]
Según los estudios realizados, estos individuos sufren la crítica, el rechazo, o desprecio de la sociedad, por tanto por medio de esa incomodidad utilizan un método de defensa para evitar esas dificultades, precisamente enfrentan problemas para las relaciones interpersonales. Como es descrito en estos estudios de la conducta, estos individuos enfrentan una lucha constante para salir de sí mismos y expandirse a las relaciones sociales. Esta conducta no solamente se caracteriza de una negación total a las relaciones interpersonales de los individuos, sino que por su constante lucha de salir de sí mismos, ellos realmente tienen un deseo de poder lograr dichas relaciones, estas relaciones solo se dan con personas con las que ellos sientan empatía. Esta lucha entre el deseo y el temor ocasionan en estos individuos una frustración hasta sentirse fracasados. Por tanto, esta frustración puede traer consigo el refugio en la fantasía como la introversión.[cita requerida]
Según Quintana, Guillermo (1996) utiliza a Millon como recurso a la identificación de los diferentes tipos de evitación en la conducta. Asimismo, Quintana (1996) parte con la premisa que de acuerdo a Millon hay dos clases principales de evitación, ellas son: la evitación social activa y la evitación social pasiva. La activa se define por el temor de ser rechazado y será alto el índice de evitación, esto es por la desconfianza en sí mismo, o sea un aislamiento forzado por inseguridad; la pasiva es descrita por incapacidades emocionales; por tanto, el mecanismo de defensa de estos individuos es aferrarse a un mundo de fantasías y a su propia fantasía interpersonal.
Durante la etapa de desarrollo , las tendencias que pueden reflejarse tienden ser de evitación o aislamiento, y no extensas. Cuando estas etapas de conductas dejan de ser parte del desarrollo, la situación se agrava cuando estas conductas afectan el manejo y funcionamiento del niño, como resultados se muestran en otros (padres, maestros, etc.) esta situación amerita la participación de evaluaciones clínicas. Por consiguiente, se encuentran ciertas y primarios factores de los trastornos de conducta que redundarán como influyentes en la conducta social de niños y adolescentes.[cita requerida]
Tales factores principales son: el contexto familiar, las condiciones ambientales y medios tecnológicos como factores que pueden ser de influencia en un alto índice en la conducta antisocial. Comenzando con el contexto familiar en los niños, según los estudios, la conducta antisocial está relacionada con el comportamiento de los padres de este niño o joven. Este comportamiento puede estar sujeto a alguna conducta delictiva y alcoholismo del padre o la madre como también la infidelidad y/o conflictos personales entre la relación. Como segundo argumento las condiciones ambientales o contexto en el hogar de ese niño son papel de riesgo para una conducta antisocial mayor en el trastorno, esto se le incluirá las relaciones que tienen ellos con sus padres. Como último factor se tiene a los medios tecnológicos como factores de riesgos en el niño.5
Las personas con trastorno de personalidad antisocial no logran admitir que están frente a un problema que debe ser tratado (egosintonía). Es por ello que es fundamental que exista un estímulo externo que les permita aceptar dicha condición. Puede venir desde la propia familia como también desde la justicia, que le ordene un tratamiento en vistas de los problemas que le puede acarrear.[cita requerida]
Este trastorno puede agravarse, en algunos casos, especialmente cuando la persona a tratar tiene como hábito el consumo de drogas. Muchos tipos de terapia pueden colaborar a sobrellevar de mejor modo la enfermedad. La terapia grupal puede ser clave para hacer entender a la persona que puede interactuar con los demás sin necesidad de violencia o desprecio. La terapia de comportamiento cognitivo y la terapia de modificación pueden contribuir a alterar los patrones problemáticos de pensamiento que el tratado posee y a estimular los comportamientos positivos en sociedad.[cita requerida]
Las personas con trastorno de personalidad antisocial no logran admitir que están frente a un problema que debe ser tratado (egosintonía). Es por ello que es fundamental que exista un estímulo externo que les permita aceptar dicha condición. Puede venir desde la propia familia como también desde la justicia, que le ordene un tratamiento en vistas de los problemas que le puede acarrear.[cita requerida]
Este trastorno puede agravarse, en algunos casos, especialmente cuando la persona a tratar tiene como hábito el consumo de drogas. Muchos tipos de terapia pueden colaborar a sobrellevar de mejor modo la enfermedad. La terapia grupal puede ser clave para hacer entender a la persona que puede interactuar con los demás sin necesidad de violencia o desprecio. La terapia de comportamiento cognitivo y la terapia de modificación pueden contribuir a alterar los patrones problemáticos de pensamiento que el tratado posee y a estimular los comportamientos positivos en sociedad.[cita requerida]
Misantropía
La misantropía (del griego μίσω miso 'yo odio' y άνθρωπος anthropos 'hombre, ser humano') es una actitud social y psicológica caracterizada por la aversión general al género humano.1 Su antónimo es la filantropía: amor a los seres humanos.
No implica necesariamente desagrado por personas concretas, sino animadversión por los rasgos compartidos por toda la humanidad. Un misántropo es, por tanto, una persona que muestra antipatía por los seres humanos y la humanidad en su conjunto. Puede ser ligera o marcada, así como de características muy diferentes: desde lo inofensivo, la crítica social, hasta la destrucción o la autodestrucción.
Índice
1Orígenes de la misantropía
1.1Como movimiento literario
1.2En el teatro
2Diferencias con el pesimismo
3Misantropía y filosofía
4Misantropía y política
5Misantropía patológica
6La misantropía como protociencia
7Referencias
Orígenes de la misantropía[editar]
Como movimiento literario[editar]
El nacimiento de la misantropía en la literatura se atribuye a numerosos escritores satíricos, como William S. Gilbert (Odio a mis congéneres). Se deben examinar estrechamente tales identificaciones, pues una visión crítica o parodia de la humanidad se puede confundir con misantropía, dado que contiene rasgos de desagrado no considerados como tal repulsión.2
En el teatro[editar]
La representación teatral clásica de la misantropía se encuentra en la comedia, principalmente con la obra de Molière 'El misántropo'.
Diferencias con el pesimismo[editar]
Entre el pesimismo filosófico y la misantropía existe una distinción importante. Immanuel Kant aseveró:
«De la naturaleza tortuosa de la humanidad, ninguna cosa recta se puede obtener».
Aunque esta no era una expresión acerca de la inutilidad de la propia humanidad. Asimismo, Samuel Beckett en una ocasión comentó:
«El infierno debe de ser como [...] recordar los buenos tiempos pasados, cuando deseábamos estar muertos»
alegato quizás perceptible como desolador y desesperado, pero no como antihumano o expresivo de algún repudio por la humanidad.2
Misantropía y filosofía[editar]
Quizás sea en la filosofía donde se observa el odio más primitivo hacia el ente humano. Desde siempre, los filósofos han considerado al «hombre» como el mayor de los peligros.
«Me vuelvo más avaro, más ambicioso, más sensual, aún más cruel y más inhumano, porque estuve entre los hombres»3
decía Séneca en sus cartas. Pero no es sólo cuestión de preservarse del hombre, sino que hay un placer filosófico por la ruina de las existencias entregadas a lo sensible y a lo pasional. Se habla de placer, no propiamente de apatía hacia el hombre, pues hay una dicha que surge de la desgracia ajena que, según Kant, significa la aparición de la misantropía en todo su horror.3
No se trata solo de estar a salvo de la impunidad, sino que, con regocijo, el filósofo observa el espectáculo de ver al resto de los hombres cubiertos por ella.
Por otra parte, el filósofo alemán Arthur Schopenhauer era casi tan ciertamente misántropo como indica su reputación. Escribió:
«La existencia humana debe ser una especie de error».
Sin embargo, la misantropía no equivale necesariamente a actitud inhumana hacia la humanidad. De hecho, Schopenhauer concluyó que:
«El trato ético hacia los otros era la mejor actitud, pues todos somos sufridores y parte de la misma voluntad de vivir.»
También analizó el suicidio desde una actitud comprensiva que resultaba extraña para su tiempo, cuando era un tema tabú.2
Por otro lado, sin poderse considerar adopción de una postura propiamente misantrópica, resulta interesante observar la posición adoptada por el filósofo español José Ortega y Gasset con respecto a la materia tratada. En el prólogo para franceses de su célebre obra intitulada La rebelión de las masas, abiertamente declara:
Que no me he dirigido jamás a la humanidad. Esta costumbre de hablar a la humanidad, que es la forma más sublime y, por lo tanto, más despreciable de la democracia, fue adoptada hacia 1750 por intelectuales descarriados, ignorantes de sus propios límites, y que siendo, por su oficio, los hombres del decir, del logos, han usado de él sin respeto ni precauciones, sin darse cuenta de que la palabra es un sacramento de muy delicada administración».4
El alemán Friedrich Wilhelm Nietzsche, con su filosofía del Übermensch, muestra desprecio hacia el humano. Lo incita a superarse a sí mismo y a ser «superhombre». Como ejemplo se puede citar lo siguiente.
¿Qué es el mono para el hombre? Una irrisión o una vergüenza dolorosa. Y justo eso es lo que el hombre debe ser para el superhombre: una irrisión o una vergüenza dolorosa.
Así habló Zaratustra, Friedrich Nietzsche5
Misantropía y política[editar]
Se ha reflexionado acerca de la idea que origina el sentimiento misantrópico: ¿Se trata de rechazo hacia «la Humanidad» como ente abstracto o hacia los hombres concretos de carne y hueso? El término humanidad excede enormemente a «los hombres»: abarca la idea de algo que se extiende en el tiempo, de un legado y de un proyecto. Entonces, en el ámbito político, la misantropía no se expresa en rechazo genérico hacia la humanidad, sino en desprecio hacia lo que hace el ser humano cuando detenta el poder o cuando carece de él.
Desde Platón hasta Séneca tenían esta visión del ente humano, condición de la cual sólo era posible sustraerse por medio de la Filosofía.
Tito Livio sostenía:
La plebe o sirve con humanidad o domina con soberbia.3
Ya en la Modernidad, según la tradición escéptica, al mundo se le considera «hospital de locos», poblado de existencias insensatas e incurables.
Misantropía patológica[editar]
En casos extremos, la misantropía ha conducido a asesinatos masivos. Carl Panzram, asesino de más de 20 personas, en 1922, desde la cárcel de Washington DC expresó:
«Odio a toda la raza humana. Disfruto matando y violando gente.».6
Otro ejemplo: los asesinos que en 1999 realizaron tiroteos en el Instituto Columbine, mataron a 13 personas y se suicidaron. En sus diarios mencionaban su odio a la especie humana [cita requerida].
La misantropía como protociencia[editar]
Algunos han considerado elevar la misantropía a una protociencia de la misantropología[cita requerida].
En 1992 la ensayista estadounidense Florence King, autoproclamada misántropa, escribió un libro de humor, titulado With Charity Towards None: A Fond Look at Misanthropy («Por caridad hacia nadie: una entrañable mirada hacia la misantropía»), acerca de la historia de un misántropo.
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