No se por que me pegaba
tal vez porque a ella tambien su madre la habia cagado a palos
esa vez que uso el cinturon.... no creo que lo hiciera mas de dos veces
le gustaba el cinturon, una chancleta
cuando llegué a los doce años
despues de estar mucho tiempo sin verla
solo me golpeaba psicologicamente
ella sabia
como usar las palabras
"tu padre me golpeaba"
"tu padre no trabajaba, no era capaz de traer siquiera
un sachet de leche para que tomaran ustedes"
"lo unico que queria era salir con sus amigotes de farra
con su guitarra a tomar vino"
y despues
cuando ella se emparejó de vuelta con un hombre grande italiano
ella, mi madre, y ese hombre, se burlaban de mi padre
postrado en una cama con ataques de pánico y ansiedad
"claro que ahora ya no tiene muchas razones para reirse"
realmente lo disfrutaban
era una sádica con un hombre que la apoyaba en todo su sadismo
era como si yo no estuviera ahi.
Una vez, ese hombre, fabricó un submarino de madera
y me lo regaló
en el casco tenia grabada una swastika
Mi madre le dijo, no pongas eso, su padre dice que mi padre era nazi
(lo era)(En Galarza, E.R.)
pero mi madre sentia verguenza de ella misma y de su miseria
nunca se excitaba demasiado, no escuchaba mucha música
leia los libros equivocados y hacia unas pinturas bastante horribles
y yo nunca la odié o la amé por eso,
(mi rol es observar y recibir y callar)
y esa vez, esa vez vino la policia a la casa de mi abuela, diciendo que mi
padre nos tenia secuestrados
ella hizo la denuncia, lloró, imploro
y diecieseis años mas tarde me dió un regalo:
un cinturon de cuero marrón
y me dijo: no te voy a pegar mas
Hace dos decadas que la voy a visitar
siempre es cruel
siempre es fria
siempre es egoista
y cuando se muera
seguirá siendo por siempre, su gran victoria de ultratumba
cuando yo escriba
será ella la que escriba
cuando yo me vaya a descansar en mi vida miserablke
será ella la que descanse su cuerpo de su vida miserable
y cuando yo vaya al baño a masturbarme escondido de una mujer que apenas quiera
sera ella la que esté ahi en el marco ede la puerta
con su pelo fino muy blanco y dientes impecables
sonriendo casi imperceptiblemente formando una comisura
alrededor de sus labios psicóticos ajados
No hay mucho mas para decir
No hay lugar donde esconderse y la silla esta es dura, verde, no me da paz
Son las sillas que me regaló mi madre
El otro dia vino con mi hermano, del brazo de mi hermano
lentamente recorrió el departamento señalando esta u otra cosa
"esto esta mal, esto está sucio, esto no está bien"
Le di una botella de agua fria y ella sonrió.
Le di a mi hermano un pedal de guitarra vintage bastante extraño
Lo abracé a él. Debe medir como un metro ochenta.
Es alto como su padre, pero mucho mas férreo, igual de trabajador,
algunas veces dice algo que me maravilla. Es atento, cordial,
es muy querido y yo lo quiero.
A mi mamá tambien la quiero mucho.
Pero hagas lo que hagas, no le prestes atención a tus padres
a los vivos o a los muertos.
Duermo con el acolchado que alguna vez tejió mi abuelo con la lana de las
ovejas de su chacra.
"Es el regalo de tu abuelo para vos", dice mi mamá.
Solo tardé una semana en olvidarme de eso y mancharlo con mi semen.
Cuando el murió, los hermanos de mi madre la desheredaron.
Nunca conocí a mis tios maternos. Una retahíla de nombres alemanes.
Sus nombres y los de sus padres estan en el registro de el Hotel de los Inmigrantes.
Cuando entro en la casa de mi madre, todo es sombras y silencio.
Todo está preparado para un final específico el cual nunca se me ha revelado.
Los golpes me han dejado aturdido, sin cuestiones por cuestionar.
No se esucha nada, solo un televisor sintonizado en NatGeo.
A veces creo que mi madre nunca respira. Hasta que empieza a hablar.
Iluminada en la oscuridad del cuarto, de dia, sus ojos grises en la pantalla.
Nunca, nunca, nunca la he visto o escuchado reir. Solo sale este graznido para afuera.
Nunca una risa de gozo realmente humano. Nunca una palmada en el hombro.
Nunca un abrazo sentido. Ella emite sorna, escarnio, burla, y cuando alguien
es lo suficientemente estrafalario, ella sonrie y grazna. No es una risa.
Es un cacareo.
Es la risa de una perra.
Me ha dicho tantas veces que soy un perdedor, de una manera tan acotada,
pero con tanta fuerza, que a veces pienso que soy su unica fuente de alegria.
Pero ella se ha servido de sus mañanas para hacer que la gente la vuelva a llevar
a la superficie, desde el abismo: nunca ha estado completamente sola.
Lo veo en sus ojitos asustados: mantenganme a su alcance.
En un cajon en un armario arriba hay un viejo fusil italiano de su padre.
No es una lupapra. Todavía tiene el percutor. "Anda", dice.
La bandolera del fusil es mas nueva que el fusil en si mismo.
No sé por qué.