No se por què lo primero que resuena como un estallido es nada mas y nada menos que un pueril
sopapo. En una idea remota pero salvaje, a veces la encuentro de vuelta en algun sueño turbulento lleno de
agua marina, de aromas de sales y de viejos baldios nunca expugnados, en la valla blanca donde
nos juntabamos para hablarnos de los misterios exclusivos de niños de nueve años.
Tal vez eran esas peliculas, y estar al lado del mar. Karate Kid, Tiburon... y lo febril en la cabeza,
de que se trata este mundo fresco y poderoso en el que podria reconstituir la magia desde un simple
gesto trivial? Sè como dice te quiero un niño de ocho años, fuì uno, siempre lo serè. Mi memoria
y mi gestualidad no se corresponden ya de la misma manera en que lo hacian y he de contentarme
con las esencias mas fuertes, los olores, los sabores, el correr de la saliva de una boca a otra
por primera vez, y desde aqui, estallar de la manera mas salvaje y desesperada y aferrarme a
la posibilidad de que habiendo sido alguna vez suprahumano y tierno aùn podria serlo otra vez con
solo girar una perilla interior secreta y que ahora, aparentemente inasible, solo se revela
fìsicamente en el pulso caprichoso de un rincòn privilegiado de mi memoria sentimental.
Aprendì a olvidarla. Debia hacerlo. Yo querìa hacer el amor con amor, yo queria honrar al mundo que
me habia prometido pureza y que mas tarde se revelarìa agresivo y cercanìsimo al castigo como
respuesta a la ternura y que retribuìa la honradez, el sentimiento limpio con riqueza dolorosa y
amplitud en la locura. Debia de olvidarla, pero nunca pude, paguè el precio y cosechè con creces
los frutos de honrar esta memoria, no importa cuan ridicula y tontuela fuese, es, y serà. Y aquì
estoy de vuelta en ese largo pasillo de casa de departamentos, mido un metro treinta, estoy
perdido y encontrado, con mi pullover azul y cuchillos clavados en los pies por miedo animal.
Si bajo las luces electricas somos solos esqueletos cruda y fragilmente cubiertos de cuero
que vibran en el tiempo solo sosegados por una seguidilla de sucesos como el amor, el sexo,
la muertes de los seres queridos, yo no sè; si sè, a veces quiero olvidar pero mi humanidad
humilde y temblorosa aun puede promover escucharla, sin saber muy bien què decìa, olerla
cuando no estoy seguro de su naturaleza, antes y ahora, rubia, con enormes ojos negros,
tal vez fuera la iluminacion de los pasillos donde nos escondiamos para cotorrear alegremente
y pergueñar alguna inolvidable travesura, tal vez fuera solo una mujercita adorable con las pupilas
dilatadas de aventura, ahi justo detras de la escalera con su vestidito floreado, perfumada e
intacta, recien acicalada por sus padres, yo, mis amigos y ella, la reincidencia en tratar y tratar
hasta que la flor se abriera nueva. Eramos tres simples criaturas probando una misma
boca, y ahora, que soy grande y a veces miento para sentir, quiero creer que fuì el primero en tocarla,
en hundir mi lengua en su boca y en pensar qe esos aparatos de ortodoncia la hacian inclusive mas
hermosa cuando se reìa, y si tuve que taparle la boca con mi boca, no fue un simple capricho de
costumbres sino mas bien una oportunidad de hacerla mìa porque querìa que fuera mia, pero eramos
tres, y por turnos, le juramos amor eterno mientras ella se paraba adentro de sus pequeñas zapatillas,
inmisericorde, expendiendo sin miramientos gratuitos primeros besos y rompiendo nuestros
corazones infantiles de la misma forma que un azadòn levanta esta tierra triste para darla vuelta
y transformarla en terreno ya tacto; de igual manera pienso en esta tierra y cualfuera el fruto final,
ahi estabamos, tres niños, una niña, y los besos. Donde los grandes no miren, donde, por
el amor de Cristo resucitado, crezca y yo, solo yo recuerde. No se si fui el primero en besarla.
No fuì el ultimo, eso seguro. Querrìa. Extendì mis brazos y torpemente la asì de los hombros y puse
mi boca sobre su boca y nuestros dientes chocaron blancos y nuevos y en mi mundo sensorial, y
cualquier otro del que formara parte, que ahora la incluia a ella, se creò la mas hermosa oscuridad que
pudiera yo sentir nunca, se cerraron los labios sobre los labios, calientes y temblorosos, el miedo y la
inexperiencia vapuleados con violencia dentro de un realmo salvaje de singularidad, e instintivamente
metì una lengua loca dentro de su boca loca y sentì la suya atraparme y revolotear alededor
de la mia. La apretè mas cerca y presionè mas mi jeta torpe contra la suya, determinado a
hacerla mìa, y en cierta manera, me doy cuenta ahora, lo hice bastante bien. Temblamos. De pronto
sentì sus manos en mi pecho y un leve empujòn terminò bruscamente con el acto y tanto revuelo. Se
apartò riendose y haciendo una mueca sacando la lengua afuera y mostrando sus dientes de raton.
Sonreìa, que no es poco en este mundo cruel. Le siguiò el turno a otro chico, pero seguramente
mi beso fuese el mejor, el mas rico, el mas dulce, el mas acuoso y el mas tierno dentro de sus
cànones nonatos de ternura. Debìa serlo. Aun me lo digo, lo repito y lo aseguro, que nadie podria
todavia darte un beso como el mìo. Acaso existiò algun otro desde entonces? Solange, yo te amaba
como solo puede amarte un niño, no habìa mas que una excepcional, innegable verdad en mi
sentimiento, y cuando volvì a Buenos Aires desde Mar de Ajò, eso fue un mal trago, la sensacion de
meterse en el mar y patalear hacia algun lado dentro y fuera del azul profundo o perderme en las
lineas de fuego de algun comic del Hombre Araña mientras me discurrìa bajo el sol en la playa,
todo esto habia quedado relegado a un mero segundo plano, solo un check-out en un hotel de
sensaciones importantes, pero que podìa hacer yo, a donde ir si tenia estas ganas de correr y no sabia
bien què mas pensar si en cualquier lado podrias estar, tal vez esperandome, tal vez no, pero pensar,
pensar me quemaba y, cuando llegò el otoño mi abuela me preguntaba que me pasaba y yo miraba
por la ventana arrodillado en el sofà las ramas peladas del arbol de la calle hundirse con acritud en la perla
luminosa que manchaba el cielo y el tiempo, con ese objeto reluciente y dorado recien robado del alhajero
de mi tia, que te pasa, que hacer? Y yo preguntaba, Solange, mi pequeña destrozacorazones, le
preguntaba a mi abuela como se podia hacer para mandar un anillo por correo, y no sabia a donde
mandarlo, pero querìa con todo el ardor de mi corazon infantil hacerlo, y aun querria, pero apenas puedo
esbozar vagamente tu cara traviesa en mi mente, y debo, ahora, presumir que no me importa
demasiado o que no estoy llorando, pero la musica està en marcha, arrolladora, no quiere dejar
testigos vivos y pugna por mandarme debajo de la tierra, a vos y a mi, y no le importa, y esta
naturaleza que me inclina a acercarme a los incendios, pateando cabezas a diestra y siniestra,
dentro de tu pequeño nombre permanece.
FERNANDO BOCADILLOS
sopapo. En una idea remota pero salvaje, a veces la encuentro de vuelta en algun sueño turbulento lleno de
agua marina, de aromas de sales y de viejos baldios nunca expugnados, en la valla blanca donde
nos juntabamos para hablarnos de los misterios exclusivos de niños de nueve años.
Tal vez eran esas peliculas, y estar al lado del mar. Karate Kid, Tiburon... y lo febril en la cabeza,
de que se trata este mundo fresco y poderoso en el que podria reconstituir la magia desde un simple
gesto trivial? Sè como dice te quiero un niño de ocho años, fuì uno, siempre lo serè. Mi memoria
y mi gestualidad no se corresponden ya de la misma manera en que lo hacian y he de contentarme
con las esencias mas fuertes, los olores, los sabores, el correr de la saliva de una boca a otra
por primera vez, y desde aqui, estallar de la manera mas salvaje y desesperada y aferrarme a
la posibilidad de que habiendo sido alguna vez suprahumano y tierno aùn podria serlo otra vez con
solo girar una perilla interior secreta y que ahora, aparentemente inasible, solo se revela
fìsicamente en el pulso caprichoso de un rincòn privilegiado de mi memoria sentimental.
Aprendì a olvidarla. Debia hacerlo. Yo querìa hacer el amor con amor, yo queria honrar al mundo que
me habia prometido pureza y que mas tarde se revelarìa agresivo y cercanìsimo al castigo como
respuesta a la ternura y que retribuìa la honradez, el sentimiento limpio con riqueza dolorosa y
amplitud en la locura. Debia de olvidarla, pero nunca pude, paguè el precio y cosechè con creces
los frutos de honrar esta memoria, no importa cuan ridicula y tontuela fuese, es, y serà. Y aquì
estoy de vuelta en ese largo pasillo de casa de departamentos, mido un metro treinta, estoy
perdido y encontrado, con mi pullover azul y cuchillos clavados en los pies por miedo animal.
Si bajo las luces electricas somos solos esqueletos cruda y fragilmente cubiertos de cuero
que vibran en el tiempo solo sosegados por una seguidilla de sucesos como el amor, el sexo,
la muertes de los seres queridos, yo no sè; si sè, a veces quiero olvidar pero mi humanidad
humilde y temblorosa aun puede promover escucharla, sin saber muy bien què decìa, olerla
cuando no estoy seguro de su naturaleza, antes y ahora, rubia, con enormes ojos negros,
tal vez fuera la iluminacion de los pasillos donde nos escondiamos para cotorrear alegremente
y pergueñar alguna inolvidable travesura, tal vez fuera solo una mujercita adorable con las pupilas
dilatadas de aventura, ahi justo detras de la escalera con su vestidito floreado, perfumada e
intacta, recien acicalada por sus padres, yo, mis amigos y ella, la reincidencia en tratar y tratar
hasta que la flor se abriera nueva. Eramos tres simples criaturas probando una misma
boca, y ahora, que soy grande y a veces miento para sentir, quiero creer que fuì el primero en tocarla,
en hundir mi lengua en su boca y en pensar qe esos aparatos de ortodoncia la hacian inclusive mas
hermosa cuando se reìa, y si tuve que taparle la boca con mi boca, no fue un simple capricho de
costumbres sino mas bien una oportunidad de hacerla mìa porque querìa que fuera mia, pero eramos
tres, y por turnos, le juramos amor eterno mientras ella se paraba adentro de sus pequeñas zapatillas,
inmisericorde, expendiendo sin miramientos gratuitos primeros besos y rompiendo nuestros
corazones infantiles de la misma forma que un azadòn levanta esta tierra triste para darla vuelta
y transformarla en terreno ya tacto; de igual manera pienso en esta tierra y cualfuera el fruto final,
ahi estabamos, tres niños, una niña, y los besos. Donde los grandes no miren, donde, por
el amor de Cristo resucitado, crezca y yo, solo yo recuerde. No se si fui el primero en besarla.
No fuì el ultimo, eso seguro. Querrìa. Extendì mis brazos y torpemente la asì de los hombros y puse
mi boca sobre su boca y nuestros dientes chocaron blancos y nuevos y en mi mundo sensorial, y
cualquier otro del que formara parte, que ahora la incluia a ella, se creò la mas hermosa oscuridad que
pudiera yo sentir nunca, se cerraron los labios sobre los labios, calientes y temblorosos, el miedo y la
inexperiencia vapuleados con violencia dentro de un realmo salvaje de singularidad, e instintivamente
metì una lengua loca dentro de su boca loca y sentì la suya atraparme y revolotear alededor
de la mia. La apretè mas cerca y presionè mas mi jeta torpe contra la suya, determinado a
hacerla mìa, y en cierta manera, me doy cuenta ahora, lo hice bastante bien. Temblamos. De pronto
sentì sus manos en mi pecho y un leve empujòn terminò bruscamente con el acto y tanto revuelo. Se
apartò riendose y haciendo una mueca sacando la lengua afuera y mostrando sus dientes de raton.
Sonreìa, que no es poco en este mundo cruel. Le siguiò el turno a otro chico, pero seguramente
mi beso fuese el mejor, el mas rico, el mas dulce, el mas acuoso y el mas tierno dentro de sus
cànones nonatos de ternura. Debìa serlo. Aun me lo digo, lo repito y lo aseguro, que nadie podria
todavia darte un beso como el mìo. Acaso existiò algun otro desde entonces? Solange, yo te amaba
como solo puede amarte un niño, no habìa mas que una excepcional, innegable verdad en mi
sentimiento, y cuando volvì a Buenos Aires desde Mar de Ajò, eso fue un mal trago, la sensacion de
meterse en el mar y patalear hacia algun lado dentro y fuera del azul profundo o perderme en las
lineas de fuego de algun comic del Hombre Araña mientras me discurrìa bajo el sol en la playa,
todo esto habia quedado relegado a un mero segundo plano, solo un check-out en un hotel de
sensaciones importantes, pero que podìa hacer yo, a donde ir si tenia estas ganas de correr y no sabia
bien què mas pensar si en cualquier lado podrias estar, tal vez esperandome, tal vez no, pero pensar,
pensar me quemaba y, cuando llegò el otoño mi abuela me preguntaba que me pasaba y yo miraba
por la ventana arrodillado en el sofà las ramas peladas del arbol de la calle hundirse con acritud en la perla
luminosa que manchaba el cielo y el tiempo, con ese objeto reluciente y dorado recien robado del alhajero
de mi tia, que te pasa, que hacer? Y yo preguntaba, Solange, mi pequeña destrozacorazones, le
preguntaba a mi abuela como se podia hacer para mandar un anillo por correo, y no sabia a donde
mandarlo, pero querìa con todo el ardor de mi corazon infantil hacerlo, y aun querria, pero apenas puedo
esbozar vagamente tu cara traviesa en mi mente, y debo, ahora, presumir que no me importa
demasiado o que no estoy llorando, pero la musica està en marcha, arrolladora, no quiere dejar
testigos vivos y pugna por mandarme debajo de la tierra, a vos y a mi, y no le importa, y esta
naturaleza que me inclina a acercarme a los incendios, pateando cabezas a diestra y siniestra,
dentro de tu pequeño nombre permanece.
FERNANDO BOCADILLOS
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